Llega el dólar digital, España e Italia rezan al BCE y China rescatará a la banca

Comenzamos la semana en la que oficialmente arranca el verano, un periodo en el que además de sol y playa vamos a ver cómo las autoridades monetarias de todo el planeta enfrían las economías para intentar lavar sus pecados tras décadas de represión financiera.

OBJETIVO: DESTRUIR LA DEMANDA

La Reserva Federal acaba de subir los tipos de interés un 0,75% y en su próxima reunión de julio todo indica que repetirá la operación, mientras el BCE sigue la estela de Jerome Powell desde la lejanía, preparando un nuevo mecanismo «antifragmentación» que le permita sorber y soplar al mismo tiempo: destruir la demanda mientras contiene las primas de riesgo de los países del sur de Europa.

Comenzando por EE. UU., el banco central (la FED, por sus siglas en inglés) quiere aprovechar la volatilidad y la inestabilidad económica para avanzar en su proyecto de divisa digital. El propio Powell dijo el pasado viernes que el lanzamiento del dólar digital «podría ayudar a salvaguardar su dominio global a medida que otros países emiten sus propias monedas».

DÓLAR Y EURO DIGITAL

Esa es la justificación, pero el presidente de la Reserva Federal es consciente de que su argumento es una excusa barata, porque el objetivo real es acabar con el dinero en efectivo y aprovechar la crisis de las criptodivisas para avanzar en su agenda de totalitarismo monetario. Lo mismo quieren el BCE y el resto de bancos centrales.

Es importante no confundir las criptodivisas (descentralizadas y sin emisor único) con las monedas digitales de banca central (CBDC, por sus siglas en inglés), las cuales son exactamente iguales a las divisas fiat tradicionales pero con una ventaja para los burócratas y planificadores sociales: que permiten la trazabilidad de todas las transacciones y, cuando se elimine el efectivo, evitarán que se produzcan corridas bancarias. Al no poder sacar el dinero del banco no habrá problemas de liquidez, pero tampoco libertad para hacer uso del mismo. 

PRÓXIMA RECESIÓN

La próxima recesión va a ser aprovechada para convencer a la sociedad de los elementos positivos de las CBDC ocultando los negativos. Y, además. China lleva ventaja porque su sociedad hace tiempo que se acostumbró a vivir sin efectivo. Ojo, porque si el gigante asiático decide ligar el yuan digital al oro, o a cualquier otro materia prima contante y sonante, entonces el dólar tendrá sus días contados. Eso es lo que en realidad le preocupa a Powell y a la Casa Blanca, que hace cuatro meses decidió ordenar a la Reserva Federal evaluar «con urgencia» lanzamiento del dólar digital.

El argumento de la FED para defender su nueva CBDC es que estará respaldada «por fundamentos clave, incluido un compromiso con la transparencia, el estado de derecho y la total independencia» del banco central. A estas alturas ustedes comprenderán que se trata de una justificación que no serviría ni siquiera para convencer a un niño de cinco años. Tal como ha señalado en varios informes el economista de Credit Suisse, Zoltan Pozsar, la guerra de divisas la ganará quien logre respaldar sus monedas con algo más que la firma de un burócrata que trabaja a las ordenes de los gigantes de la inversión. ¿Estamos a las puertas de un Bretton Woods 3?

EL DILEMA DE LAGARDE

Y en Europa el problema es mucho mayor, porque al fin y al cabo EEUU tiene pleno empleo y aunque sufra una recesión su tasa de paro no escalará a los niveles que se registran ahora –en plena expansión económica– en países como España. El anuncio del BCE de que subirá los tipos en julio, septiembre y en las reuniones posteriores de su consejo de gobierno, además de detener las compras de deuda pública y corporativa, ha disparado las primas de riesgo de los países con más problemas en sus finanzas estatales. Italia y España están en el punto de mira.

Es por ello que la cúpula del organismo que preside Christine Lagarde (lady inflation) está diseñando un programa que permita adquirir bonos de los países en apuros usando el dinero de los vencimientos de la deuda de los estados frugales. Es decir, que cuando venzan bonos alemanes, holandeses o austriacos, el BCE usará los fondos para adquirir deuda española e italiana.

Eso es lo que está decidido ya (aunque se anunciará antes de la próxima reunión de la directiva del banco central de julio) y queda por determinar qué se pedirá a cambio a las Haciendas españolas y transalpinas por este rescate. 

RESCATAR A ESPAÑA E ITALIA

Sin embargo, este plan (que no es novedoso, sino que es el mismo QE de siempre pero tuneado) puede no ser suficiente,  Société Générale estima que durante el próximo año, el BCE recibirá 300.000 millones de euros de reembolsos de su plan de emergencia PEPP.  Incluso si reinvierte todo el flujo de bonos alemanes y franceses en Italia y España, la cantidad sería inferior a las compras netas del BCE en estos países desde marzo de 2020.

No se engañen. La herramienta «anti fragmentación» del BCE para rescatar a España e Italia es el embrión (junto al Next Generation EU) del nuevo Tesoro europeo que acabará con la soberanía fiscal de los países de la eurozona. 

