Las dos caras de Dogecoin: la rentabilidad de minado se dispara, pero su valor cae en picado

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La popular criptomoneda meme nacida en 2013 ha sido una de las protagonistas de este año en el mundo del blockchain y de la inversión. Dogecoin, creada a partir del meme de un perro de la raza japonesa Shiba Inu como una broma para ironizar sobre la fuerte especulación que se daba por aquel entonces, tuvo su período de gloria gracias al multimillonario Elon Musk. Un negocio que ha sido muy rentable para los mineros este año, aunque el valor de la criptomoneda ha ido descendiendo mes a mes, siendo superada por otros proyectos más atractivos.

La red blockchain de Dogecoin emplea el mismo sistema que la de otras criptomonedas como Bitcoin o Litecoin, así que su única particularidad es que atrae a los inversores (sobre todo millenials) por el efecto meme, así como por la capacidad de Musk para, con un tuit o una declaración, llevar a su legión de seguidores a apostar por ella. Durante el proceso de minado, los ordenadores dedicados a ello tratan de resolver complicados acertijos de lógica para verificar las transacciones en la cadena de bloques. Una vez completado el proceso, los mineros reciben 10,000 monedas DOGE por bloque como recompensa.

El éxtasis elevó a la criptomoneda a niveles espectaculares y gracias a ello la rentabilidad para aquellos que se dedican a minarla se ha disparado a lo largo de 2021. Según los datos de Block Arabia, la rentabilidad de la minería de Dogecoin ha experimentado un crecimiento del 700% desde principios de año. En enero, extraer una sola Dogecoin valía una ganancia de 0,19 centavos de dólar y a finales de junio la cifra ascendió hasta los 1,6 centavos. A pesar de haber caído a 1,51 centavos el mes pasado, la rentabilidad de la minería de Dogecoin ha experimentado un crecimiento de casi un 700% desde entonces.

Asimismo, las tarifas de transacción para la minería de Dogecoin, es decir, el dinero pagado a los mineros para que se acepten las transacciones, también alcanzaron niveles récord este año. Cuanto más aumenta la cantidad de usuarios, más crece el coste de las transacciones, debido a que la cadena de bloques tiene un espacio limitado disponible para procesar todas las transacciones. Partiendo de esta base, en diciembre de 2020 la tarifa por una transacción de Dogecoin ascendió a 0,19 centavos de dólar, una cifra que se disparó hasta los 1,51 centavos el mes pasado, mostrando un enorme aumento del 6.700%. Un negocio rentable para los mineros que a principios de año decidieron apostar por la criptodivisa meme.

SU VALOR CAE EN PICADO

Sin embargo, meses después de que explotara y su valor se disparara, el precio del dogecoin está en contínuo descenso y su valor de mercado ha bajado considerablemente. De hecho, otras criptos con mayor potencial como Solana, con un proyecto que aspira a desbancar a Ethereum gracias a su velocidad de procesamiento, se han colocado en los últimos meses por delante de Dogecoin en cuanto a su valor de mercado.

Actualmente, Dogecoin se encuentra entre las 10 primeras criptomonedas del mundo por valor de capitalización, con 27.000 millones de dólares. Una cifra muy alejada de los 95.000 millones (unos 70.000 millones de euros) que alcanzó el pasado 7 de mayo, cuando el ‘boom’ por el criptoactivo preferido del CEO de Tesla todavía estaba en su punto más alto. Tal fue la expansión, que entre abril y mayo logró una revalorización cercana al 1.000%.

Pero desde entonces no ha hecho más que desinflarse, dejándose unos 68.000 millones de dólares de su valor por el camino. Por aquel entonces el Dogecoin estuvo cerca de alcanzar los 0,74 dólares y ahora su precio al cambio es de tan solo 0,21 dólares, según los datos de CoinMarketCap. En cambio, otras criptos que también han sufrido caídas en su valor, no lo han hecho de forma tan pronunciada como el descenso que ha protagonizado Dogecoin.

Uno de los factores que explican este constante descenso es su carácter mucho más especulativo que el de las principales criptomonedas como el Bitcoin y el Ethereum. Además de que el proyecto de ambas es bastante más sólido y el de Dogecoin no tiene una infraestructura tecnológica adecuada para competir con las finanzas tradicionales, según destacan los analistas. Por otra parte, la amenaza de regulaciones al mundo ‘cripto’ por parte de organismos como la SEC (Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos), así como el hecho que Jackson Palmer, uno de los ingenieros de software que creó el Dogecoin, se bajara del barco este verano y criticara la deriva que estaba tomando la criptodivisa, son importantes a la hora de observar su caída y su futuro.