Lecciones de inversión con… Bill Ackman: creer en tus convicciones sin olvidar el rumbo del mercado

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William A. Ackman (Nueva York, 1966) más conocido simplemente como Bill Ackman es una de las caras más conocidas en Wall Street. Una fama que le viene tanto de su habilidad como inversor, donde está considerado como uno de los mejores de la historia, como por los ceros en su cuenta corriente. De hecho, su salario ha oscilado en las últimas décadas entre los ocho y los nueve ceros. Una retribución que procede de las comisiones de éxito logradas por su fondo de cobertura Pershing Square Capital en el que desarrolla su tesis de inversión y con el que ha obtenido una rentabilidad anual compuesta desde el 2004 del 16,9% frente al 9,6% del S&P 500.

Ackman funciona de una manera bastante sencilla ‘grosso modo’. En su mayor parte, sigue la evolución del mercado. Pero la clave viene del otro pequeño porcentaje en el que intenta exprimir sus conocimientos para reventar el mercado. Además, de manera muy concentrada y con una clara referencia a la inversión en valor (value, como se le conoce en la jerga). Con ello, el inversor consigue no desmarcarse de la evolución del índice de referencia que le permite mantener una base estable sobre la que trabajar. Así, elige una pequeña lista de compañías que el inversor considera “baratas” y pone gran parte del capital a funcionar.

Un buen ejemplo de ello es la evolución de la composición de su cartera en los últimos trimestres. Hasta verano, la posición dominante de la compañía era Agilient, una firma de medición analítica (en laboratorio) y testing en los mercados de farmacéuticas, químicas, energéticas, testing medioambiental, forense entre otras atribuciones. El fondo entró en el accionariado en 2018 y desde entonces ha logrado duplicar el capital invertido. Sin embargo, en el último trimestre decidió salir porque no le parecía atractivo su precio.

EL CICLO AYUDA A EQUILIBRAR LOS RENDIMIENTOS

En cambio, apostó por entrar en Domino’s Pizza. La firma de restaurantes y entrega a domicilio del afamado producto italiano tiene el honor de haber sido una de las compañías más rentables de la historia. De hecho, su crecimiento en Bolsa superó, por ejemplo, al de Apple, antes del último estirón de la firma de Cupertino. Sin embargo, la corrección del precio supuso un acicate para que el gestor estimase que era el momento de entrar. Y la decisión no ha salido mal, de hecho, en los últimos tres meses despega un 14%, con lo que bate al S&P 500 holgadamente.

Pero esa apuesta por el ciclo se puede apreciar todavía mejor al comprobar otras firmas que ha ido acumulando en su cartera: un gran número de ellas son cadenas de restaurantes. Así, entre sus principales posiciones, tras la salida de Agilient, se encuentran Chipotle, Restaurant Brands International una firma holding que contiene marcas como Burguer King, Popeye’s o Tim Hortons. También aparece Starbucks. Además, de otros sectores castigados por la pandemia que se han ido recuperando como el hotelero con Hilton y el inmobiliario con el reit (que tiene el régimen de una Socimi en España) The Howard Hugles Corporation.

La mano de Ackman y su creencia en el value se puede apreciar con la diversidad de dicha cartera. En primer lugar, empresas con un poder de fijación de precios, pero que están baratas. Las cadenas de restaurantes sufrieron mucho con la pandemia al verse obligados a cerrar, aunque cuando la situación ha mejorado no han dado abasto. Chipotle, por ejemplo, ha subido un 24% en el último año y Restaurant Brands International llegó hacerlo un 17% hasta ómicron. Al igual ocurre con su inversión en Hilton donde se intenta aprovechar la fuerte subida, tras el hundimiento a mediados de 2020 con una marca consolidada.

ACKMAN Y EL CONOCIMIENTO DEL MERCADO

Lo anterior, es importante porque es donde va a parar la mayor parte del capital de su fondo. Pero la verdadera clave en los buenos resultados de Ackman está en explotar su conocimiento para destrozar al mercado. Así, esa estrategia de mantener un retorno aceptable la liga con otra mucho más especulativa, con cantidades mucho más pequeñas, con las que obtiene unas rentabilidades muy altas. Un claro ejemplo de esto fue el 2020. El gestor se volivó viral cuando logró convertir una inversión de 27 millones en 2.600 millones. ¿Cómo?

La acción fue simple: apostó a que los mercados se hundirían en marzo. Lo difícil no es el hecho, ya que se articuló a través de posiciones bajistas que se cubrieron con primas (y por las que desembolsó esos 27 millones), sino decidir ir contra el mercado y apostar por una caída tan grande. Aunque para Ackman no fue difícil, ya que simplemente se guío por lo que veía en China. La táctica la he repetido en alguna otra ocasión en el último año, con algunos buenos retornos, pero obviamente sin tanta explosividad. Al final, la operación le ayudó a convertirse en uno de los mejores fondos de 2020 con una rentabilidad del 70%.

En realidad, ese es el verdadero estilo Ackman: el de ser agresivo. Hasta el punto, de que una de las primeras operaciones que le dieron a conocer fue la de hacer mucho dinero con la caída del sistema. Así, en el 2002 articuló una red de los conocidos CDS (Credit Default Swaps) en contra de la deuda corporativa de la aseguradora de bonos municipales MBIA (Municipal Bond Insurance Association) que tenía un rating triple A. El gestor descubrió que en realidad esa deuda era de mucho más riesgo y sacó un extenso informe que avalaba su opinión. Finalmente, la empresa quebró con el sistema y el inversor logró hacer caja y fama.

De hecho, las apuestas contra las empresas son su especialidad. MBIA solo fue un ejemplo más. Aunque también tiene un papel proactivo en aquellas que cree que puede rescatar. En primer lugar, Ackman suele comprar acciones muy baratas para luego ayudar a la dirección a reflotarlas. Ese papel le ejecutó, por ejemplo, en McDonald allá por 2006 y 2007. También lo intentó con el gigante de la distribución JC Penney aunque sin tanto éxito de aceptación por el equipo directivo. Ahora, la compañía pasa por un momento muy difícil, tras flirtear con la quiebra por el efecto de la pandemia.

Aunque Ackman, como todos, no es infalible. Una de sus últimas grandes apuestas contra una compañía fue frente Herbalife, a la que consideraba una estafa piramidal. La disputa en 2013 y 2014 le costó perder cerca de 1.000 millones de sus inversores en uno de los peores momentos del fondo. Mientras, la compañía sigue funcionando en la actualidad, aunque en los últimos meses está presentando algunos problemas. Quizás el gestor estaba en lo cierto y simplemente se ha retrasado el final, nunca se sabe. Aun así, el icónico inversor cumple con la máxima que se repiten desde los amateurs a los profesionales: acertar más veces (o en mayor cantidad de dinero) que las que se falla.