El ocaso de los dioses: por qué las tecnológicas se vuelven mortales

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Con miles de millones de personas encerradas en casa a todo el mundo le pareció una gran idea apostar por lo digital. Las décadas de Amazon perfeccionando sus plataformas y estrategias de negocio se convirtieron en un bien todavía más valioso. El software de Zoom para conectarse en remoto desde cualquier parte del mundo de convirtió en tendencia. Las horas que pasaban los ciudadanos de todo el mundo en Facebook o Instagram fue un reclamo demasiado evidente para todas las empresas del mundo. Y así, una a una, tanto las firmas ya consolidadas como las que se iban concibiendo tuvieron un boom inédito.

Sin ir más lejos, solo en Estados Unidos, el gasto aumentó un 38%, a 211.000 millones de dólares, en comparación con un crecimiento anual promedio del 21% en los cinco años anteriores. Las empresas de redes sociales más pequeñas, como Pinterest y Snap, llegaron a alcanzar un crecimiento de ingresos trimestrales de tres dígitos año tras año. Incluso gigantes como Alphabet (la empresa matriz de Google) y Meta (Facebook e Instagram), que reciben un tercio y una quinta parte de cada dólar invertido en publicidad digital en el mundo, respectivamente, registraron tasas del 50%.

Y todo eso llegó, después de muchos años de crecimiento inusitado. De hecho, la pandemia fue la traca final de un espectáculo de pirotecnia que llevaba en marcha más de una década. Así, mientras que los ingresos y las ganancias de Microsoft, Amazon, Apple, Meta y Alphabet crecían a una tasa del 20 anual durante los últimos 10 años, la economía de Estados Unidos no llegaba ni al 4%. En el caso de Europa, ese incremento de la economía era todavía más pequeño. El mejor reflejo de todo ello fue, sin duda, la meteórica evolución bursátil de todos ellos.

LOS VIEJOS PROBLEMAS QUE SIEMPRE VUELVEN

De hecho, algunos de esas firmas lograron algunos hitos históricos que hasta hace poco eran impensables. Primero, fue la de superar el billón de dólares de cotización bursátil. Cuando esa proeza se normalizó, esos mismos volvieron a destrozar los registros rebasando la barrera de los dos billones. Aun así, cuando aquello dejo de impresionar a inversores y/o analistas alguna de ellas logró el más difícil todavía al alzarse por encima de los tres billones de dólares. Una barbaridad que, por ejemplo, logró Apple a principios de este 2022. Desde entonces, sus títulos no han parado de caer.

Y es que por primera vez en su corta, pero intensa, historia empresarial, los gigantes tecnológicos se enfrentan a los problemas que han subyugado a cientos y cientos de directores ejecutivos. Los de la economía real. Unos inconvenientes que van desde los problemas de suministro o cuellos de botella en la producción física hasta ver como los empleados que un día se pegaban por entrar a trabajar en ellas ahora buscan otros sectores. Al final, si algo está demostrando este 2022 es que los nuevos tiempos, y la nueva economía, no implican decir adiós a los problemas que han existido siempre. En eso se incluye también que aquellas compañías que parecían intocables, también sangran.

Empiece directamente por Apple, el gigante de los tres billones, que está sintiendo en sus propias carnes dos problemas tan antiguos como la estrangulación de las cadenas de suministro o el proteccionismo. Sin ir más lejos, la firma de Cupertino se ha visto inmersa en la desconcertante política de cierres en China cada vez que aparece un caso de covid-19 en China. Unos problemas que puede restar entre 10.000 y 20.000 millones sus ingresos. Aun así, la compañía probablemente sea de las que mejor paradas salga de todo esos problemas que son comunes al resto de grandes compañías de todo el mundo.

¿UN NUEVO AMANECER? DE MOMENTO PARECE QUE NO

Al que no parece irle también es a Amazon, la compañía que en algún momento batió a Apple como la más valiosa del mundo. Recientemente, la firma anunció que subiría sus precios en Europa para contrarrestar los estragos que está provocando la inflación y los problemas en las cadenas de suministro, según reconoció la propia empresa. Pero esa subida esconde otros problemas más mundanos y reconocibles a lo largo y ancho de la historia económica: la sobrecapacidad. Un mal que ha venido después de que el gigante pretendiese construir en dos años tantos metros cuadrados en almacenes como ha estado haciendo Walmart en 50 años.

Aunque todavía es peor si se pone la lupa en las ambiciones expansionistas de la compañía por todo el mundo. Una idea que de forma general parece muy atrayente, al aumentar notablemente los clientes y los ingresos, pero que vista en detalle se está convirtiendo en una pesadilla. En primer lugar, por el enorme coste económico que tiene, Amazon ha invertido cantidades ingentes de dinero en ello. En segundo lugar, por el enorme coste en forma de gestión, planificación y desarrollo organizativo necesario. Finalmente, los retornos son, por el momento, muy pequeños. Y es que en los países ricos el ingreso medio todavía está muy lejos de Estados Unidos, mientras que en los pobres la competencia lo pone cada vez más difícil.

Aun así, Amazon o Apple no se han desviado de su plan original. Algo que no puede decir Meta. De hecho, la firma fundada por Marck Zuckenberg ha dado un giro de 180 grados en su estrategia para apostarlo todo por la creación del metaverso. Una ensoñación de un mundo digital inmersivo con ecos en la ciencia ficción que ahora parece atraer todas las miradas. Quizás su llegada suponga el nuevo amanecer de las compañías tecnológicas y se puedan ver de nuevo crecimientos trepidantes en sus valoraciones o en las del resto del sector, pero hasta entonces tendrán que seguir con el padecimiento como el resto de los mortales.