Las regatistas de la Women’s America’s Cup toman el timón de los AC40

Por primera vez en la historia, las aguas del Front Marítim de Barcelona serán en 2024 el escenario de una competición femenina de la Copa América de vela. A pesar del carácter coral y de la magnitud de uno de los tres eventos deportivos de mayor audiencia a nivel global, este hito sin precedentes evidencia el creciente protagonismo de la mujer en la estructura del trofeo más antiguo del planeta.

Mientras que en el ámbito institucional y ejecutivo, la entidad organizadora del evento (ACE Barcelona) ya cuenta con dos figuras de peso como son su vicepresidenta, Aurora Catà, y la directora de Organización, Leslie Ryan, la reciente botadura de las primeras embarcaciones de la clase AC40 ha comenzado a visibilizar el papel de las ingenieras, analistas de datos y skippers de los equipos participantes, y a ofrecer un anticipo de lo que deparará la primera edición de la Women’s America’s Cup.

Es el caso de Liv MacKay, una de las primeras regatistas en ponerse al timón de un AC40, la embarcación designada como oficial para la Women’s American Cup. Después de haber brillado en clases olímpicas como la 49erFX o Nacra17, la neozelandesa ha estado entrenando y participando en el programa de pruebas y desarrollo en el agua del Emirates Team New Zealand.

Tras un breve período de adaptación, MacKay ha podido disfrutar de las primeras sesiones a bordo de uno de los dos AC40 del Defensor de la America’s Cup. “Es increíble, no me canso de navegar”, admitió después de un estreno de más de hora y media al timón, que supuso el punto y seguido a dos semanas “intensas” en las que “la curva de aprendizaje ha ido muy rápida”.

Un aprendizaje que cada vez más regatistas de la Women’s America’s Cup seguirán experimentando, a medida que la flota de AC40 crece entre los equipos de la America’s Cup, que recientemente han botado sus barcos como el Alinghi Red Bull Racing en Barcelona, el Ineos Britannia en Palma y el American Magic en Estados Unidos.

Antes de referirse al monocasco de la Women’s America’s Cup como un barco “muy divertido, similar a un kart”, MacKay espera hacer valer toda la experiencia adquirida durante este programa no solo para asegurar su presencia en la lista final que se desplazará a Barcelona, sino para seguir transmitiendo la mejor información sobre el terreno a los equipos de tierra de los neozelandeses.

En esta estructura, pensada para que atletas como MacKay puedan sacar el máximo rendimiento a sus barcos, figuran dos ingenieras que ya saben lo que es levantar al menos una vez la Jarra de las Cien Guineas y cuyo desempeño diario en la puesta a punto en tierra de los monocascos AC75 y AC40 resulta crucial. Se trata de su compatriota Elise Beavis y de la estadounidense Kelly Hartzell.

Ingeniera mecatrónica de especialidad, Hartzell es una de las responsables de “calibrar” y “convertir los datos brutos de los sensores” de cada embarcación en cifras “que tengan sentido para nosotros”, según admitió a la prensa neozelandesa. Nacida y criada en las montañas de Colorado, el Emirates Team New Zealand se cruzó en su destino mientras realizaba un viaje sabático con su pareja por Nueva Zelanda y después de una primera experiencia profesional desarrollando sistemas de tracción integral (4WD) para Ford en Michigan.

Fue allí donde se había enamorado de la náutica a raíz de una llamada de un par de compañeros que buscaban tripulación para una regata. Más de un lustro después, y a miles de millas de distancia de su casa, la estadounidense ha encontrado una nueva fuente de inspiración: su compañera Elise.

Además de parte del equipo de diseño del Defensor de la America’s Cup, Beavis se ha reencontrado con la práctica de la vela a raíz de su trabajo como ingeniera de rendimiento en el Emirates Team New Zealand y, sobre todo, al coronarse como campeona mundial de WASZP, una clase de formación de navegación individual con foils.

«Es una persona increíble», asegura Hartzell sobre Beavis. “A menudo, hemos reclamado la posición en la cabina delantera de los barcos como nuestra pequeña estación de trabajo. Y bromeamos diciendo que éste es el puesto de las mujeres en el barco».