La recesión se aproxima a la economía real. Los bancos centrales de más de 80 países han movido al alza los tipos de interés, golpeando a un mercado inmobiliario con un exceso de demanda y una escasez de oferta sin precedentes. Estos elementos están provocando anomalías y graves distorsiones en el mercado, más cuando la Reserva Federal de EE UU tenía como intención secar la demanda y retirar dinero del sistema con una inflación galopante.
Sin embargo, las continúas alzas de los tipos de interés, que ascienden al nivel más elevado desde septiembre de 2019 y al mayor ritmo de crecimiento desde hace 30 años, ha espantado a la demanda, que mantiene al mismo tiempo una importante liquidez. «No se conceden hipotecas porque nadie las pide con los niveles actuales«, han asegurado fuentes financieras conocedoras de la situación en Estados Unidos. «El mercado se ha secado por completo. Por un lado, la oferta se niega a bajar precios; por otro, la demanda se mantiene en liquidez a la espera de una bajada«. Este hecho está haciendo estragos en las divisiones hipotecarias de los gigantes bancarios en la primera potencia de Occidente.
DE LA CONTRACCIÓN AL HURACÁN: COMIENZAN LOS DESPIDOS EN EL INMOBILIARIO
JP Morgan Chase & Co ha cogido el toro por los cuernos y asumido la cruda realidad al despedir a más de 1.000 trabajadores de su negocio hipotecario. El motivo es que con los tipos de interés al alza se impide el dinamismo económico. «El escenario más benigno es una contracción económica«, pero la «recesión parece más que un hecho«, han sostenido las mismas fuentes. El caso de este gigante financiero no es el único y tan sólo sería la punta del iceberg si los precios de la vivienda no moderan. La entidad financiera recolocará a la mitad de estos empleados en otras divisiones, pero tan sólo es el primero en advertir este cambio. El resto tendrá cabida ya sea dentro o fuera de la entidad financiera, según informa Bloomberg.
Nunca habíamos tenido esto, así que estamos viendo algo sobre lo que se podrían estar escribiendo libros de historia durante 50 años
Sin embargo, todo apunta que será el primer movimiento de los que tienen que venir. Y es que, la Reserva Federal de Estados Unidos tiene intención de presionar al alza el precio del dólar hasta tener bajo control a la inflación, cuyo crecimiento es del 8,6% en tasa interanual. Alimentos, transporte y otros bienes han sido los conceptos que más han subido en los últimos meses. Estas circunstancias han secado la demanda también en otros dos gigantes del sector.
Compass y Redfin prescindirán de miles de empleos en Estados Unidos. En concreto, recortarán entre el 10% y el 8% de la plantilla, respectivamente. Todo ello, debido al enfriamiento del sector inmobiliario por el alto precio del dólar tras las sucesivas alzas de tipos de interés. Los grandes del sector ya habían advertido la posibilidad de despedir, pero era la última bala en la recámara. Ahora las han disparado, dando así luz verde a las primeras consecuencias de una recesión que podría ser más larga de lo habitual y acompañada de una espiral alcista en los precios, más cuando el petróleo frente al euro cotiza en máximos históricos, y en niveles elevados respecto al dólar, por encima de los 100 dólares.
LA INFLACIÓN AVANZA PESE A LAS ALZAS DE TIPOS: NO SE RETIRA LA LIQUIDEZ
Y es que, EE UU no logra exportar la inflación al ritmo deseado como ha hecho en el pasado debido a la contención en el gasto en el resto de países. Una de las consecuencias más serias, por otro lado, pasa precisamente por el estallido y descontento social, que podría agravar aún más la situación. Estas algaradas se están produciendo en países de Latinoamérica y también en África, que podría atravesar una crisis alimentaria sin precedentes.
Como muestra de esta contracción económica, la compraventa de casas de lujo se ha desplomado con fuerza desde el comienzo de la pandemia. Sin embargo, los precios continúan disparados. Un rastreo en inmobiliarias de lujo muestran precios inverosímiles por áticos y apartamentos, como uno de 200 metros por la friolera de seis millones de dólares en Miami-Dade, otros 40 millones por una villa en plena costa; y otro casi un millón por un habitáculo de dos habitaciones.
