¿A quién le importa el ESG? El paradigma de Glencore

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Hace no mucho, el gigante en gestión de activos Blackrock decidió que reduciría sus posiciones en aquellas empresas ligadas al carbón. Pero más de dos años después, la firma aparece como la máxima accionista, o figura entre ellos, en las grandes carboneras del mundo. Al igual ocurre con otros muchos fondos como Vanguard, FMR, Dimensional Fund (el nuevo inversor de Banco Sabadell) o bancos de inversión como Goldman Sachs o JPMorgan. Todas, además, han comprado recientemente, pese a los escándalos y condenas de muchas de esas firmas.

Glencore quizás es el paradigma de todo lo anterior. La compañía especializada en la extracción y venta de materias primas más grande del mundo es un pozo oscuro inmenso. Recientemente, la compañía cotizada en la Bolsa de Londres anunció la intención de pagar hasta 1.500 millones de dólares a las autoridades de Estados Unidos, Brasil y Gran Bretaña para evitar que se la siga investigando por corrupción. Y es que más allá de que la compañía sea una de las más contaminantes del mundo, por sus innumerables activos carbonífeross, son sus opacas prácticas las que más desconciertan.

EL PODEROSO DAN GERTLER

Una de esas prácticas es saber desenvolverse mejor que nadie tanto en entornos como en países ‘complicados’. Tome el ejemplo de Dan Gertler, un comerciante multimillonario de diamantes israelí mundialmente conocido, que se convirtió en una de las personas más poderosas en la República Democrática del Congo, tras ayudar a subir al poder a distintos dictadores. Gertler empezó a hacer sus primeros negocios en la región africana antes, incluso, de ser mayor de edad. Cuando cumplió los 23 años tomó una decisión que cambiaría su vida: apoyar un golpe de estado.

Era el año 1997, cuando Laurent Kabila se abalanzó sobre el dictador que dirigía el país con mano de hierro, Mobutu Sese Seko. Gertler, que conocía a su hijo Joseph Kabila, le prestó 20 millones de dólares de la época para comprar armas y crear un ejército. Unos años más tarde, Joseph subió al trono, tras el asesinato de su padre, y se dispuso a distribuir las licencias mineras en el Congo para las compañías internacionales. Para entonces, Gertler ya era uno de los hombres más poderosos de la región y el principal encargado de dar o no esos derechos. 

LAZOS ENTRE GLENCORE Y GERTLER

En ese momento, Gertler y Glencore empezaron a estrechar lazos. Así, el primero empezó a recibir pagos de la empresa a cambio de recibir esas licencias. Los pagos fueron tan cuantiosos que la firma logró ser la más importante en el Congo en pocos años. Pero la relación fue (siempre lo es) muy estrecha. De hecho, cuando en 2017 el Tesoro estadounidense lo sancionó alegando que Gertler había «amasado su fortuna a través de acuerdos de minería y petróleo opacos y corruptos» en el Congo utilizando «su estrecha amistad con el presidente, Joseph Kabila, para actuar como intermediario», la compañía se las apañó para seguir abonando sus millonarios pagos.

Ahora, la firma intenta cerrar esos vínculos pidiendo disculpas, asegurando que no va a volver a suceder y pagando una suma importante. Pero en el fondo actuar así le ha salido muy rentable. Y es que las minas que posee en el Congo no tiene carbón o cobre, que son sus principales materias primas, sino Cobalto, uno de los materiales más usados para la fabricación de baterías en los coches eléctricos. El metal se ha apreciado de manera notable disparando la rentabilidad de las minas de Glencore en la región. Unas minas que en muchos casos no cumplen ni siquiera con los derechos humanos.

LAS EMPRESAS CORRUPTAS SON LAS PREFERIDAS POR LOS INVERSORES

Aunque no solo se trata del cobalto. Así, la lucha contra el cambio climático tampoco parece importar demasiado en Glencore, al igual que lo que opinen sus accionistas. Hace un tiempo, el 94% de los mismos aprobaron un plan de reducción de sus activos en carbón, lo que incluía también limitar su extracción. Pero esa propuesta duraría muy poco, ya que meses después se aprobó la compra de una empresa que mantenía conjuntamente con Anglo y BHP que explotaba una mina de carbón en Colombia. Esa compra implicó, por ejemplo, que la producción total del mineral se incrementase en un 17,3% solo el año pasado. La operación se justificó porque ahora la retirada del negocio del carbón térmico se ha puesto «en revisión» debido al «aumento de los precios»

GLENCORE RECONOCIÓ PAGOS POR CORRUPCIÓN

Así, en un corto periodo la compañía ha sido capaz de reconocer pagos por corrupción, algunos indirectamente para apoyar golpes de estados, también ha cambiado sus planes para impulsar el carbón, dando la espalda al Cambio Climático o a la inversión ESG. Y lo peor de todo (o lo mejor de todo) es que no parece importarle a nadie. De hecho, las acciones de Glencore han alcanzado máximos históricos recientemente con Blackrock como su máximo accionista. Curiosamente, entre los grandes nombres en su accionariado que incluyen a grandes bancos de inversión o fondos importantes el único que ha vendido acciones ha sido el de Qatar.

Pero no solo pasa con Glencore. A mediados de 2021, Anglo se intentó desprender de sus activos de carbón sudafricanos y los colocó en una empresa que sacó a Bolsa: Thungela Resources. La nueva compañía tuvo un comienzo difícil, pero solo fue al principio, ya que después ha ido recuperando el terreno perdido hasta convertirse en una de las mejores inversiones. Hasta el punto, de que desde principios de diciembre, que empezó a cotizar, el valor de los títulos ya se han multiplicado por tres. Y detrás de ese crecimiento, por supuesto, vuelven a estar los mismos fondos que hablan de sostenilidad como Blackrock.