Canadá no convence a Repsol en su proyecto para exportar gas a Europa

Mucho ruido y pocas nueces. Así se podría resumir la apuesta del Gobierno de Canadá para exportar Gas Natural Licuado (GNL) a Europa, proyecto en el que Repsol iba a tener un papel fundamental a través de su planta en Saint John, New Brunswick. Según ha podido saber MERCA2 las negociaciones entre el Ejecutivo de Trudeau y la energética española están estancadas y, en contra de lo que afirman algunos medios de comunicación, no hay ningún tipo de inversión comprometida ni se han iniciado trabajos para convertir la citada planta en una instalación de exportación.

EL ANUNCIO CANADIENSE

Todo comenzó el pasado 30 de junio, cuando la agencia internacional Reuters entrevistó al ministro de Medio Ambiente de Canadá, Steven Guilbeault, quien manifestó su interés en llevar el preciado GNL al Viejo Continente citando a Repsol como la empresa que podría alcanzar ese objetivo más rápidamente. Las conversaciones entre el grupo español y el ejecutivo canadiense se mantenían desde la pasada primavera y el anuncio hizo pensar a todos que el acuerdo estaba cerrado, contando además con el visto bueno de Alemania, que esperaba recibir buena parte de los envíos.

Sin embargo, ahora el ministro de Recursos Naturales canadiense, Jonathan Wilkinson, ha echado un jarro de agua fría a este proyecto al considerar que proporcionar «hidrógeno limpio» es más adecuado que construir o adaptar terminales de GNL para exportar a Europa, con el argumento –también utilizado por Francia para rechazar el gasoducto Midcat– de que el mundo se aleja de los combustibles fósiles y que, por tanto, no se deben realizar inversiones en hidrocarburos.

Fuentes del sector energético indican a MERCA2 que este cambio de enfoque no implicaría enterrar la adaptación de la terminal de GNL que tiene Repsol en el país norteamericano, ya que el grupo español está destinando recursos para posicionarse en el hidrógeno como fuente de energía del futuro. Pero el problema no está en la materia prima escogida por Canadá para exportar a Europa, sino en la falta absoluta de concreción a la hora de llevar al papel el proyecto.

NI RASTRO DE LOS 2.000 MILLONES

Fuentes del grupo español confirman a este diario la existencia de conversaciones con el Gobierno de Trudeau y admiten que se ha explorado la viabilidad de adaptar sus instalaciones en el país siguiendo la línea manifestada por el Ministerio de Medio Ambiente del país, ya que encaja con el Plan Estratégico de la compañía.

Pero insisten en que «no se ha tomado decisión alguna ni se ha comprometido una inversión concreta», a pesar de que en el mercado se habla de un importe de 2.000 millones de euros necesarios para llevar a cabo la transformación de la planta de Saint John para traer gas a Europa.

REPSOL: «NO SE HA TOMADO DECISIÓN ALGUNA NI SE HA COMPROMETIDO UNA INVERSIÓN CONCRETA» con el gobierno de canadá

Además, en el caso de que el Ejecutivo canadiense decidiera presentar una propuesta formal y concreta, el plan no podría ejecutarse a corto plazo, debido a que este tipo de proyectos necesitan pasar una serie de tramites y aprobaciones antes de poder ver la luz.

«Parece que todo se trata de un ardid político más que una cuestión económica, Canadá se ha precipitado en anunciar una estrategia de apoyo a Europa para que diversifique sus fuentes de energía tras la guerra de Ucrania y de momento no hay ningún papel que avale esta propuesta», explican fuentes financieras con intereses en el sector.

Además en estos momentos Repsol está negociando la venta de casi 40.000 hectáreas de tierras dedicadas a la producción de petróleo y gas en Alberta, según publicó hace unos días Reuters. Una operación que permitirá a la empresa española seguir aumentando su liquidez, ingresando 300 millones de dólares que pagará el comprador: Teine Energy. «La estrategia de Repsol en Canadá es más de salida que de entrada, al grupo le interesa más Estados Unidos que Canadá”, apuntan las fuentes consultadas.

REPSOL SALE DE COMPRAS

En cuanto a la estrategia de crecimiento de Repsol, el mercado espera que se produzca alguna gran operación corporativa, sobre todo después de la venta al fondo EIG del 25% de negocio de exploración y producción (upstream), participación valorada en 4.800 millones de euros.

Al cierre del pasado junio el grupo español tenía una liquidez de 9.380 millones de euros, un exceso de caja que permite a la compañía no sólo reducir deuda y garantizar el pago de los vencimientos a corto plazo, sino salir de compras para aumentar su cartera de renovables e, incluso, buscar oportunidades en su negocio tradicional.

El consejero delegado del grupo, Josu Jon Imaz, ha señalado que los ingresos de la operación de EIG (que serán mayores cuando se produzca la salida a bolsa del negocio upstream en EEUU en 2026) permitirán a Repsol «financiar y acelerar otros proyectos de crecimiento importantes». Entre los que destacan la «descarbonización, economía circular, la transformación de complejos industriales, crecimiento en generación renovable e hidrógeno verde».

EXCESO DE LIQUIDEZ: A TIRO DE OPA

Y es que no es bueno tener un exceso de liquidez en un contexto de buenas perspectivas de negocio, ya que una jugosa caja es un atractivo para otras empresas del sector que llevan tiempo queriendo lanzar una OPA sobre Repsol y que ahora tienen enfrente el escudo creado por el Gobierno en marzo de 2020 –cuando se decretó la pandemia– para proteger a las empresas españolas de sectores estratégicos frente a las ofertas de compra de inversores extranjeros. 

Pero el escudo no será eterno y cuando sea retirado habrá muchos activos en el sector petrolero a tiro de OPA. Todas las casas de análisis dan un importante potencial de revalorización a las acciones de Repsol, que ya acumulan un repunte del 20% en los primeros ocho meses del año superando los 13 euros por título.

El único punto negro se encuentra en el terreno fiscal, ya que la empresa será una de las más castigadas por el nuevo impuesto anunciado por el Gobierno español a las energéticas que esta semana se debate en el Congreso. Según Goldman Sachs afectará al 8% de la facturación anual de la petrolera española.