sábado, 14 diciembre 2024

Turquía impone un ‘control de capitales’ y mete más presión a BBVA

BBVA activó el botón del pánico en Turquía el pasado 28 de junio. En ese preciso momento, la entidad que preside Carlos Torres reconoció ante el mercado que aplicará el criterio de contabilidad hiperinflacionaria en la región. Eso implicó un golpe directo de 324 millones de euros y la reducción hasta la mínima expresión de sus beneficios allí. Probablemente el peor desenlace posible para las aspiraciones del banco. O quizás no. Y es que parece que en la firma vasca, como dice un reconocido personaje de ficción español: ¡En el sótano de tu fracaso [el de BBVA en Turquía] siempre hay una planta más!

Y es que solo hay algo peor que tener un problema: no solucionarlo y que se extienda. BBVA lo ha hecho al decidir durante los últimos años quedarse en un país del que otros han huido años antes. Mientras que Turquía, por su parte, lo ha hecho al no poner coto a la elevada inflación que está asolando su economía y destruyendo su divisa. Aunque quizás no es del todo así, ya que realmente hay algo todavía peor a lo anterior: alimentar el problema hasta que llegue el punto de que se descontrole. En esa parte parecen estar tanto la firma español como el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan.

BBVA, ONUR GENÇ Y EL MAYOR ERROR POSIBLE

En primer lugar la entidad bilbaína. Así, una de las decisiones transcendentales de BBVA diseñada por su consejero delegado, Onur Genç, fue oponerse a una fusión (más bien comprar) Banco Sabadell. Para el ejecutivo era preferible buscar otras salidas como, por ejemplo, aumentar la exposición a Turquía, ya que solo poseía un 50% de Garanti. En aquel momento, era finales de 2020, el coste de ambas operaciones se asemejaban, por lo que las dos se estudiaron a fondo. De hecho, las dos han sido notificadas a la CNMV. Pero finalmente solo se ha llevado a cabo la segunda, lo que se está demostrando un error.

Además, desde todos los puntos de vista. En cuanto al valor creado, si nos fijamos en la revalorización bursátil, parece innegable. Banco Sabadell ha duplicado su precio desde entonces, mientras que el valor de Garanti se ha reducido a la mitad. También desde el de los beneficios. La entidad catalana pese a sus muchas limitaciones puede cerrar el 2022 con unos beneficios que podrían rondar los 700 millones. Por su parte, la contribución de la filial turca se ha volatilizado, después de activar la aplicación de la contabilidad hiperinflacionaria.

Por último, el riesgo parece ser cada vez más un elemento crítico. Y es que BBVA se ha lanzado a comprar la totalidad de un banco en un país altamente inestable, en especial, por las ocurrencias monetarias de su presidente. Unas ideas dementes que, de hecho, han provocado que el banco tenga que activar ese tipo de contabilidad. Aunque todavía puede ser peor. Al fin y al cabo, tanto Erdogan como Turquía parecen empeñados en seguir vertiendo gasolina sobre el balance ya incendiado de BBVA.

ERDOGAN SE OBCECA Y CONDENA A TURQUÍA (Y A BBVA)

Para entender los problemas por los que atraviesa Turquía, primero hay que ver los datos. La inflación oficial es del 73%, pero probablemente sea mucho mayor. A su vez, la lira ha seguido perdiendo valor frente al dólar y en lo que va de año ya cede casi un 20%. Para intentar frenar esa sangría, el Banco Central de Turquía se ha visto obligado a intervenir tanto en el mercado de divisas como en el de depósitos. Pero el resultado ha sido catastrófico. Así, desde el 2019, la autoridad monetaria ha gastado al menos 165.000 millones de dólares para evitar el desplome de la lira sin resultados.

Además, a finales del año pasado, el gobierno dio a conocer un esquema para compensar a los tenedores de depósitos especiales en liras por la depreciación de la moneda frente al dólar, en un intento por detener una nueva sacudida. Desde entonces, los turcos han invertido 963.000 millones de liras en las cuentas especiales. Sin embargo, debido a que la moneda ha seguido cayendo, el tesoro les debe miles de millones de dólares. En definitiva, que a los reguladores turcos se les empiezan a acabar los recursos.

Aunque no las ocurrencias. En principio, revertir esa difícil solución no sería complicado desde el punto de vista técnico, ya que requeriría una fuerte subida de tasas que volviera atraer a los inversores hasta la lira. También ayudaría a enfriar la economía reduciendo la inflación. Pero esa posibilidad parece descartada. “Estoy 100% seguro de que Erdogan no usará las tasas de interés como herramienta”, explicaba Ozlem Derici Sengul de Spinn, una consultora en Estambul, a The Economist recientemente.

LA ÚLTIMA OCURRENCIA DE ERDOGAN QUE PUEDE ACABAR CON BBVA

“Lo que asusta a inversores y empresas es hasta dónde puede llegar Erdogan para mantener la configuración monetaria actual. El espectro de los controles de capital ha comenzado a cernirse sobre el país”, señalaba el propio rotativo acerca de la deriva que está tomando la situación. Y es que la última ocurrencia del presidente empieza a asemejarse demasiado a eso mismo: controles de capital que acabe en una grave crisis bancaria y un corralito.

Y es que el 24 de junio la autoridad bancaria de Turquía (BDDK) dictaminó que las empresas turcas ya no serían elegibles para préstamos en liras si sus tenencias en moneda extranjera superaban los 15 millones de liras (aproximadamente 900.000 dólares) y si la cantidad excedía una décima parte de sus activos o ventas anuales. ¿Qué significa eso? Básicamente, lo que intenta Erdogan es obligar a las empresas a vender dólares y euros para que la lira remonte. Pero esa idea resulta peligrosa.

MONEDA EXTRANJERA

Al fin y al cabo, cuanto más penaliza el gobierno las tenencias de moneda extranjera, menos capaces son las empresas de proteger sus ahorros contra la inflación, lo que socava la confianza. Aunque es peor cuando tu eres un banco porque te limita los créditos que puedas dar en dólares, lo que siempre ha defendido el banco BBVA. También resultará más difícil comprar bienes y servicios en el extranjero, lo que se traduce en un caos para una economía industrial. Por último, llegará lo inevitable: “Algunos buscarán formas de eludir la nueva directiva y se llevarán el dinero al extranjero”, explica Durmus Yilmaz, exgobernador del banco central.

La medida como tal, es verdad, no cumple con los criterios estrictos de un control de capitales, pero en la práctica lo es. Además, de ser un primer paso muy peligroso por dos razones: la primera es que si Erdogan detecta que muchas empresas se llevan el dinero fuera, entonces sí podría ordenar ese control de capitales de manual. La segunda es que al igual que con las empresas el siguiente paso puede ser aplicar lo mismo a los ciudadanos. Para entonces, el corralito será prácticamente inevitable. Un final para el que todavía queda mucho, y no es fácil, pero no hay que subestimar la capacidad de autodestrucción que están demostrando tanto Turquía como BBVA.


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