Asomarse a la actualidad económica es una tarea de cada día entraña un mayor riesgo, aunque es una tarea ineludible para todo aquel que quiera prepararse para afrontar el cambio de ciclo. La semana pasada los mercados continuaron su racha bajista que ya muchos comparan con la de 2008 y, aunque la versión oficial atribuya este pesimismo a los conflictos geopolíticos globales, el origen hay que buscarlo en los desequilibrios acumulados en los últimos años. La guerra de Ucrania es un catalizador más, que sirve como excusa para justificarlo todo y ocultar los errores de política fiscal, monetaria y energética.
SEXTA SEMANA DE DESPLOMES
En su edición de fin de semana, Financial Times destacaba cómo las acciones de los mercados globales se han desplomado por sexta semana consecutiva a medida que el mercado va asumiendo la idea de que la recesión en EEUU es inevitable, que los problemas en las cadenas de suministro se mantendrán al menos unos meses más (con China como protagonista y su política Covid Cero) y que la pugna entre la OTAN y Rusia, como Europa como campo de batalla, está lejos de acabar en un acuerdo.
«El índice FTSE All-World acaba de registrar la racha de pérdidas más larga desde mediados de 2008, igualando a la que se produjo antes de que la crisis de las hipotecas de alto riesgo (subprime) condujera al colapso catastrófico de Lehman Brothers. Un rebote tardío el viernes fue insuficiente para compensar una brutal venta masiva a principios de semana», apunta el rotativo británico.
INCENTIVOS PARA UNA GUERRA LARGA
La decisión de Finlandia de solicitar el ingreso en la OTAN supone un elemento más de tensión en una guerra que, como ya se dice abiertamente en los medios de comunicación norteamericanos, no interesa detener. La agencia Bloomberg ha revelado que los principales asistentes de la Casa Blanca quieren aprovechar la intervención militar rusa para arrancar a sus socios un aumento del presupuesto militar de la organización y así ayudar a financiar su viraje hacia el Pacífico.
«La guerra en Ucrania podría terminar siendo mala a corto plazo, pero buena a largo plazo», señala a la agencia financiera Richard Fontaine, responsable del Center for a New American Security y asesor del difunto senador republicano John McCain. Hacer de la necesidad virtud es más fácil cuando las batallas de las que uno se beneficia están en otro continente.
FONTAINE SOBRE EL FUTURO DE LA OTAN: «LA GUERRA DE UCRANIA PUEDE SER BUENA A LARGO PLAZO»
Tampoco ayuda a tranquilizar a los inversores que el presidente Joe Biden intervenga públicamente para exponer el supuesto programa gubernamental para luchar contra la inflación constatando que, en realidad, no hay ningún plan.
Más allá de liberar reservas estratégicas de petróleo y ayudar a determinados sectores primarios con subvenciones no hay nada sobre la mesa. El argumento del inquilino de la Casa Blanca para eludir su responsabilidad en la gestación de esta presión sobre los precios es poco original: la inflación es culpa de Putin y del covid.
POWELL: SUBIDA DE TIPOS «CON DOLOR»
Y aunque la inflación en el país norteamericano ha reducido su velocidad por el efecto base (en abril de 2021 fue cuando comenzó la escalada al trasladarse al IPC), la tasa está en el 8,3%, multiplicando por cuatro el objetivo oficial que establece la Reserva Federal en su guía de política monetaria.
Y hablando del banco central de EEUU, su presidente Jerome Powell, admite sin tapujos que la institución debería haber subido los tipos de interés mucho antes y que este error va a provocar que el ajuste «genere dolor».
POWELL (FED): «QUE PODAMOS EJECUTAR UN ATERRIZAJE SUAVE DEPENDE DE FACTORES QUE NO CONTROLAMOS»
En un arranque de sinceridad de esos que tienen los planificadores monetarios cuando ya no hay escapatoria (algunos incluso escriben libros intentando justificar sus actos) Powell reconoce que atajar la inflación no es algo que esté a su alcance. «La pregunta de si podemos ejecutar un aterrizaje suave o no, en realidad puede depender de factores que no controlamos», señala el presidente de la FED.
Powell insiste en que su idea es realizar subidas de medio punto en los tipos de interés en las próximas reuniones, descartando incrementos del 0,75%, declaración que sirvió para maquillar el viernes el desastre semanal en las Bolsas.
ALERTA ROJA EN LA DEUDA CORPORATIVA
Y es que a pesar de que la inflación es el gran enemigo a batir, a nadie se le escapa que tras años de dopaje monetario hay muchas empresas zombies que sólo sobreviven gracias a que los costes financieros están manipulados a la baja por la banca central (como sucede también Europa, no sólo en el ámbito corporativo, sino en el de los Tesoros nacionales).
La evolución de los seguros para protegerse del impago de la deuda corporativa de alto rendimiento (bonos basura, en cristiano), muestra ya cómo el mercado descuenta una oleada de quiebras empresariales en EEUU. La banca de inversión ha vuelto a jugar con fuego, elaborando paquetes con estos productos (las famosas titulizaciones) emitidos por empresas que tienen flujo de caja negativo y que solo sobreviven por la refinanciación continua de su pasivo.
La Reserva Federal estaba comprando buena parte de esos bonos y ahora, no sólo va a dejar de adquirirlos, sino que irá poniéndolos a la venta (el famoso QT) al mismo tiempo que sube los tipos de interés. El momento Minsky se acerca (si no lo hemos alcanzado ya) y algunos analistas apuntan a que esta será la primera pieza del dominó que inicie oficialmente a la próxima recesión. Otros, en cambio, argumentan que el sell-off es una oportunidad para invertir en estos «activos» de «renta fija». Claro que los que suelen defender esta línea de pensamiento son quienes se dedican a venderlos.
LA AIREF APERCIBE A CALVIÑO Y MONTERO
Y en España la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ha tardado poco en tumbar el plan de estabilidad enviado por el Gobierno a Bruselas. Una vez más el programa diseñado por el duo Calviño-Montero es papel mojado antes incluso de ponerse en marcha, ya que no cumple su principal objetivo: exponer medidas concretas y creíbles para ir reduciendo poco a poco el déficit estructural y, con ello, la deuda pública.
La AIReF constata que el texto enviado por España a las autoridades europeas presenta «graves deficiencias», carece de rigor y no incluye reformas ni propuestas para embridar el pasivo de las Administraciones Públicas españolas, que va camino de alcanzar el 140% del PIB. Es el nivel al que llegó Grecia antes de ser intervenida por la troika en la Gran Recesión que estuvo a punto de llevarse por delante al euro con España e Italia en el punto de mira.
BRUSELAS DA AIRE AL GOBIERNO
La buena noticia para los intereses particulares del Ejecutivo (no para los ciudadanos, que lo pagaremos en diferido, como el despido de Bárcenas) es que la Comisión Europea ha decidido mantener en la nevera un año más las reglas fiscales, que iban a volver a entrar en vigor en 2023 y que obligarían a realizar duros ajustes de gasto, especialmente en las pensiones y en los salarios públicos.
La guerra de Ucrania es –de nuevo– la excusa perfecta para mantener en el cajón los límites al déficit y la deuda, lo cual permitirá al Tesoro seguir emitiendo bonos, aunque cada vez tenga que pagar un mayor interés en el mercado. Un balón de oxígeno para Pedro Sánchez, que se prepara para asistir al Foro de Davos, donde los políticos y los ingenieros sociales que les marcan el camino darán un paso más en el diseño de su agenda liberticida global. Eso sí, nos dirán que lo hacen por nuestro bien. Como anticipaba la siempre profética revista The Economist: «todo está bajo control».