Nada como una buena estadística para mantener a la población en la ignorancia. El último dato de PIB del cuatro trimestre de 2022 muestra un crecimiento anual del 5,5% que permite al Gobierno sacar pecho en los foros nacionales e internacionales. Un espejismo que oculta el estado catatónico de la actividad económica, que registra una contracción del consumo, la inversión y el empleo. Sólo el gasto público mantiene la ficción de que hay crecimiento.
LA PROPAGANDA DEL PIB
Así lo muestran los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), una realidad incómoda que permanece en un segundo plano porque todos los propagandistas del régimen se fijan en esa mágica cifra del 5,5% para decir que España es la nueva locomotora de Europa. La oposición asiste a esta operación psicológica sin reaccionar, como los animales que quedan paralizados en las carreteras cuando se les alumbra con los faros del coche. Y eso que ellos ya lo hicieron antes.
En cuanto uno se sumerge levemente en el informe publicado por el INE –cuya directora ha sido nombrada por Nadia Calviño para no salirse del tiesto– descubre que los principales componentes del PIB caen en el cuatro trimestre. El crecimiento respecto a junio–septiembre es de un escaso 0,2%, confirmando el estancamiento pero huyendo de la definición técnica de recesión (dos trimestres consecutivos de reducción del PIB).
Las importaciones (compras al exterior) se hunden un 4,2% trimestral, las exportaciones caen un 1,1%, el gasto en consumo final de los hogares cede un 1,8% y la inversión en bienes de equipo se desploma un 5,8%, pero la demanda del sector público sube impulsada el gasto de las Administraciones. Un desembolso que además se realiza mediante deuda porque a pesar de que la Hacienda española cierra el año con recaudación récord el pasivo sigue creciendo porque el déficit público es estructural.
PIB ESPAÑA VS EE.UU.
No ha faltado el clásico avispado que ha querido comparar la evolución del PIB español con el de Estados Unidos, que se publicó la semana pasada y que apunta a un crecimiento del 2,9% en el último trimestre de 2022. El problema es que en el país norteamericano la cifra representa la variación anualizada (no interanual, ni anual), que es el resultado de multiplicar por cuatro la tasa trimestral. Si en España usáramos la misma metodología nuestro crecimiento económico sería del 0,8%.
si usáramos la misma metodología que en ee.uu. el crecimiento de la economía española sería del 0,8% al cierre de 2022
Como vemos el papel lo aguanta todo, aunque la Encuesta de Población Activa (EPA) publicada hace unos días ya ponía de manifiesto que España afronta un cambio de ciclo y que ha comenzado a destruir empleo. Que se produzca un descenso de 81.900 ocupados en un trimestre en el que el sector publico aumenta los puestos de trabajo netos en 20.000 personas es un indicador claro de este cambio de tendencia. El mercado laboral español cierra su peor año desde 2013, mientras el Gobierno se jacta de que el país crece un 5,5%.
No les quiero aburrir con más datos, pero permítanme un último apunte. Aunque la vicepresidenta económica insiste en destacar que la «recuperación en España está siendo rápida» y que se ha producido una «bajada histórica del paro», lo cierto es que la EPA muestra que en estos momentos se trabajan 9.000 horas menos a la semana que en 2019, el año anterior a la pandemia. Saquen sus propias conclusiones.
PENDIENTES DE LA FED Y EL BCE
En el plano internacional arrancamos este lunes con la mirada puesta en la banca central, que vive su semana grande en medio de rumores sobre una posible relajación en el ritmo de subidas de tipos de interés. Al menos eso es lo que espera el mercado, que sigue sin creer a los miembros más hawkish de la Reserva Federal ni al Banco Central Europeo cuando dicen que la inflación es demasiado elevada para hablar de frenazos o «pivotes».
De hecho hay muchos inversores que esperan bajadas de las tasas de referencia en Estados Unidos antes cde que concluya este 2023, siempre que la apertura de la economía china no vuelva a impulsar los precios energéticos como consecuencia del aumento de la demanda.
Es cierto que una mayor actividad industrial china también podría tener efectos deflacionistas al poner en el mercado un mayor número de bienes y servicios, pero la atonía de la demanda de los países occidentales no permitirá absorber toda la oferta. El consumo privado no sólo cae en España, es una tendencia de toda Europa y de EE.UU. que en el último trimestre del pasado año también registró un descenso de la demanda de los hogares.
¿SUBIDA DEL 0,25% EN EUROPA?
