El despertar de la conciencia conlleva también una evolución hacia una situación en la que se está más cerca de la verdad, de lo importante y de lo trascendente. Son muchas las personas que por distintas razones buscan un cambio en su vida. Aún sin saberlo es probable que lo que desean sea comenzar un despertar espiritual, o sea salir de un estado para pasar a otro.
Según sostiene en su blog el escritor y emprendedor Agustín Grau, especialista en crecimiento personal, profesional y espiritual, el despertar de la conciencia de una persona comienza a darse cuando se percibe que hay algo más, además de lo que es tangible y material. En este sentido, el despertar espiritual implica una ampliación de la conciencia.
No hay una sola forma de alcanzar el despertar espiritual
Cada experiencia vinculada a un despertar es distinta y se corresponde con quien la vive. Hay quienes atraviesan el proceso de forma más intensa y otros casos en los que se comienza a partir de un leve hastío que luego va creciendo. Los síntomas pueden ser distintos y no existe un patrón claro. Un evento singular, como una experiencia cercana a la muerte, también puede ser el disparador del despertar espiritual.
Si bien no es posible afirmar que el despertar de la conciencia se puede provocar, sí es importante el anhelo de cada persona. Los que se consideran como buscadores espirituales, en el sentido de que tratan de aproximarse a la verdad, seguramente ya hayan iniciado el proceso de cambio a partir de ese impulso.
Es importante que la conciencia despierte para abandonar el estado de piloto automático en el que la mayoría vive sus vidas. No basta con cambiar de ciudad, de trabajo o de relaciones. El cambio debe ser trascendental y se puede comenzar con tres sencillos pasos.
Tres pasos para iniciar el despertar de la conciencia
El primero es hacerse consciente de la respiración para, a su vez, tomar consciencia del cuerpo y del presente. Uno es y está porque respira y tiene un cuerpo.
El segundo paso consiste en cortar el diálogo con uno mismo. Durante la mayor parte del tiempo, las personas mantienen un diálogo interior constante y repetitivo, aunque estén haciendo otras cosas. Hay que dejar de hablar con uno mismo para despejar la mente y así poder ver un nuevo mundo a partir de esa claridad.
La última recomendación es dedicar tiempo a la soledad, sin contacto físico con otra persona y en aislamiento con respecto al resto del mundo. Esto permite abrir la puerta a otros estados.
Lograr el despertar espiritual, según indica Agustín Grau, significa pasar de un estado a otro, para lo que hay que deshacerse de lo viejo de forma tal que sea posible abrazar lo nuevo.