La cumbre de la OTAN que está semana se celebra en Madrid además de ciertas (y necesarias, por motivos de seguridad) incomodidades para todos aquellos que han osado aventurarse por el centro de la ciudad con su coche, ha traído dos acuerdos de enorme importancia.
El primero de ellos, que Turquía levanta el veto a la incorporación de Suecia y Finlandia a la organización. Una noticia que demuestra que la invasión de Ucrania por parte de Rusia no ha hecho más que reforzar el papel de una organización cuya misión no es hacer o provocar guerras, sino estar preparada para garantizar la paz y la seguridad y defender la libertad, la democracia y la legalidad por medios políticos o militares.
Si Vladimir Putin esperaba encontrarse una Unión Europea o una OTAN divididas o debilitadas, ha tenido enfrente a unas organizaciones cada vez más comprometidas con la defensa de los valores democráticos.
El segundo, el acuerdo entre España y EE. UU. para reforzar la presencia militar estadounidense en Rota aumentando de cuatro a seis los destructores y de 1.200 a 1.800 los efectivos presentes en la base.
Un hecho por el que debemos felicitarnos como país y como defensores de la democracia, pero cuando Pedro Sánchez ha dicho que sobraba el Ministerio de Defensa y altos cargos del Gobierno de España han alentado y participado en manifestaciones en contra de la OTAN:
¿podemos estar seguros de que España cumplirá sus compromisos?
¿podemos estar seguros de que España está preparada para la paz?
Y me pregunto si estamos preparados para la paz puesto que, como dice el viejo adagio romano, “Si vis pacem, para bellum”, es decir, “si quieres la paz prepárate para la guerra”. O lo que es lo mismo, refuerza tu estructura militar dotándola de más y mejores recursos materiales y personales.
Ese refuerzo tiene, como no puede ser de otra manera, su reflejo en los Presupuestos Generales del Estado y en estos momentos somos el segundo país de la Alianza que menos presupuestos destina al gasto en defensa.
Concretamente somos el segundo país de la OTAN que destina un menor porcentaje a su defensa, un 1,02% del PIB (datos 2021). Sólo nos supera en este negativo pódium Luxemburgo que dedica un 0,57% del PIB a Defensa.
Y con esta realidad, ¿podemos creernos la promesa del Gobierno de alcanzar el objetivo del 2% fijado por la OTAN a sus socios? Cumplirla requeriría duplicar el gasto en Defensa pasando de los 12.208 millones de euros a los 24.000 millones, pero no parece que esas sean las prioridades de este gobierno.
Y esto no es una percepción sino una afirmación ya que Ucrania ha puesto de manifiesto, a través de su embajador en España, que el material enviado por nuestro país es claramente insuficiente dada la gravedad del conflicto, la prometida (estando en la oposición) equiparación de los militares con otros miembros y fuerzas y cuerpos de seguridad del estado nunca ha llegado, y los únicos 20.000 millones que el gobierno ha puesto encima de la mesa son los destinado al Plan Estratégico de Igualdad que se ejecutará durante los próximos tres años.
No parece que las prioridades de nuestro gobierno, a tenor a las cifras recogidas en los presupuestos, estén tan claras como las grandilocuentes comparecencias de prensa pretenden hacernos creer y, por tanto, la duda permanece ¿está España preparada para la paz?
Antonio González Terol, diputado del Partido Popular (PP)