#SOSrural: el campo español víctima de nuevos ataques infundados

Un comienzo de 2022 complicado para el campo español que debe defenderse, una vez más, de los ataques mediáticos infundados. La historia se repite y como sucedió a principios de 2020, las protestas marcan la agenda del sector agrario, cuya situación es cada vez más vulnerable. Representantes de distintas organizaciones agrarias como Asaja-Murcia, ya habían advertido sobre una situación crítica tras un 2021 “complicado y poco rentable para agricultores y ganaderos”. Esto sumado a los “continuos ataques por parte de las políticas del Gobierno y de la Unión Europea”. No olvidemos que la estrategia europea “De la Granja a la Mesa”, contempla, entre otras cosas, reducir para el año 2030 un 50% el uso de fitosanitarios, herramientas esenciales para garantizar la salud de los animales y los cultivos.

Ahora, al malestar latente se suma una nueva polémica declaración por parte del ministro de Consumo, Alberto Garzón, quien puso en duda la calidad y sostenibilidad de la carne española, desencadenando un descontento generalizado.

En una entrevista con el medio británico ‘The Guardian’, el ministro Alberto Garzón criticó duramente la producción de carne en España y apuntó contra las granjas de gran tamaño, dando a entender que el país exporta carne de mala calidad proveniente del maltrato animal. Estas declaraciones no han sido las únicas que Garzón ha emitido en contra del campo español. Meses atrás, el ministro publicó un vídeo en su cuenta de Twitter llamando a los españoles a reducir el consumo de carne para así mitigar la crisis climática. Desde la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja) no han tardado en reaccionar y han solicitado la dimisión del ministro por sus continuos ataques al sector agroganadero. A este mismo pedido se han sumado otras organizaciones como Asici, Avianza, Intercun, Interovic, Interporc y Provacuno. A través de una carta, le han pedido al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que tome cartas en el asunto tras las declaraciones de Garzón.

Poner en tela de juicio frente a una audiencia internacional la calidad de la carne española y su procedencia es inadmisible. Sobre todo, teniendo en cuenta que las críticas provienen de un miembro del Gobierno, cuya responsabilidad es velar por proteger la reputación de los productos españoles. Además, los graves dichos del ministro ponen en riesgo el esfuerzo y trabajo de todos aquellos que conforman la cadena ganadero-cárnica que solo en 2020, aportó 8.600 millones de euros de exportaciones a la balanza comercial. Esto sin contar su gran aporte a la sociedad, al ser una fuente de empleo, motor de oportunidades y por ende, una fuerza contra el despoblamiento del medio rural.

Como bien lo explica el presidente de Asaja, Pedro Barato, «si el sector cárnico exporta tanto es porque hace las cosas perfectamente, cumpliendo siempre la normativa comunitaria y la española”. Y aquí está la clave del asunto. Las afirmaciones del ministro de Consumo, generan especial preocupación, al poner una vez más en duda el cumplimiento por parte del sector agroganadero español con las estrictas certificaciones comunitarias de control y seguridad alimentaria, sanidad y bienestar animal. Un cuestionamiento al que, lamentablemente, el sector ya está acostumbrado. Esto debido a las campañas cada vez más agresivas en contra de algunas de sus herramientas de trabajo, como los pesticidas, indispensables para prevenir, controlar y combatir las enfermedades de los cultivos para así alcanzar una producción de alimentos seguros y de calidad.

A pesar de ello, algunas personas que poco conocen del campo, pero sí saben de campañas y cautivadores discursos, cargan contra los agricultores, sus prácticas y herramientas, sin tener en cuenta la transformación que ha habido en el último tiempo y que ha posibilitado, entre otras cosas, reducir el uso innecesario de pesticidas. De hecho, estudios han demostrado que gracias a la innovación química, la toxicidad de los plaguicidas ha disminuido en un 98%. Asimismo, la aplicación de las nuevas tecnologías ha dado lugar a importantes avances en el sector, posibilitando la reducción del riesgo del uso de fitosanitarios para la salud humana y el medio ambiente. Sumado además a una mayor capacitación y formación con respecto a la aplicación sostenible de estas herramientas. Esto ha sido fundamental para consolidar prácticas más sostenibles que a su vez dan lugar a mejores resultados.

Sin embargo, todos estos esfuerzos son desestimados por las palabras injustas de aquellos que se preocupan más por defender banderas verdes y utopías, que por acompañar al sector en el impulso de soluciones innovadoras. Como si fuera poco, se trata de un sector clave para abastecer a la población de cara al futuro. Según estimaciones de la ONU, dentro de 30 años la población mundial alcanzará las 10.000 millones de personas.

A su vez, la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), calcula que para garantizar alimentos a toda la población en 2050, la agricultura deberá producir el doble de alimentos con respecto a 2012. Otro dato igualmente preocupante es que , casi el 40% de la población mundial, no puede permitirse una dieta saludable. Por ende, la verdadera encrucijada del campo es aumentar la productividad, sin perder de vista la sostenibilidad, eficiencia y rentabilidad.

Teniendo en cuenta el papel fundamental que juega el sector agroganadero, en lugar de poner en tela de juicio su labor, los miembros del Gobierno deberían impulsar políticas para acompañar al campo en el camino de la innovación. En definitiva, esta es la verdadera clave para hacer frente a los desafíos ambientales y de seguridad alimentaria. Hoy más que nunca, el sector necesita apoyo para hacerle frente a la estigmatización y a los ataques infundados que ponen en peligro su reputación en los mercados internacionales.