El mercado se prepara para el martillo pilón del BCE

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El BCE tiene vía libre para continuar las subidas de tipos en septiembre. El incremento de los intereses no será del 0,25% o del 0,5%, alzas que la propia entidad define como «política acomodaticia«. Tras Jackson Hole, la reunión anual de banqueros, empresarios y políticos, el BCE ha optado por dar más alas a los halcones y asestará un golpe del 0,75%, la mayor alza desde noviembre de 1999. Al menos, así lo esperan inversores y analistas. El consenso apunta aun endurecimiento de las condiciones del crédito, que servirían para amortiguar la inflación galopante, pero que tendría como consecuencia un frenazo económico y la más que posible entrada en recesión en varios países de la Eurozona.

La subida de 75 puntos básicos se hace necesaria debido a la agresividad mostrada por la Reserva Federal de Estados Unidos, pero puede ser insuficiente

Ante este hecho, los inversores salen de las compañías más expuestas a este nuevo ciclo económico. En Estados Unidos, la huida de las tecnológicas es más que evidente, pero también la entrada en el sector bancario y financiero, donde el dinero es recibido con los brazos abiertos. Y es que, la nueva burbuja tecnológica ha estallado y ahora la subida de tipos augura una mayor rentabilidad en la banca.

El BCE tiene ahora como objetivo sostener el euro, una divisa que ha llegado a perder la paridad frente al dólar y que la ha vuelto a recuperar ante la expectativa del aumento de mayores tipos de interés. Soportar la divisa es crucial para la supervivencia de la Eurozona y la institución presidida por Christine Lagarde la ha descuidado, al menos hasta ahora.

LA ESCASA CREDIBILIDAD E INACCIÓN DEL BCE

El turno en este momento es para los ‘halcones’, el núcleo duro, frente a las ‘palomas‘, que han impuesto hasta ahora su teoría de continuar imprimiendo dinero con el fin de evitar la desestabilización en las primas de riesgo en países como España e Italia, éste último especialmente. Por ello, se aprobó un mecanismo para vender deuda más fuerte y segura para comprar la más debilitada.

La subida de 75 puntos básicos se hace necesaria debido a la agresividad mostrada por la Reserva Federal de Estados Unidos, especialista en exportar inflación a los países consumidores, incrementando así la rentabilidad de sus empresas. Hasta ahora, el BCE no se había planteado el incremento de tipos de interés por encima del 0,5%, pero la credibilidad de la institución está muy tocada, más cuando aseguró que no habría incrementos hasta 2023 y que la «inflación será transitoria«, como si de 2008 se tratara, cuando Jean-Claude Trichet subió los tipos con los precios del petróleo por encima de los 140 dólares. Un error que tuvo sus efectos con un mayor endurecimiento del crédito, de por sí ausente en la economía, ahogando así a las empresas que necesitaban emitir deuda para financiarse.

De estas penosas declaraciones de marzo han transcurrido seis meses y un alza del 0,5%, el pasado 21 de julio, un incremento insuficiente para atenazar el ritmo de subida de precios. Tras comprobar que la inflación continúa desbocada, el debate sobre mayores subidas de interés está ahora sobre la mesa, una decisión que debió tomarse en 2021, pero como suele ocurrir en Europa las decisiones llegan demasiado tarde.

EL BCE SE ENFRENTA AL ATOLLADERO DE LA ESTANFLACIÓN

Esta histórica decisión del BCE se debe por la inflación a cierre de agosto, pero especialmente por la subyacente, que descuenta los precios energéticos y productos frescos. En España se ha alcanzado un nivel récord, en el 6,4%. Es decir, el 61% del alza de los precios se explica sin la energía. Por ello, las empresas han incrementado el precio de todos los productos para mantener los márgenes, una estrategia que tiene límites, los mismos que impone el consumidor al adoptar sus decisiones de consumo.

Así, los hogares no están dispuestos a comprar según qué artículos, como bienes duraderos e incluso productos básicos. Sólo en junio, la caída del consumo en España es de diez puntos, un nivel que podría incrementarse con esta persistente inflación y más en agosto, donde los precios de la energía han alcanzado máximos históricos. En otras naciones, como Alemania y Francia, se llega a pagar 1.000 euros por MW, frente a los casi 400 que se marcan en España.

Christine Lagarde, presidenta del BCE
Christine Lagarde, presidenta del BCE

En Jackson Hole, según recogen las agencias, numerosos miembros del BCE, como Martins Kazaks, Klaas Knot y Robert Holzman, entre otros, se postularon a favor de un fuerte incremento de tipos con el fin de mandar un nuevo mensaje a los mercados. Están por ver los efectos que tienen en el euro y la inflación esta medida tras el fracaso de una subida tímida del 0,5% en julio. En un primer momento, se estimó la misma subida en septiembre y algo inferior en diciembre, al 0,25%. Sin embargo, esta nueva agresividad muestra el camino a una imponente subida también para fin de año.

UNA ENTRADA EN RECESIÓN CON SUBIDAS DE TIPOS DE INTERÉS, UN ESCENARIO PROBABLE

Las ‘palomas’, especialmente las que miran por Francia, consideran inapropiada una brusca subida de tipos y abogan por un endurecimiento sosegado, pero insuficiente ante la guerra contra la inflación. Y es que, Rusia no aminora en su chantaje energético. Gazprom, por ejemplo, no suministra gas a la gala Engie, mientras tres países, como España, han incrementado con fuerza la compra de gas ruso.

El BCE, además, ya no mira por el crecimiento, sino la salvación del euro. La deflación es ya un hecho, con un crecimiento demasiado lento, con unas subidas exuberantes en los precios. La institución abandonó su mandato -mantener los tipos en cotas cercanas al 2%- en 2020, con el estallido de la pandemia. En 2021, los precios cerraron en España por encima del triple, y la invasión de Rusia a Ucrania ha profundizado en esta crisis. Asimismo, la situación del BCE no es nada cómoda porque una subida del precio del euro deriva en una entrada en recesión, escenario donde no se descartaría incluso nuevas alzas. Y es que, para salir de la estanflación es necesario primero controlar la inflación, reducirla y retirar liquidez del mercado.

Todo ello, conllevaría un incremento del paro, cierre de empresas y empobrecimiento, las empresas supervivientes reducirán los precios para atraer la demanda y el ciclo tocaría su fin, como si una de las cuatro últimas recesiones se tratase. De los ahorros, intereses de deuda y conservación del mayor número de empleos posible dependerá la profundidad de la misma. Por ahora, los hogares subsisten por el ahorro generado, pero la inflación se los está comiendo, literalmente.