La artesanía, a un paso del marchamo de calidad de vinos y aceites

La Comisión Europea ha propuesto crear un marco de protección basado en indicaciones geográficas para los productos artesanales e industriales que por la singularidad de su origen y producción deban ser protegidos como marca dentro de la Unión Europea y en los acuerdos comerciales con países terceros, siguiendo el modelo que ya se aplica a la agroalimentación, vinos y licores desde hace décadas.

El Ejecutivo comunitario estima que el nuevo marco podría dar cobertura a cerca de 800 productos, como el cristal de Murano o la porcelana de Limoges, y España sería el país más beneficiado con más de 200 artículos, por ejemplo la cuchillería de Albacete, el calzado producido en Elche, la cerámica de Manises o la piel de Ubrique, de acuerdo a las evaluaciones preliminares de los servicios comunitarios.

«Muchas pymes han desarrollado y perfeccionado sus técnicas de producción durante generaciones pero les faltan incentivos y recursos para expandirse, en especial fuera de sus fronteras. Esta protección les ayudará a reforzar su posición competitiva en el continente y fuera», ha asegurado la vicepresidenta comunitaria responsable de Competencia, Margrethe Vestager.

El producto que aspire a la protección europea deberá cumplir tres criterios precisos: Ser originario de un lugar o región específicos, que su calidad, reputación o características sean singulares de su origen geográfico y que al menos uno de los pasos del proceso de producción se realice en la zona geográfica definida.

En la actualidad un total de 16 Estados miembro, incluido España, cuentan con sistemas nacionales de indicación geográfica para este tipo de producciones, pero su protección no es efectiva fuera de sus fronteras porque no existe un marco armonizado a escala comunitaria.

Por ello Bruselas plantea un procedimiento simplificado basado en dos fases, la primera de ellas a nivel nacional para aprovechar los esquemas que ya existen en muchos de los países y evitar una excesiva carga burocrática y financiera a los productores interesados.

De este modo, el productor o agrupación de productores tendrán que presentar la candidatura de Indicación Geográfica ante las autoridades del Estado miembro, que examinarán el expediente y tramitarán el proceso de oposición nacional antes de decidir si trasladan la petición a la Oficina de Protección Intelectual de la UE (EUIPO), cuya sede está en Alicante.

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Una vez en manos de la EUIPO, la entidad europea será responsable de la segunda fase para evaluar el caso, gestionar el proceso de oposición al registro a nivel internacional y finalmente resolverá si concede o rechaza la protección. Los servicios comunitarios prevén una excepción para que los productores en países sin programas nacionales puedan presentar directamente su solicitud ante la EUIPO, saltándose así la primera fase y asumiendo parte del coste del trámite.

El nuevo sistema necesita aún el visto bueno del Parlamento Europeo y de los Veintisiete para salir adelante, si bien fuentes comunitarias confían en que el proceso vaya rápido porque es un modelo ya demandado por el sector y muchos países. En el cálculo de Bruselas está que el marco de indicaciones para la artesanía y productos industriales pueda entrar en vigor ya en enero de 2024.

ALIMENTOS CON DO QUE PONES EN TU MESA

Aunque en el imaginario colectivo se mantiene arraigada la costumbre de asociar la categoría de Denominación de Origen Protegida (DO) al vino o al aceite, lo cierto es que a los consumidores les sorprendería descubrir la cantidad de productos elaborados con materia prima de primera categoría que identifica su excelencia con este sello.

Además del jamón, también la uva, la mantequilla o la chufa encuentran reconocimiento en la etiqueta DO. Pero la impronta de la calidad tiene varias caras: por ejemplo, si hablamos de la Lenteja de Tierra de Campos nos referirnos a una Identificación Geográfica Protegida (IGP) o, en el caso de la Marca de Garantía, podemos citar al Torrezno de Soria.

De los tres distintivos de calidad del sector agroalimentario la Denominación de Origen es el que tiene más prestigio. La DO es una figura de indicación geográfica aplicada a un producto agrícola o alimentario, como ocurre con el vino, mientras que la Identificación Geográfica Protegida (IGP) es una figura de calidad que garantiza el origen geográfico del producto, así como algunas características específicas que se deben exclusivamente a la zona de producción, por ejemplo, la ternera asturiana. La Marca de Garantía se centra más en el proceso de elaboración del producto, como ocurre en el caso del típico torrezno de Soria.

Las figuras de calidad también alcanzan a las legumbres. La IGP Lenteja de Tierra de Campos ampara a esta legumbre producida en territorios de las provincias de Valladolid, Palencia, León y Zamora. La mayor parte de su producción está en Valladolid, mientras que las envasadoras se encuentran principalmente en León.

Con el marchamo de calidad IGP ocurre algo similar a lo que sucede con las DO: el consumidor no siempre es capaz de identificarlo. La integración de los sellos identificativos en las etiquetas de los envases resultan estrictamente necesarios para una correcta información. El incremento de las marcas blancas y los precocinados y la apuesta de algunas grandes cadenas de alimentación por fomentar sus propias marcas dejando de lado los sellos de calidad (DO o IGP) dificultan esta correcta información que demanda el consumidor.

María Castañeda
María Castañeda
Redactora de MERCA2 de empresas y economía; especializada en energía, sostenibilidad y turismo.