Las banderas de la economía ondean a media asta en Alemania. La locomotora de la Eurozona se detiene y entra en recesión, aunque sin esperar a la definición técnica –dos trimestres con crecimiento nulo o negativo-. Los indicadores adelantados así lo muestran, como el índice general de compras, elaborado por S&P Global, con la peor lectura desde mayo de 2020, en pleno confinamiento inconstitucional de la población y restricciones de movilidad.
Este índice muestra la contracción más rápida en los últimos dos años y medio, es decir, como si de un nuevo inicio de pandemia se tratara. El dato de octubre arroja 44,1 puntos frente a los 45,7 de septiembre. Cualquier valor por debajo de 50 indica desaceleración, pero un nivel tan bajo muestra recesión a tenor de la serie histórica. De esta forma, no se puede hablar en este sentido de una recesión suave, como tratan de vender los bancos centrales. Y es que, el sector más afectado es el de manufacturas, al que se suma una «demanda débil».
En los próximos trimestres podríamos ver caída en el PIB español, a finales de año, y con un primer trimestre de 2023 complicado
Los datos, además, muestran una fuerte desaceleración de la actividad empresarial alemana, motor de Europa y matriz de las empresas que trabajan en España, con firmas tan destacadas como Basf, Bayer, Volkswagen, Lidl, MediaMarkt, Aldi, Henkel y SAP, entre otras. La entrada no oficial en recesión se debe principalmente a los altos precios energéticos y la elevada inflación.
FUERTE DESACELERACIÓN EN ALEMANIA: MENOS PEDIDOS Y CAÍDA DEL IFO
El crecimiento en Alemania apuntará la entrada en recesión a finales de este mismo 2022, según las previsiones del Fondo Monetario Internacional. Y es que, a la pandemia del coronavirus se han sumado el impacto de la invasión de Rusia a Ucrania y el riesgo de desabastecimiento de materias primas.
«. El propio Scholz ha recortado las previsiones de crecimiento para 2022 e incluso espera una contracción en 2023. Sin embargo, las estimaciones podrían ser más optimistas respecto a la que se estima puede ser el inicio de la peor crisis mundial que se avecina. La recesión provocará una caída del PIB del 0,4% en 2023, según el Ministerio de Economía alemán. Un pronóstico que difiere en casi tres puntos de los pronósticos de hace seis meses, cuando se esperaba un crecimiento del 2,5% para 2023.
LA CONFIANZA EN ALEMANIA SE HUNDE A NIVELES DE 2020
Este dato de S&P Global no es el único que aterra a la economía alemana. Este mismo martes se ha conocido el Ifo, cuya lectura es la más baja desde 2020. El clima empresarial refleja un pesimismo similar al confinamiento de 2020. «El sentimiento en la economía alemana sigue siendo sombrío», ha sentenciado Clemens Fuest, presidente del Instituto Ifo. Y es que, el dato es de 84,3 puntos en octubre, una décima inferior al de septiembre. Sin embargo, el dato es mejor del estimado por el consenso del mercado, que esperaba una caída a 83,5 puntos.
El grado de satisfacción muestra un alto grado de pesimismo, pese a la mejora de las expectativas. Los empresarios, más de 9.000 encuestados para elaborar esta encuesta, muestran «preocupación de cara a los próximos meses».
La economía alemana se enfrenta a un invierno difícil
«La economía alemana se enfrenta a un invierno difícil», ha sostenido Fuest. En este sentido, ha advertido que las empresas manufactureras muestran las expectativas más pesimistas, pese a que los pedidos están llenos.
LOS NUEVOS PEDIDOS ADELANTAN LA RECESIÓN EN ALEMANIA
No obstante, «los nuevos pedidos cada vez son menores». El sector servicios, por su parte, da la nota positiva, con una visión menos pesimista, pero evalúan su negocio actual peor que hace un mes. Otro de los sectores más tocados por la actual coyuntura es el comercio, con unas expectativas «marcadamente sombrías» en el comercio minorista por una inflación galopante sin precedentes en la Eurozona. También cae la construcción, hasta registrar su nivel más bajo desde 2016, y una menor cartera de pedidos.
Pese a ser una lectura mejor de la estimada por el consenso de los analistas, Diego Morín, analista de IG Markets, ha apuntado que los datos «siguen mostrando debilidad debido a los problemas de la economía alemana con la invasión de Rusia a Ucrania». «Estamos ante una posible recesión técnica con posibilidad de entrar en ella a finales de año», ha comentado.
A los elevados precios energéticos y al aumento del coste de la vida, a la economía alemana se le suma la errática política monetaria del Banco Central Europeo, con nuevas subidas de tipos de interés para controlar la inflación, que continúa en niveles cercanos al 10%. Por tanto, «la única salida que veo será la caída de la economía, la recesión es inevitable», ha sostenido.
EL BCE TRATA DE ATAJAR LA INFLACIÓN CON LA ENTRADA EN RECESIÓN
Respecto a la caída de los nuevos pedidos, Morín cree que es «el fiel reflejo de lo que ocurre en la principal economía europea desde el pasado junio, cuando comenzó a deteriorarse los PMIs, con alta probabilidad de que la zona euro entre en un recesión profunda». Otro de los problemas que acarrea la economía «es la debilidad de un euro que no levanta cabeza ante la escalada del dólar americano, metiéndole una mayor presión al BCE».
En este sentido, ha apunta que «España tampoco se escapará de entrar en recesión económica, puesto que tendrá un efecto arrastre o contagio al resto de economías europeas, pese al ‘menor’ impacto del conflicto bélico». A su juicio, «en los próximos trimestres podríamos ver caída en el PIB español, a finales de año, y con un primer trimestre de 2023 complicado». «Tendremos que vigilar el avance que tenga la inflación subyacente y el impacto de la crisis energética, así como unas compañías que verán como su actividad se «paralizará» ante unos costes que no paran de aumentar», ha finalizado.