De los sectores del transporte la aviación es el que se ha ganado una peor fama en cuanto a temas de sostenibilidad, aunque el porcentaje de contaminación total generado por los aviones es apenas un 2% del que llega a la atmosfera. Es algo por lo que las empresas de combustible como Cepsa o Repsol también han tenido que sufrir.
Pero es que además es el que tiene más difícil el cambio, por el simple hecho de que es inviable despegar un avión con energía eléctrica. Pero poco a poco han apostado por soluciones nuevas como el caso del combustible SAF, que ahora Cepsa proveerá a Wizz Air, una de las aerolíneas más grandes de Hungría.
Es el acuerdo más reciente de una energética para participar en la transición de las aerolíneas, tanto nacionales como europeas. Es un acuerdo parecido al que Repsol tiene con Iberia o que Vueling, la primera aerolínea que tiene un porcentaje de este combustible en todos sus vuelos, con Exolum. Es una apuesta necesaria tanto por el tema de sostenibilidad que toda empresa debe asumir, como por un tema de imagen en particular dada la apuesta europea de reforzar el sistema ferroviario.
Pero la buena noticia para las empresas de combustible y energía de España es que han sabido ponerse a la cabeza de esta conversación. Tiene sentido, después de todo además de los esfuerzos del Estado por impulsar al abandono de los combustibles fosiles, un objetivo que se comparte con bruselas, es posible que haya una intención de apostar por fuentes de energía, y de ingreso, que dependan del petróleo, un recurso que no sobra en territorio español.
En el caso del acuerdo entre Cepsa y Wizz Air (aerolínea que en España opera vuelos en Alicante, Barcelona, Bilbao, Castellón, Fuerteventura, Ibiza, Madrid, Málaga, Palma de Mallorca, Santander, Sevilla, Tenerife, Valencia y Zaragoza) es además una señal de que se apunta por estas empresas desde afuera. Una buena noticia para una industria energética que sigue nerviosa por la guerra de Rusia, y que sigue importando cantidades récords de gas natural de Rusia.
Cepsa aspira producir para 2030 un total de 2,5 millones de toneladas de biocombustibles, enfocándose especialmente en impulsar la sostenibilidad del tráfico aéreo, alcanzando una capacidad de producción anual de 800.000 toneladas de SAF. Además, para 2030 espera reducir sus emisiones de CO2 en un 55% respecto a 2019 y aspira a ser neutra en carbono antes de 2050.
UN PROYECTO PARA LIMPIAR SU IMAGEN
Aunque el porcentaje del carbono causado por los aviones es en realidad mucho menor de lo que se cree no deja de ser importante reducirlo para que los usuarios, cada vez más atentos a su propia huella de carbono, se sientan más cómodos en un avión. Dado que desde Europa y España han ido empujando a los usuarios hacia el transporte por tren, que se menciona como una opción más sostenible una y otra vez.
Si bien es cierto que los trenes pueden cambiar su fuente de energía con menos obstáculos, de hecho ya hay algunos funcionando con baterías de hidrógeno y un alto porcentaje de las vías españolas están electrificadas, hay conexiones que simplemente no pueden realizar. Al mismo tiempo, incluso en esas que comparten, las diferencias de tiempo son suficientemente grandes para que haya algunos casos donde simplemente sea inviable.
Por tanto, casos como esta alianza entre Wizz Air y Cepsa pueden ser claves a futuro para que los usuarios recuperen su amor por la aeronáutica. Si quieren que los españoles y europeos recuperen el cariño por el medio de transporte que sirvió en un principio para trazar las vías de encuentro de todo el continente.
LAS OTRAS APUESTAS DE CEPSA EN ENERGÍA RENOVABLE
Además de sumarse a la evolución del SAF la empresa está haciendo inversiones en varios temas de sostenibilidad, que van desde la compensación carbónica (la misma por la que Coldplay se ha comido alguna crítica), la inversión en energía eólica y proyectos de reciclaje de sus envases y de diseño de lubricantes sostenibles. Es una muestra de lo importante que ha sido para las empresas de energía este proceso de transformación en el que se ve envuelto el mundo, y como han tenido que acelerarlo por la crisis en Ucrania.
En cualquier caso se trata de una prueba más de la necesidad de adaptarse a estos tiempos. Dada la complicada realidad energética del continente, todavía más dependiente de Rusia de lo que se pensaría, es de esperarse que se activen poco a poco más anuncios como este tanto de empresas españolas como europeas.