Mucho se está hablando en las últimas semanas del informe que está elaborando la Comisión de Transportes del Colegio de Ingenieros Industriales de Valladolid y que verá la luz en el mes de febrero sobre el vehículo eléctrico. A tenor de las declaraciones de dos de sus portavoces, los plazos de implementación de la movilidad eléctrica suscitan debate en el seno del colectivo profesional. Si el presidente de dicha Comisión, José Ramón Perán, aseguraba que tendrá que pasar una década para que el precio y utilización del vehículo eléctrico sea equiparable, de alguna manera, con el de un automóvil de combustión, tan solo unos días después, otro miembro colegiado, Rafael Riquelme, con una visión más optimista sobre el coste de la movilidad eléctrica, sitúa este período en cuatro años.
Según las palabras de José Ramón Perán, también profesor emérito de la Universidad de Valladolid, recogidas en una nota de prensa, dicho informe demostraría que «el vehículo eléctrico es tan contaminante como el diésel actual. Contamina igual o más en lo que se refiere al impacto de las emisiones de gases de efecto invernadero si se tiene en cuenta el ciclo de vida del vehículo».
Esta valoración se hace, según Perán, estudiando las emisiones generadas desde la extracción en la mina, de minerales como el litio, fundamental para las baterías, hasta el reciclaje de cada uno de los componentes de cada tipo de vehículo.
Perán afirma que «en el plazo de cuatro o cinco años tendremos vehículos de combustión no contaminante que darán la batalla a los eléctricos» y que «hasta dentro de 10 años no se producirá una utilización masiva del coche eléctrico, que tendrá un coste de fabricación y venta de al menos un 25% más sobre los modelos similares de los actuales vehículos convencionales».
El VEHÍCULO eléctrico es tan contaminante como el diésel actual en lo referente a las emisiones de CO2, si se tiene en cuenta el ciclo completo de vida del vehículo
No comparte esa opinión, un compañero suyo, Rafael Riquelme, miembro de Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid experto en movilidad sostenible y mercado eléctrico, que en declaraciones a MERCA2, y en un exceso de optimismo, considera que «al ritmo al que vamos, es muy posible que los vehículos eléctricos tengan un precio de venta similar a sus homólogos de gasolina en un plazo no superior a los cuatro años (ayudas y exenciones fiscales aparte)».
Según el Colegio de Ingenieros Industriales de Valladolid, a la hora de calcular el efecto nocivo de un vehículo eléctrico hay que tener muy en cuenta la extracción de los materiales necesarios para la fabricación de las baterías. Aquí Riquelme si que coincide ya que «la extracción de los materiales necesarios y la producción de baterías se realiza en países con una permisividad mucho mayor, en cuanto a las emisiones de gases de efecto invernadero, que la que existe en Europa. Evidentemente, mientras esto no cambie la huella de carbono de las baterías seguirá siendo relevante».
También destaca que, «desde la Unión Europea se está dando ejemplo al resto del mundo sobre la reducción de las emisiones en la producción de energía, trasladando las tecnologías hacia la nuclear y las renovables, y además en España hemos asumido un papel protagonista».
EN RIESGO LA MOVILIDAD DE LOS CIUDADANOS
La controversia con la forma de implantar la movilidad eléctrica en Europa es evidente. Una de las voces más autorizadas a nivel mundial en el sector automovilístico es Carlos Tavares, el CEO de Stellantis, quien ha reconocido en varias ocasiones que se corre el riesgo de impactar seriamente en la movilidad de los ciudadanos si no se hace accesible la compra de un vehículo eléctrico, y a los precios que están actualmente parecen solo al alcance de unos pocos.
Sin embargo, Riquelme se muestra menos alarmista y tampoco comparte esa opinión rompiendo una lanza por las ventas del vehículo eléctrico, del que explica que «se introdujo en los mercados como un producto de lujo, pero afortunadamente la oferta ha aumentado mucho y en la actualidad hay una amplia gama de vehículos eléctricos donde elegir». Además hace una estimación mucho más optimista que los augurios de Tavares, explicando que «a medida que se aumente la producción lo harán las economías de escala y el coste de los vehículos eléctricos seguirá disminuyendo».
DECISIONES POLÍTICAS SIN CONTAR CON LA INDUSTRIA
Riquelme tampoco comparte la opinión de Carlos Tavares que se ha quejado de que la decisión de encaminarnos hacia la movilidad eléctrica la han tomado los políticos y no la industria del automóvil. Para el Ingeniero del Colegio de Madrid, «la neutralidad tecnológica exige que los políticos establezcan unos objetivos de descarbonización, y que luego el mercado elija el camino en función de la tecnología disponible. Se pueden conseguir muy pocas emisiones con un vehículo eléctrico, de gas natural comprimido, o de hidrógeno de origen renovable, por ejemplo».
Riquelme declara que «la industria no debe marcar la hoja de ruta ni los objetivos de los políticos, pero son los ciudadanos los que tienen la decisión final». Una opinión que choca con la realidad de España donde la gran mayoría de los ciudadanos no pueden elegir en la actualidad, ya que su situación económica les impide cambiar de coche, y ven como los políticos les restringen cada vez más la movilidad en las ciudades.
A pesar de todo, este experto en movilidad sostenible comprende al usuario que se compra un vehículo de cuarta mano en estos momentos a la espera de que mejore la tecnología y se abaraten los vehículos eléctricos, aunque ello conlleve un perjuicio para el medio ambiente. «.
Riquelme concluye reconociendo que «nadie ha dicho que la evolución hacia la movilidad cero emisiones y la transformación vaya a ser sencilla, y es lógico que pase por una importante descarbonización en el sector del transporte por carretera».
Las conclusiones obtenidas en el estudio realizado «ponen de relevancia que se debe tener en cuenta todo el ciclo de vida de la movilidad eléctrica, lo que implica poner encima de la mesa las emisiones que se producen actualmente en la producción y reciclaje de las baterías». Es un aspecto en el que «se debe trabajar y mejorar mucho, pero no se debe considerar un ataque a la movilidad eléctrica».