La Unión Europea sube su apuesta contra el cambio climático. Aunque eso sí, a costa de los ciudadanos. Y es que el nuevo impuesto al carbono con el que quiere grabar las importaciones de ciertos productos puede tener un coste muy elevado. En concreto, los últimos informes al respecto cifran el coste en cerca de 11.700 millones de euros para las compañías. Además, podría llevarse por delante hasta un 15% de la industria europea, dado que muchas compañías pueden mover sus plantas de producción para no verse afectadas.
BRUSELAS Y EL ESQUEMA
Desde que allá por 2005, Bruselas decidió implementar su actual esquema de fijación de precios para las emisiones de carbono, el sistema ha cambiado poco. Aquel desarrollo se aplicó para todos los sectores europeos salvo para aquellos intensivos en emisiones de CO2, ya que se temía que podían trasladar sus plantas a otras regiones. Entre ellos estaban los productores de aluminio, hierro, cemento, fertilizantes, plásticos y productos químicos. Pero esos beneficios desaparecerán progresivamente a través de lo que se conoce como ‘Mecanismo de Ajuste de Fronteras de Carbono’ (CBAM, por sus siglas en inglés).
Ese cambio es el que ahora puede añadir más presión a los precios si finalmente se lleva a cabo. Y es que no solo las compañías en suelo europeo tendrán que comprar derechos de emisión próximamente. También los importadores de estos bienes deberán comprar una nueva categoría de permisos para contaminar. En principio, el coste será la diferencia entre el precio de un derecho similar en la región desde la que se importa, o la más cercana, y el que tiene en Europa. Así, por ejemplo, una empresa que importa un producto que llega de China deberá abonar en torno a 70 euros, esto es la diferencia entre el precio chino (10 euros) y el europeo (80 euros).
EL ELEVADO COSTE DEL IMPUESTO
Obviamente, ese pago supone un coste adicional que muchas empresas deberán asumir. En total, se prevé que le cueste en torno a 11.700 millones de euros a la firmas europeas la puesta en marcha del CBAM, según los últimos cálculos realizados por Bloomberg. Una cantidad que en su mayoría se trasladará a los consumidores en forma de mayores precios. “El mecanismo podría agregar más de 8.500 millones al año a los precios de importación en las industrias seleccionadas”, explican los analistas acerca de lo que supondrá su puesta en funcionamiento.
Los cálculos se realizARON sobre un precio base del carbono de 75 euros para la UNIÓN EUROPEA
Un coste que podría ser mucho mayor. Y es que los cálculos realizados por los analistas se han realizado sobre un precio base del carbono de 75 euros para la UE. Una cantidad que está muy por debajo tanto de la actual, unos 83 euros, como del nivel en el que ha instalado durante meses, cuando superaba los 90 euros. De hecho, la única razón por la que la cifra se ha reducido es porque la Comisión Europea tuvo que intervenir en el mercado y añadir otros 200 millones de nuevos créditos de carbono a los 1.450 millones que ya existían. Eso implicaba que próximamente se puedan ver precios más altos.
Es probable que el CBAM se extienda a más productos comerciales
Además, el escenario base solo contempla un máximo de nueve productos básicos, que suponen el 5% de las importaciones totales desde fuera de las fronteras. Pero con el paso del tiempo los expertos consideran que se irá extiendo, lo que aumentará ese coste total. “Es probable que el CBAM se extienda a más productos comerciales que lleguen de socios más grandes después de su lanzamiento completo”. Por último, el coste no solo implica un incremento de precios para los consumidores europeos, sino también miles de despidos y el cierre de algunas fábricas.
LA DESLOCALIZACIÓN Y EL IMPUESTO
Así, un estudio publicado en 2021 por el Instituto Alemán de Investigación Económica, más conocido como DIW Berlín, estimaba que el CBAM podía tener un alto coste en forma de fugas de empresas industriales. En concreto, los expertos encontraron que a precios superiores a los 75 euros por tonelada, en la actualidad está en los 83 euros y ha superado durante mucho tiempo los 90 euros, hasta un 15% de la industria europea podría verse socavada o en peligro de desaparecer o trasladarse. Un aviso importante para los funcionarios de Bruselas.
Y es que la construcción de un mecanismo de este estilo es realmente complicado. Sin ir más lejos, en 2018, la propia Comisión Europea reconocía que implementar un mecanismo para gravar las importaciones desde el punto de vista del carbono sería “claramente inmanejable”. Al fin y al cabo, es realmente complicado determinar de manera justa, o lo más justa posible, cuánto carbono se ha emitido en la producción de una importación determinada y en qué medida los gobiernos extranjeros ya han atacado esa emisión.
EL ESFUERZO Y LAS LAGUNAS
El CBAM es el mejor esfuerzo, e incluso se acerca a ese ideal, aunque sigue teniendo muchas lagunas. Por ejemplo, las empresas podrían ajustar sus cadenas de suministro para aprovechar que se trata de una política limitada. De hecho, los muchos fabricantes de vehículos en España tendrían que pagar ese impuesto especial cuando importan acero para fabricar los vehículos en el país, sin embargo, si importan el chasis del coche ya fabricado no tendría que pagar ningún recargo. Obviamente, ese el tipo de casos a los que hace referencia el estudio de DIW Berlín y que podrían arrasar un 15% de la industria de Europa.
su imposición tampoco implica realmente que haya grandes resultados
Además, su imposición tampoco implica realmente que haya grandes resultados. De hecho, otra de las lagunas es que las firmas extranjeras podrían redirigir sus productos y enviar a Europa lo más ecológicos (y caros) y a otros países los más sucios (y baratos). Con lo que perderían, de nuevo, los consumidores europeos. En definitiva, la aplicación del CBAM es una patata caliente para los Gobiernos de la UE que todavía deben ratificarlo, al fin y al cabo, será otro palo en las ruedas de la productividad y la economía europea frente al resto del mundo.