Dentro de todo este jaleo de cifras, porcentajes, activos financieros, hay un mensaje sencillo que explica lo que está ocurriendo y que seguramente agradecerán aquellos lectores que no estén muy habituados al lenguaje de la política monetaria. Lo que está haciendo la banca central es destruir la demanda, es decir, el poder de compra de los hogares. ¿A quién le viene bien? Al que no tenga deudas y sí mucha liquidez, siempre eso sí que la inflación sea controlada, porque en caso contrario, entonces perderán más poder adquisitivo en un escenario de recesión o estancamiento con inflación. Es decir, la famosa estanflación

LLEGÓ LA CORRECCIÓN BURSÁTIL

Los tipos de interés son la fuerza de gravedad de los mercados financieros. Cuanto menor sea el rendimiento de la denominada renta fija, más tentados estarán los inversores de buscar alternativas y adoptar un riesgo creciente. Además, un tipo de interés bajo afecta a la valoración de las inversiones, inflándola de forma artificial y haciendo rentable lo que, en condiciones de mercado (sin manipulación monetaria) no lo sería.

Por lo tanto, como señalaba hace unos días un analista en el diario Expansión «no es de extrañar que, con unos tipos de interés cada vez más bajos en los últimos años, el precio de casi todo lo que puede ser considerado adecuado como inversión haya subido«. Y ahora toca corrección, hasta que llegue la próxima barra de liquidez, que algunos ya sitúan en 2023 o 2024.

Y mientras todo esto sucede, los gobiernos han abierto el melón del debate sobre los beneficios de las empresas energéticas, en un intento desesperado por eludir su responsabilidad en la gestión de esta crisis. Tanto en EE. UU. como en España los poderes públicos critican las ganancias de unas multinacionales de la energía que han desarrollado su actividad gracias a los privilegios y las regulaciones de unos estados que han convertido al sector en el más intervenido del planeta (junto con el financiero).

Favorecer a unas tecnologías frente a otras y usar las alianzas geopolíticas y las guerras para asegurar el acceso a las materias primas es lo que nos ha traído hasta la situación actual.

LA INTERVENCIÓN DEL SECTOR ENERGÉTICO

El famoso tope del gas español es un ejemplo de este fracaso. Un país que no tiene acceso a una determinada materia prima no puede establecer un precio máximo, porque alguien tendrá que hacerse cargo de la diferencia entre el importe de mercado y el intervenido. Por eso mientras se limita el importe del gas destinado a producción eléctrica en el mercado mayorista (para rebajar el precio final del MWh), se entrega a las centrales de ciclo combinado una compensación para que puedan seguir comprando el hidrocarburo en los mercados internacionales.

Que esta sea la principal medida adoptada por la ministra Teresa Ribera (según sus propias palabras) para reducir el impacto de la crisis energética en las familias y las empresas nos dice hasta qué punto la política española es un absoluto despropósito.

¿CORRALITO EN CHINA?

En China las aguas tampoco bajan tranquilas, con un sector financiero que sigue mirando de reojo al ladrillo, temeroso de que el estallido de la burbuja inmobiliaria genere una crisis bancaria del mismo estilo que la vivida en Occidente en el año 2008. El fantasma del corralito ha aparecido en seis entidades – cuatro en la provincia de Henan y dos en la de Anhui– donde existen restricciones para retirar efectivo.

Aunque el Gobierno chino asegura que no hay riesgo sistémico, medios de comunicación asiáticos están ya anunciado que Xi Jin Ping prepara un fondo de rescate por valor de decenas de miles de millones de dólares. En concreto, fuentes del banco central chino indican que «el nuevo fondo de seguridad de estabilidad financiera proporcione un respaldo a las grandes instituciones, como bancos, aseguradoras y empresas de arrendamiento, en casos de colapso inminente o crecientes pérdidas de inversión provocadas por la agitación del mercado extranjero que corren el riesgo de socavar el sistema financiero en su conjunto».

LA EUROZONA, EN RECESIÓN

Otros usos previstos incluyen proporcionar liquidez temporal para evitar que las empresas con escasez de efectivo fracasen abruptamente y, en el caso de que la suspensión de pagos sea inevitable, realizar «procedimientos de quiebra ordenados». Es probable que el nuevo fondo sea similar en tamaño al fondo de rescate bancario japonés de 12 billones de yenes (unos 92.000 millones de dólares) creado en el país nipón después de su crisis financiera de finales de la década de 1990.

Nos espera, por lo tanto, un verano con muchos elementos de incertidumbre que nos obligarán a estar atentos a cada movimiento que realicen los políticos y empresarios para afrontar el cambio de ciclo económico. El último en sumarse a este pronóstico ha sido Nouriel Roubini (alias mister doom) que vaticina que la eurozona entrará en recesión «incluso antes de que el BCE empiece a subir los tipos de interés». Abróchense los cinturones porque el aterrizaje será forzoso.