Terremoto bancario SVB: ¿Estamos ante un nuevo Lehman Brothers?

Los mercados comienzan la semana con miedo y nerviosismo tras el colapso de Silicon Valley Bank (SVB), entidad financiera que aportaba liquidez al sector de las startups, que trabajaba con las mayores sociedades de capital riesgo del área tecnológica y que ha entrado en bancarrota, arrastrando a su filial de Reino Unido.

El pasado viernes se produjo este terremoto que va a provocar que miles de empleados de las empresas afectadas no puedan cobrar sus nóminas y proveedores hagan colas para acceder a su dinero. El fondo de garantía de depósitos de EEUU establece un límite de 250.000 dólares de cobertura para los depositantes, el problema es que más del 90% de ellos supera esa cantidad. La situación era tan peligrosa que a última hora del domingo la Reserva Federal anunció que cubriría la totalidad de los depósitos después de que a la caída de SVB se sumara la de Signature Bank.

Las dos preguntas que nos hacemos todos es: ¿estamos ante un evento de riesgo sistémico? Y, lo más importante, ¿se puede comparar este evento a la caída de Lehman Brothers? Lo cierto es que antes de que el gigante financiero norteamericano colapsara en el año 2008 otros bancos le habían precedido, entre ellos dos hipotecarias estatales. La crisis en realidad comenzó a dar la cara en 2007, pero no fue hasta un año después, con la bancarrota de Lehman Brothers y posterior amenaza a la aseguradora AIG, cuando la sangre llegó al río provocando una crisis financiera mundial.

SVB: VENTA DE BONOS DE EE.UU.

La clave, en esta ocasión, no está en los préstamos hipotecarios de alto riesgo (subprime), sino en la estrategia de SVB de destinar los depósitos de sus clientes a la compra de deuda pública a largo plazo –fundamentalmente bonos del Tesoro de EEUU–, cuyo valor se ha desplomado desde que la Reserva Federal comenzó a subir los tipos de interés. Ya saben ustedes que la relación entre precio y rentabilidad de estos activos es inversa, lo cual provoca que en un periodo de endurecimiento monetario los bonos que tienen las entidades en sus balances pierdan valor.

Aunque la normativa contable obliga a los bancos a reflejar el valor de mercado de sus activos, registrando esas pérdidas derivadas de la bajada del precio de los bonos, lo cierto es que no se materializan hasta que se realizan, es decir, hasta que se venden esos activos. Y eso es lo que tuvo que hacer la directiva de SVB a finales de la semana pasada para luchar contra el efecto dominó generado por la retirada de depósitos de sus clientes, deshacerse de 21.000 millones de dólares de deuda de EEUU.

las mismas firmas de ‘venture capital’ que hacían negocios con svb han provocado su bancarrota provocando una fuga de depósitos

En esta corrida bancaria e tuvieron mucho que ver, precisamente, las firmas de capital riesgo que habían llevado a SVB a ser una de las entidades de referencia de Silicon Valley. Estas compañías de venture capital llevaban días sembrando el rumor de que SVB no era trigo limpio y que los activos de su balance estaban inflados, provocando la estampida que se ha llevado por delante a la entidad.

Tras registrarse oficialmente una salida de casi 40.000 millones de dólares (aproximadamente una quinta parte de sus depósitos) los reguladores estadounidenses cerraron el banco. Ahora los responsables de las empresas afectadas deben buscar liquidez para mantener sus negocios hasta que puedan recuperar parte del dinero.

SVB Y EL «MOMENTO LEHMAN»

La mayoría de medios financieros están creando pánico con títulares apocalípticos, aunque en el cuerpo de las noticias que publican insisten en descartar que estemos en un nuevo «momento Lehman», del que se lleva tiempo hablando y que tenía en la diana a gigantes europeos como Deutsche Bank o Credit Suisse. Aún es pronto para conocer el grado de contagio, pero lo cierto es que el sistema financiero mundial ha adquirido enormes volúmenes de deuda pública en los últimos años, trasladando el riesgo soberano a sus balances.

SVB
Logotipo de Silicon Valley Bank (SVB)

Según la Corporación Federal de Seguros de Depósitos de EEUU (FDIC, pos sus siglas en inglés) los bancos acumulan pérdidas no declaradas de 620.000 millones de dólares en sus carteras de bonos. Esto implica que si alguno de ellos sufre problemas de confianza deberá hacer lo mismo que SVB: ampliar capital y vender activos (entre ellos estos bonos).

Esto es lo que provoca que exista desconfianza entre los mismos actores del sector, que se miran por el rabillo del ojo intentando adivinar la situación real de cada uno, al mismo tiempo que analizan sus propios libros contables para ver hasta qué punto están expuestos a la crisis.

TODO PERIODO RECESIVO LLEVA DE LA MANO UNA CRISIS FINANCIERA Y EN ESTA OCASIÓN NO SERÁ DISTINTO. LO QUE ESTÁ POR DETERMINAR ES EL ALCANCE Y LA DURACIÓN DE LA MISMA

En esta columna semanal llevamos mucho tiempo recordando que todo periodo recesivo lleva de la mano una crisis financiera y en esta ocasión no será distinto. Aunque desconocemos el grado y duración de la misma, la economía actual basada en la emisión de dinero fíat sin respaldo en ahorro real nos lleva a una sucesión de expansiones y contracciones en las que las crisis de deuda son inevitables.

