viernes, 13 diciembre 2024

Plato único y tupper, la tradición se impone en la inflación

La tartera, el tupper y el plato único se imponen en la peor cuesta de septiembre en 40 años. La inflación hace estragos en los bolsillos de los trabajadores y consumidores, que están tirando del ahorro para hacer frente a los gastos corrientes. No es para menos con el elevado ritmo de subida de precios. En agosto, el Índice de Precios al Consumo se sitúa en un crítico 10,5%, apenas tres décimas por debajo del nivel de julio; mientras la inflación subyacente, que descuenta los precios energéticos y alimentos frescos, asciende con fuerza hasta un alto 6,4%.

El 40% de los hogares ha reducido su gasto en a menos un 10% respecto al 2021

No obstante, los precios no están subiendo al mismo ritmo. La variación de algunos productos y mercancías, como los alimentos básicos, la energía y la vivienda, se han disparado en los últimos meses. En la cesta de la compra, los aceites, harinas y otros cereales y la mantequilla se han incrementado más de un 70%, casi un 40% y un 32%, respectivamente. Este alza ha incrementado los precios en bares y restaurantes, utilizados por el 35% de los trabajadores a la hora de almorzar en el trabajo.

Por esta razón, los empleados han vuelto a la tradición del tupper, comprar en el supermercado la comida preparada y volver al plato único para reducir el gasto y contener así el golpe por la subida de precios. Y es que, la inflación se come literalmente el ahorro y a la hora de realizar el gasto necesario se mira por la economía antes que por la cantidad.

PLATO ÚNICO EN LOS RESTAURANTES

Los hogares, por ejemplo, están reduciendo el gasto en la cesta de la compra, mientras los supermercados se reinventan con estrategias como la reduflación -ofrecer una menor cantidad por el precio anterior o reducir el peso de los envases- o bien incrementar los precios manteniendo también los márgenes y rentabilidad.

Pero los bolsillos están presionados por la hipoteca, alquiler y precios energéticos, con un mínimo incremento de salarios. Y es que, mientras que el Gobierno, a través de Nadia Calviño, ministra de Economía, asegura que el impacto de la actual crisis «afectará a un número determinado de familias«, sin concretar cifras; Kantar calcula que en este año el 40% de los consumidores se encuentra en situación vulnerable, cinco puntos más que en 2021.

Los restaurantes y bares de Barcelona se están amoldando a estos cambios obligados de los consumidores. De hecho, según los datos de Kantar, el 40% de los hogares ha reducido su gasto en a menos un 10% respecto al 2021 y un 78% se muestra preocupado por la actual crisis económica. Si bien, los efectos de ésta por el momento no están teniendo incidencia en el empleo. Según el mismo panel, las peticiones de primero, segundo y postre o café disminuyen en la restauración.

LAS EMPRESAS SE NIEGAN A REDUCIR MÁRGENES

«La inflación ha conllevado algunos efectos en el comportamiento del consumidor», afirman desde la casa de análisis. Sin embargo, el lado de la oferta está cargando en su mayoría estas subidas en la factura al consumidor final. «Nadie quiere perder márgenes», afirman fuentes de la restauración en Cataluña, que recuerdan los dos pésimo últimos años debido a las restricciones. «Nos amoldamos con pucheros, carnes baratas, pasta…», han sostenido desde un bar, donde reconocen que los clientes habituales reducen la consumición. La consultora apunta que en la mayoría de hogares también se decanta por esta alternativa en casa, con un plato único más postre.

consumidores
Los consumidores españoles son más infieles que el resto de europeos.

Según los datos de un estudio elaborado por AECOC Shopperview, junto con los fabricantes Localis Foodservice, Campofrío y Frit Ravich, los restaurantes han readaptado la oferta en los últimos meses para contrarrestar la bajada del consumo a mediodía.

Asimismo, como ocurre en todas las crisis, los consumidores interrumpen sus compras o las posponen para tiempos mejores en los productos de larga duración, como muebles y electrodomésticos. Muestra de ello, es que el teléfono móvil se repara antes de cambiarlo, mientras que la caída de las ventas por volumen en textil y calzado ya son una realidad. Sin embargo, las empresas facturan más debido al alza de esos precios.

EL CONSUMIDOR MIRA ANTES LOS PRECIOS QUE LA CALIDAD

Asimismo, se mira el precio antes de la calidad del producto y sólo se procede a la compra si es estrictamente necesario. Por el lado de la oferta, la estrategia de mantener márgenes a costa de trasladar la subida de precios tiene un límite, como también el ahorro de las familias con una inflación galopante que se mantendrá en niveles muy elevados hasta final del próximo año, como pronto. En 2023, el BCE estima una inflación superior al 5% en la Eurozona.

En este sentido, el precio medio de los productos se ha encarecido un 9,8%, obligando a gastar a los españoles por menos cantidades. No es de extrañar que la marca blanca de los supermercados continúe ganando cuota de mercado, como ocurrió en 2008, alcanzando ya el 40,8% de la cesta.

Y AÚN FALTARÍAN LOS APAGONES

La incertidumbre es de tal calibre que pocos se atreven hacer predicciones, más cuando en Europa se habla de racionamiento de la energía tanto para las empresas como para las familias. Apagones programados para reducir la factura, pero el precio del mercado continúa imparable.

En agosto, por ejemplo, se alcanzó la segunda factura más elevada en el gas en la historia, mientras en Reino Unido se ha impuesto un límite máximo a pagar por las familias, y la diferencia se devolverá a las eléctricas con la emisión de deuda. Y todo, por una negligencia de los bancos centrales, con una década de dinero fácil sin exigir reformas de calado. Desde Bruselas culpan al «mercado» de la situación, como también a Rusia. Pero una inflación del 10% no se explica únicamente por esos factores.


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