sábado, 14 diciembre 2024

Madrid, la ciudad de los bulevares que pudo ser y no fue

Muchos expertos consideran a las ciudades elementos vivos y en constante evolución. Y, como muchas modas, hay cosas que vuelven periódicamente y otras que se guardan en un cajón. Los bulevares de Madrid fueron grandes avenidas durante el pasado siglo que perdieron su razón de ser en 1972. Los bulevares se desarrollaron en su ensanche, e incluyeron sino muchas otras calles, como las Rondas de Atocha y Segovia, Príncipe de Vergara, María de Molina, Francisco Silvela, Raimundo Fernández Villaverde o López de Hoyos. Hoy en día quedan pocos, y como ejemplos están el de la calle Ibiza y Sainz de Baranda.

El Ayuntamiento de Madrid guarda en un cajón un plan que dejó el exalcalde Alberto Ruiz Gallardón para recuperar los bulevares históricos de la capital. Gallardón pretendía extender la distribución a otras 23 calles y avenidas con al menos 25 metros de anchura. La idea que planteó el grupo de urbanistas responsable era crear una Red de Nuevos Bulevares (RNB) que formara más de 200 kilómetros de zonas verdes e itinerarios peatonales. Con todo este proyecto se pretendía que el 66% de la superficie del interior de la M-30 fuera peatonal, algo que supondría «una alteración rotunda del tráfico».

Una propuesta que como otras muchas se ha quedado en un cajón cogiendo polvo. El objetivo era «caracterizar a Madrid como la ciudad de los bulevares, los peatones y el transporte público». Y, como resultado, hacer de Madrid «una ciudad paseable». Es «conscientemente difícil», admite el documento, pues se trata de transformar «la red viaria más compleja y transitada», convirtiendo esas avenidas en un ámbito prioritariamente peatonal. Para ello se buscaba incorporar «una amplia plataforma peatonal, central o lateral, muy accesible y continua; una importante superficie vegetal y/o masa arbórea; así como bandas para bicicletas, autobuses y automóviles».

Estos nuevos bulevares, construidos a imagen y semejanza de los antiguos, pero renovando y distribuyendo sus espacios, incluían carriles bici. Además, iban a aumentar «el espacio destinado al tránsito y la estancia peatonal, mejorando su calidad paisajística y la de su entorno, con ampliación de la superficie verde y arbolado», según rezaba el proyecto. Todo ello para que coexistieran «de manera equilibrada» dicha plataforma peatonal con los árboles que adornarían el paseo.

Se pretendía que la plataforma peatonal coexistiera con los árboles del paseo

PLAN GENERAL DE ORDENACIÓN URBANA

El plan formó parte de un grupo de propuestas para la reforma del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid, una especie de legado que Gallardón dejó a la ciudad antes de marcharse para ejercer como ministro de Justicia y que se presentó a mediados de 2012, cuando Ana Botella era ya alcaldesa. La crisis económica y la falta de recursos para ejecutar obra pública por parte del Ayuntamiento, sumido en una gran deuda, sirvieron para que este proyecto quedara en el olvido.

Dicho plan se preveía hacer por fases. Primero, transformando las avenidas de la almendra central para que el 66% de superficie sea peatonal. Luego, ir sumando luego el resto de la ciudad. Se intenta mostrar así «sin ambigüedades» que no se trata de reformar calles sino de «construir una nueva estructura de espacios públicos». En esa primera fase se elegiría «el mayor número de bulevares históricos» para «cargar de razón y otorgar mayor justificación a la iniciativa». El documento reconoce que estos cambios «supondrán una alteración rotunda del tráfico». La prioridad será, por este orden, peatón, transporte público, bicicleta y, por último, vehículos de motor. Deberían dotarse además de «imagen propia» para diferenciarse del resto de vías, con «un arbolado bello y potente que conforme bóvedas naturales» y «una banda ajardinada continua» que requiera poca agua.

Esta reforma crearía 24 itinerarios de 203,5 kilómetros de longitud, en su mayoría ampliando aceras y plantando árboles, pero también colocando una gran plataforma peatonal central en algunas avenidas. Pero los Planes Generales de Ordenación Urbana dependen del ayuntamiento que esté en la ciudad en ese momento, y de si el proyecto es viable o no. Por ello, siguiendo el símil de las modas, a algunos proyectos se les da mayor importancia dependiendo del momento, y otros simplemente quedan olvidados hasta que la situación sea propicia.


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