Bancos y cuentas públicas son las dos caras de la misma moneda, aunque muchos sigan pensando que los primeros son la esencia del capitalismo y los segundos los garantes de las políticas públicas, formando dos grupos antagónicos, en realidad trabajan juntos en este capitalismo de Estado en el que la política monetaria y el suministro de liquidez en el sistema está controlado por una autoridad central. En las épocas de crecimiento económico se privatizan beneficios y en las recesiones se socializan pérdidas, un modelo más cercano al corporativismo fascista que al modelo de libre mercado.

LA BANCA CENTRAL YA «HA ROTO ALGO»

La frase más escuchada ahora en los corrillos es que la banca central ha conseguido ya «romper algo», objetivo que se marcaron los alquimistas monetarios cuando comenzaron a subir los tipos de interés para contener una inflación que habían creado ellos mismos tras décadas de inyecciones masivas de liquidez. Primero fue la crisis de las punto-com, luego la de los atentados del 11S de 2001 (que en realidad había comenzado antes), después el terremoto subprime y ya en tiempos más cercanos la pandemia y la guerra de Ucrania.

Los banqueros centrales, con Lagarde y Powell a la cabeza pasaron de considerar que la inflación era transitoria descartando subidas de tipos a realizar la subida más rápida de la historia y esto golpea todos los agentes económicos, pero especialmente a las empresas tecnológicas, cuyas valoraciones (descuento de beneficios futuros) estaban infladas porque se basaban en un escenario de tipos bajos. Y esto, en mayor o menor medida afecta a más sectores. La caída de SVB ha sido como una especie de canario en la mina cuya muerte indica que hay problemas de supervivencia.

Powell-Lagarde
Christine Lagarde (BCE) y Jerome Powell (Fed)

Por eso los bancos vieron como se desplomaban sus cotizaciones, llegando el contagio incluso a Europa. Con un Deutsche Bank que vio como sus acciones perdieron un 7% en la última sesión de la semana. Y en Wall Street el S&P 500 estuvo a punto de borrar todas las ganancias logradas en este 2023, al cerrar con una caída del 1,45%. El Nasdaq, el índice que agrupa a las grandes tecnológicas, registró una pérdida superior.

EL CIERRE DE SILVERGATE: CRISIS CRIPTO

La bancarrota de SVB y la caída de Signature Bank habían sido precedidas del cierre de Silvergate, grupo especializado en servicios de clientes para criptomonedas que tenía como uno de sus principales clientes a FTX, la entidad que está siendo juzgada y que estaba dirigida por Sam Bankman–Fried. En el caso de Silvergate la chispa también se encendió por la necesidad de vender bonos del Tesoro antes de su vencimiento para hacer frente a sus necesidades de liquidez. Tras el anuncio se desplomó un 40% en Bolsa y decidió, de forma «voluntaria» liquidar el banco y realizar la “devolución integra de todos los depósitos”.

Otra de las grandes incógnitas es saber hasta qué punto este terremoto hará a la Reserva Federal y al Banco Central Europeo replantearse su estrategia y realizar una pausa en el endurecimiento de la política monetaria. Hoy el consejo de gobierno de la Reserva Federal mantendrá una reunión de emergencia a puerta cerrada.

Los dos bancos centrales celebran reuniones de sus respectivos consejos de gobierno en las próximas semanas, en las que tendrán que escoger entre seguir la senda de tipos alcista para detener una inflación que ha hecho metástasis en las economías occidentales o frenar para dejar de «romper cosas», esperando a ver hasta que punto han destruido no sólo la demanda de bienes y servicios, sino las tuberías del sistema financiero, que llevan acumulando colesterol desde que Nixon puso fin al patrón dólar oro.

AGENDA SEMANAL

En cuanto a la agenda semanal, la cita más importante –además de la reunión de emergencia de la FED– será mañana martes con la publicación del IPC de febrero de EEUU que seguirá metiendo presión a la Reserva Federal, después de que la semana pasada el dato de empleo reflejara que la fortaleza del mercado laboral del país se mantiene. El hecho de que haya subido la tasa de paro hasta el 3,6% se explica por el aumento de la población activa y vemos como poco a poco esos trabajadores que se marcharon en la “Gran Renuncia” pandémica vuelven al mercado.

En Europa se publicarán también datos de inflación y producción industrial, mientras que en Asia el protagonista será China con sus ventas minoristas de febrero. Tras la caída del 1,8% mensual en enero, se espera un repunte del 3,4% mensual tras la flexibilización de la política del “covid cero” y la reapertura de la economía.

Hoy más que nunca las recomiendo que se abrochen los cinturones, no sin citar un libro de don Aristóbulo de Juan que puede servirnos para navegar en estas aguas procelosas en la que es difícil detectar los buques financieros que hacen aguas, ya que todos presentan unas cuentas más o menos envidiables (con algunas excepciones). Se titula De buenos banqueros a malos banqueros y es un manual sobre cómo detectar crisis de solvencia, esas que siempre nos dicen que no existen y que en realidad son «problemas de liquidez», como en el caso de SVB.