Quintero encara su último proyecto tras varios años refugiado en el silencio

En unos días Jesús Quintero celebrará su 82 cumpleaños junto a su mujer María, junto a la que convive desde hace varios años en Punta Umbría (Huelva). ‘El loco de la colina’ se ha refugiado en el silencio mediático tras comprender que las teles preferían husmear sobre sus problemas personales a interesarse por sus posibles nuevos proyectos.

La cacería que sufrió ‘El loco de la colina’ por el colorín hace unos años fue el motor que ha activado a su excompañero Jesús Melgar a escribir ‘El loco. Biografía no autorizada ni consentida de Jesús Quintero’ (Círculo Rojo), en la que ahonda sobre las luces y sombras que persiguen al hermético rey de la entrevista.

El covid acrecentó el aislamiento de Quintero, que emula a Napoleón en Santa Elena y sigue a la espera de que su municipio, San Juan del Puerto, impulse un museo nutrido por el legado que ha donado, alrededor de 10.000 horas de entrevistas.

ANTIVIRAL

Los jugosos audios del ‘Loco’ ahogado en deudas y presionando a Luis Pineda, donde las dan las toman, lo convirtieron en pasto de ‘Sálvame’ en 2018. «Me van a ejecutar en Cádiz, me van a ejecutar en Huelva, por favor Luis, arregla esto ya, por favor te lo pido. Yo te he hecho unos trabajos, Luis», decía.

El infortunio hizo que Quintero se estrellase por aquellos días con su Hummer customizado para alegría de algunos tertulianos, reporteros y paparazzis del corazón, que necesitaban una guinda que coronase el pastel viral. 

ENCANTADOR DE SERPIENTES

Melgar trabajó diez años a la sombra del mito, primero como subdirector de ‘El loco de la colina’ en RNE y la SER y más adelante como director de Radio Romántica. Pero la cercanía no endulza demasiado un libro en el que Quintero aparece retratado como un piterpanesco «encantador de serpientes» adicto a los potingues faciales y alérgico a pagar a sus acreedores.

Quintero hacía malabares para sortear facturas mientras dilapidaba fortunas televisivas en quijotadas empresariales, véanse su idea de convertir un bar de la Expo de 1929 en sala de conciertos, transformar el histórico Cine Pathé en un teatro gestionado a golpe de improvisación, o lanzar Radio Romántica sin licencia de emisión.

Su innegable capacidad a la hora de crear atmósferas propicias para la charla hipnotizó a los depresivos, canallas, groupies y currelas nocturnos que le seguían en RNE y la SER antes de que saltase a la tele con ‘El perro verde’, que inauguró la tele noctámbula a finales de los ochenta en TVE.

Quintero cruzó el charco gracias al éxito de sus espacios radiofónicos reemitidos en diferido en Buenos Aires y grabó programas en Argentina o Uruguay mientras soñaba con Rafi Escobedo o el mendigo asesino de ‘Cuerda de presos’, serie en la que entrevistó a más de un centenar de reclusos antes de sufrir un infarto y una depresión que lo tumbó en un sofá durante dos años.

RESURRECCIÓN Y FIN

Algunos pensaban que se había retirado a mediados de los noventa. Pero volvió a la primera plana con sus premiadas entrevistas a freaks en ‘El Vagamundo’ del extinto y clandestino Canal 2 Andalucía. Ese éxito le llevaría al primer canal autonómico andaluz con ‘Ratones Coloraos’ antes de regresar a TVE con un formato que cayó antes de hora tras la censura florentinista perpetrada por Luis Fernández, que acabaría contratado por el Real Madrid para un millonario puesto de nueva creación en Pekin, ni más ni menos.

La entrevista a García no se vio en televisión, al menos Quintero se la filtró a El Mundo, pero esa herida no acabaría de cerrar a pesar de que volvió, ya sin la fuerza de antaño, a Canal Sur. En su tierra acabó su carrera antes de algún escarceo, de un programa que se vio por una plataforma sudamericana de satélite al documental ‘Mi querida España’ basado en su archivo.

La bronca viral con Alsina hizo daño a Quintero, que aparecía cual María Teresa Campos limosneando un tardío encargo televisivo que no le llegó. Sí que le intentaron regalar algunos homenajes, pero a estas alturas no se quita de presumido para decepción de Jordi Évole. 

Quintero tampoco quiere salirse del mesiánico personaje, tal y como explicó su guionista Jesús Salvago en el amargo libro ‘El purgatorio’, y es por ello que se ha refugiado en el silencio tras más de cuatro décadas de entrevistas en formatos como ’13 noches’, ‘Cuerda de presos’ o ‘Qué sabe nadie’.

«AQUÍ, SEVILLA»

El peculiar sonido de la onda media y las caladas del tabaco aliñaban su ‘Loco de la colina’, radio artesanal en la que se mezclaban entrevistas a la gauche divine o el lumpen, llamadas, música y reflexiones escritas por Raúl del Pozo o Javier Rioyo y vomitadas por este actor asfixiado por su personaje al que algunas noches, según cuenta su equipo, tenían que acompañar a su apartamento del barrio de Santa Cruz porque salía sonado de los programas.

‘El loco…’ freudiano, sensible, anticapi y marujo otorgó altavoces a la diversidad, prestó atención al arte bajo la sintonía de Pink Floyd, le preguntó a Lola Flores a qué sabía la cocaína, recibió llamadas en su programa de Felipe González o descuadró al más pintado al golpe de, «¿ha probado varón?». 

Quintero cree que la entrevista es conducir al entrevistado gentilmente a su ser… principalmente con el respeto que mostró el onubense a la mayoría de risueños lazarillos que se encontraba a orillas del Guadalquivir.

Se supone que la puesta en marcha del museo será su última aventura laboral a pesar de que lleva años prometiendo que también iba a sacar tiempo para dedicarle un libro a los directivos televisivos. dudaba si llamarlo ‘Mis queridos hijos de puta’ o ‘Mis queridos hijos de la gran puta’. Por desgracia, ha escogido ser devorado por el silencio.