En las últimas semanas se ha especulado mucho con la posibilidad de que en la próxima reunión de su consejo gobierno el BCE sea más agresivo que su colega norteamericano, elevando los tipos cincuenta puntos básicos (0,5%). Sin embargo ahora la sensación es que la autoridad monetaria europea podría decantarse por un repunte menor (del 0,25%). La agencia Bloomberg asegura que en el seno del BCE ganan apoyos los partidarios de acompañar a la FED en el menor endurecimiento monetario.
Guardemos la bola de cristal y pongamos el foco ahora en el recrudecimiento de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, que está calentándose casi al mismo ritmo que la escalada bélica en Ucrania. La decisión de la Casa Blanca de imponer restricciones a los semiconductores (chips) chinos podría generar problemas en el sector de las energías renovables porque el gigante asiático estudia limitar las exportaciones de paneles solares. No está claro si afectará a los materiales para construirlos o al producto terminado, pero sin duda tendrá su impacto en la industria verde occidental.
GUERRA COMERCIAL
Esta pelea comercial se suma a la que mantiene Europa con su «aliado» norteamericano a cuenta de las subvenciones a empresas de infraestructuras energéticas. Varios gobernadores estadounidenses han decidido usar el plan de gasto público impulsado por la Casa Blanca para atraer compañías europeas, que ven como en sus países natales sufren unos costes muy superiores a los que existen al otro lado del Atlántico.
En el Foro de Davos se cerraron varios acuerdos en este sentido, mientras Emmanuel Macron y Olaf Scholz recurren a la tradicional pataleta pidiendo a la Comisión que les permita usar más dinero público para salvar la industria europea. Parecen olvidar que nosotros no tenemos como divisa el dólar y que hemos decidido sancionar a nuestro proveedor principal de energía por orden, precisamente, de la Administración norteamericana.
Con estos elementos a nadie le extrañará que el comercio mundial se esté reduciendo, confirmando esa ola desglobalizadora que muchos siguen sin comprender porque analizan la realidad con los anteojos del pasado siglo. Como señala el economista Juan Ignacio Crespo es la primera vez que se produce una reducción de la tasa anual desde la cuarentena covidiana.
El dato es muy revelador porque en los últimos 22 años sólo ha sucedido en tres ocasiones: la recesión de 2001 (pinchazo de la burbuja puntocom y atentados del 11s), la de 2007 (crisis subprime y contagio al sector financiero) y en 2016, año en el que la recesión se evitó a base de inyecciones de liquidez de la banca central. No olvidemos que la correlación entre la variación del PIB y el comercio mundial es de casi el 0,9%.
TODAS LAS PREVISIONES ECONÓMICAS SE CONVERTIRÁN EN PAPEL MOJADO SI SE PRODUCE UN ATAQUE EN ALGÚN PAÍS DE LA UE
Habrá que esperar a la evolución de la guerra en el Este de Europa para comprobar como todas estas tendencias que aquí apuntamos van encajando con la realidad geopolítica, ya que en estos momentos la incertidumbre es muy elevada. Si se produce algún tipo de ataque o atentado en algún país de la UE todas las previsiones y estimaciones se convertirán en papel mojado, porque los mercados caerían a plomo y la banca central tendría que acudir al rescate dejando la inflación en un segundo plano. Esperemos que esto no se produzca aunque haya muchos intereses trabajando para lo contrario.
REUNIÓN OPEP+ Y EMBARGO AL DIÉSEL
En cuanto a la agenda económica semanal, además de las reuniones del BCE y la Reserva Federal, también conoceremos la decisión de política monetaria del Banco de Inglaterra, la inflación y la tasa de desempleo de la eurozona, los indicadores de confianza de la zona euro, así como los índices de gestores de compras (PMI) de EEUU y China, que sirven de indicadores adelantados de la evolución de la economía (mejor que el dato de PIB).
La atención de los analistas se situará también en las ventas minoristas y en la tasa de desempleo de Japón, que está en el ojo del huracán tras la negativa de su banco central a subir los tipos de interés para estabilizar su economía.
También será importante conocer el resultado de la reunión del Comité Ministerial Conjunto de Supervisión de los países de la OPEP+, liderados por Arabia Saudí y Rusia. El encuentro no alumbrará nuevas decisiones de producción pero servirá para confirmar la intención del cartel de no abrir los grifos aunque la demanda aumente, tal como ha señalado la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
Si a esto le sumamos el inicio a partir del 5 de febrero del autoembargo al diésel ruso comprendemos que los precios de los carburantes estén subiendo. Ya saben, abróchense los cinturones.