Redfin tiene un lema fijado entre ceja y ceja: «Vender más caro tu casa que la de lado». Asimismo, también está poniendo toda la carne en el asador para atraer clientes al alquiler. Entre sus ofertas de compra aparece un apartamento de 80 metros cuadrados por más de 630.000 euros. El inmueble está ubicado en las afueras de San Diego, a una media hora en coche, y en una zona residencial de nivel medio. La vivienda dispone de dos habitaciones, con dos cuartos de baño y fue construida en 1986. El comercial de este gigante cobraría una comisión del 2% por la transacción.
SOBRAN EMPLEADOS INMOBILIARIOS ANTE EL DESINTERÉS DE LA DEMANDA, PERO LA OFERTA NO RECULA
Durante la pandemia, estas empresas rechazaron a miles de clientes dado el gran volumen que manejaban. Por entonces, contrataron a miles de personas, sobredimensionando la plantilla y ahora toca ajustarla ante un parón en el mercado. Esta es la segunda vez que esta inmobiliaria ha recortado plantilla en los últimos dos años. En abril de 2020 despidió al 40% del personal.
Compass, por su parte, prescinde de otros 450 empleos, el 10% del total, por «las claras señales de desaceleración en el crecimiento económico«. Asimismo, la empresa ha paralizado sus planes de expansión hasta finales de año. A juicio de la compañía, el volumen de hipotecas concedidas durante los últimos años ha llegado a un nivel de sobrecalentamiento. El pasado año, Zillow, ha eliminado 2.000 puestos de trabajo, el 25%. ¿Quién será el siguiente?
Otra de las grandes cuestiones sin resolver se centra en la duración y cuánto debería bajar la oferta para poner de nuevo la rueda a funcionar. Para JP Morgan, esto no es una tormenta sino un «huracán«. Quien así lo asegura es Jamie Dimon, consejero delegado de JP Morgan y uno de los principales protagonistas de la crisis de 2008, por la que tuvo que pagar 13.000 millones de dólares en sanciones por la venta de productos tóxicos. Hace unas semanas, Dimon definió la situación como «un nubarrón«. Un cambio de criterio y una alerta de que lo peor está aún por venir.
LA FED VENDE DEUDA, PERO TAMPOCO HAY COMPRADORES
Para el jefe de JP Morgan, hay demasiada liquidez en el sistema y una gran especulación. Sin embargo, la Reserva Federal de Estados Unidos se ha quedado sin herramientas para eliminar ambas. Tan sólo subidas de tipos de interés que podrían derivar en un parón económico, que provoque cierre de empresas y elevadas tasas de desempleo. Asimismo, la FED está vendiendo deuda con una fuerte presión, pero no hay tampoco compradores particulares, que ven ya una caída del 20% en Wall Street.
Para Dimon, se trata de un escenario jamás visto. Es una mezcla entre la crisis de 2008; la de 2000, con la explosión de la burbuja tecnológica; 1973 por el precio del petróleo y la del crack del 29, al situarse la caída en Bolsa en los niveles más elevados desde 1937. «Nunca habíamos tenido esto, así que estamos viendo algo sobre lo que se podrían estar escribiendo libros de historia durante 50 años», dijo Dimon. Su consejo es «que se preparen» y espera como mínimo «una gran volatilidad«.
Por el momento, los datos de la economía real dejan un panorama desolador en numerosas zonas del mundo. La actividad manufacturera ha caído en la Eurozona, Estados Unidos, Japón y Gran Bretaña. La confianza de los consumidores y empresas caen y, por tanto, descienden los pedidos.
LOS INDICADORES DE LA RECESIÓN APUNTAN A LA ESTANFLACIÓN
El índice de producción PMI compuesto en manufactura y servicios en Estados Unidos descienden a casi 50 puntos, nivel que marca la contracción de la bonanza económica. Se trata de niveles muy bajos. Mientras tanto, los altos precios en la zona euro significaron que la demanda de productos manufacturados cayó en junio al ritmo más rápido desde mayo de 2020, en pleno confinamiento. Uno de cada tres economistas apunta a la probabilidad de una recesión en el próximo año, es decir, que entre tres y seis meses antes las Bolsas recortarían con fuerza, siempre y cuando este escenario no esté descontado en el mercado.
Sin embargo, el mayor peligro se llama «estanflación«, una inflación galopante con una recesión, que conllevaría una alta tasa de paro y una demanda débil. El problema es que para combatir los elevados precios es necesario subir los tipos de interés a ritmos muy altos, mientras se provoca el cierre de empresas. Una maniobra difícil de solucionar únicamente comprando deuda y secando la demanda.