El petróleo enciende la estanflación global

IG Markets

Las renovadas caídas en el precio del petróleo preocupan a inversores y analistas. El temor a una recesión global, junto con las fuertes divergencias en la renta variable auguran caídas de al menos el 31% desde los niveles actuales en el oro negro, según comentan varios expertos consultados por INVERSIÓN. No obstante, estas caídas podrían ser sólo una tregua al abrupto ascenso registrado desde mínimos.

Los niveles más probables en este momento son los 65 dólares por barril, tal y como señaló Citigroup, pero el descenso no se detendrá en ese nivel. Para el próximo año, se esperan los 45 dólares, un 52% por debajo de la cotización actual del Brent, sobre los 95 dólares por barril tras descender un 7% en las últimas dos jornadas.

La estanflación actual, es decir, un frenazo económico con una inflación galopante, se asemeja más a una crisis muy incierta

Los analistas no sólo apuntan al temor de la recesión global, sino también a la brusca desaceleración en China debido a las restricciones de la pandemia y a la crisis inmobiliaria que vive el gigante asiático. Para octubre y noviembre, el contrato más activo, el Brent registra descensos, pero se mantiene en los 97 dólares. Sin embargo, el West Texas registra una caída más intensa, también debido a una mayor fortaleza del dólar por parte de la Reserva Federal.

Para Citigroup, el escenario actual es una mezcla entre la crisis de 2008 y la de 1970, donde el petróleo y sus bandazos provocaron una recesión con inflación sin precedentes. Y es que, pocos son ya quienes tratan de comparar esta recesión con la de hace 14 años. Apenas hay similitudes, y hay más separación, al menos por ahora.

EL PETRÓLEO HACE CASO OMISO A LA BOLSA POR LA ESCASEZ DE OFERTA

Para comenzar, la crisis subprime se llevó por delante empresas, financiación e inversiones; dejó un reguero de paro casi sin precedentes en España, pero los precios no subieron como ahora. Asimismo, la estanflación actual, es decir, un frenazo económico con una inflación galopante, se asemeja más a una crisis muy incierta, con demasiados desequilibrios económicos y por ahora sin consecuencias reales en la economía. El motivo es que el paro es el último indicador en caer, y el último en recuperarse. Antes, las empresas tendrán que acogerse a los temidos concursos de acreedores, a las figuras de los ERE y a la refinanciación de deuda, cuyo coste irá en aumento tanto en la Eurozona como en Estados Unidos.

petroleo Merca2.es

Pese a este encarecimiento del dinero, la realidad es que consumidores y empresas han acumulado ahorros durante la última década debido a una política acomodaticia benigna en el corto plazo, pero de terribles consecuencias cuando se retiran los estímulos. Con los tipos de interés incluso en negativo, las familias se han vuelto a hipotecar, pero racionalizando el gasto; tampoco podrían de otra forma porque las entidades financieras han mirado con lupa los créditos concedidos en estos últimos años. Sin embargo, los gobiernos no han seguido el ejemplo y han emitido deuda como si no hubiera un mañana, bonos que ahora cuesta más colocar en el mercado y más aún cuanto menor es el plazo de inversión. Además, el interés al que se prestan entre sí los bancos se ha disparado, encareciendo los préstamos variables y haciendo desaparecer los créditos a plazo fijo.

DE LA RECESIÓN A LA ESTANFLACIÓN: EL PETRÓLEO MARCA EL RUMBO

Todo ello, con una demanda al alza, increíblemente al alza, por un motivo sencillo: la oferta es prácticamente inexistente. Se mire el sector que se mire, los bienes de equipo y duraderos apenas existen en el mercado. La oferta de inmuebles se ha congelado por completo y registra niveles muy pobres, tanto que en algunas ciudades se llegan a ofrecer compradores, como ocurre en Barcelona y sus alrededores. Por esta razón, los precios de los inmuebles se han disparado, pero no porque haya una burbuja especulativa; aunque sí se ve en los alquileres.

Si los analistas de Citigroup están en lo cierto, la economía global se dirigirá a una recesión, independientemente de si el precio del oro negro ascienda, un escenario probable debido a la crisis del gas y con el frío invierno a la vuelta de la esquina. Y es que, si la demanda se dirige hacia este combustible, como está ocurriendo, el escenario pondría aún más en un aprieto a los bancos centrales por la inflación y también a las empresas importadoras, que aumentarán sus costes incidiendo en la inflación de forma más positiva. En definitiva, alimentando la estanflación.

Y es que, mientras la renta variable apunta a una caída del beneficio empresarial, una creciente incertidumbre para el final del año y todo el próximo 2023, junto con una prolongación de la invasión de Rusia a Ucrania y los persistentes cuellos de botella en China, el petróleo marcará el camino entre la recesión y la estanflación.

BOLSAS Y PETRÓLEO IBAN DE LA MANO, HASTA AHORA

Hasta ahora, las Bolsas y el petróleo iban de la mano, si uno subía es porque había optimismo económico y por tanto mayor demanda de la materia prima. Si caían, las perspectivas para el oro líquido eran también negativas. Sin embargo, las veces que se han registrado desequilibrios, como en 2008, máximos históricos en el Brent, ha habido una brusca y rápida caída en el oro negro cuando la Bolsa se ha desplomado.

Y es que, tanto las Bolsas como las materias primas se rigen prácticamente por los mismos ciclos económicos, siempre y cuando no haya una manipulación en el mercado, como la ha habido en la última década por la cortesía acomodaticia de los bancos centrales, pero también si la oferta escasea, como está sucediendo. Es decir, los productores de petróleo mantienen sus márgenes a pesar de la caída de la demanda. Tan sólo facturan menos en volumen, pero incrementan las ventas por el precio. Este hecho es crucial para entender el desequilibrio actual. Sin embargo, si las empresas cierran por la recesión o aminoran el stock, los productores se verían obligados a entrar en la rueda.

LA OFERTA SE RALENTIZA Y EL ORO NEGRO MANTIENE NIVELES

La oferta se ha ralentizado por el embargo de Occidente al petróleo ruso, mientras los productores se niegan a suplir esta ausencia en el mercado. En teoría, sin el oro negro de Putin, los precios deberían haber caído ante una caída de la demanda, pero aún las empresas se mantienen en pie debido a que han incrementado los precios para evitar la pérdida de rentabilidad, aumentando así también la inflación, especialmente la subyacente, en niveles récord en España.

Con este escenario, los bancos centrales tendrán que incrementar los precios de las divisas, provocando la entrada en recesión, pero sin arreglar el problema de la inflación. Por ejemplo, la subida de tipos del BCE no ha evitado el récord de la inflación en la Eurozona, por encima del 9% en agosto, y con España en la cabeza de países con mayor nivel de precios. Por esta razón, o el petróleo comienza a caer, junto con el resto de materias primas energéticas, al unísono con la Bolsa, o la estanflación, el peor escenario conocido será la próxima etapa.