El pasado mes de enero, Lai Xiaomin fue ejecutado por las autoridades chinas. Xiaomin no era un opositor político, un periodista insidioso o un delincuente convicto, sino que era el presidente de una de las compañías estatales más grandes del país, China Huarong Asset Management. Su delito, al menos por el que fue condenado, consistió en recibir sobornos por valor de 281 millones de dólares (unos 240 millones de euros) y se entendió como «inusualmente severa», según los expertos. Más tarde se supo de sus críticos problemas financieros y el enorme agujero que le puede hacer al Estado chino.
Así, fue el pasado mes de marzo cuando se empezaron a filtrar los problemas de Huarong, tras no presentar sus cuentas anuales. Ahora, se ha convertido en un problema importante para el que China todavía no tiene solución. La compañía es una de las cuatro empresas estatales, es propiedad mayoritaria del Ministerio de Finanzas de China, creadas por el gobierno del gigante asiático en 1999 para ayudar a limpiar un sistema bancario plagado de deudas incobrables. Su posición crítica ha puesto en jaque al sistema financiero chino, dado que mantiene entrelazados ambas partes cerca de 54.000 millones de dólares.
Pero hay más, puesto que una posible reestructuración o incumplimiento en Huarong podría poner en riesgo a otras empresas. Tanto a nivel de país, dado que el mercado local de bonos de China está dominado por otros prestatarios vinculados al estado. También en el plano internacional, ya que los inversores globales, entre los que destacan nombres como BlackRock, Goldman Sachs o Allianz, mantienen bonos por cerca de 21.700 millones. Un default arrasaría una parte de dichas compañías produciendo, a su vez, un efecto de contagio sistémico en el resto del entramado financiero.
LAS FIRMAS FINANCIERAS ESTATALES NECESITAN REFINANCIAR 4.900 M
Otro de los problemas que ha causado Huarong es que su riesgo se ha expandido a las otras tres firmas encargadas de limpiar el sistema bancario del país. Así, China Cinda Asset Management que mantiene cerca de 18.500 millones en bonos en el extranjero está trabajando en la actualidad para lograr sacar adelante una nueva emisión de deuda perpetua, con cupones entre el 4 y el 4,5%, para lograr recursos. Las otras dos compañías, Orient y China Great Wall, también están buscando nuevos recursos. En total, las cuatro firmas financieras necesitan refinanciar o reembolsar unos 4.900 millones de dólares en notas con vencimiento hasta el resto de 2021, según datos compilados por Bloomberg.
La ávida necesidad de las compañías estatales por recaudar dinero para hacer frente a los vencimientos ha llevado al gobierno chino a restringir el acceso al crédito para firmas muy apalancadas, sean públicas o privadas. Una decisión que ha puesto en problemas, ahora, a otros dos sectores importantes en el país: a los gobiernos locales junto sus vehículos de inversión y al sector inmobiliario.
En el caso de las primeras, la situación podría ser mucho más grave de los que en un primer momento se piensa. Así, las autoridades chinas emitieron una circular, conocida como ‘Documento Nº 15’, en el que se decía que los bancos deben dejar de otorgar préstamos a los vehículos de financiación de los gobiernos locales (denominados LGFV) fuertemente endeudados, que son empresas creadas por gobiernos municipales o provinciales para financiar proyectos de construcción y obras públicas. Pero cerrar ese grifo de créditos, que se utiliza para repagar los intereses de los bonos, les llevaría inevitablemente a incumplir con sus obligaciones.
BURBUJA INMOBILIARIA EN CHINA
Curiosamente, la circular desapareció a los pocos días y ahora la pregunta es si los bancos están acatando dichas órdenes. La respuesta vendrá pronto cuando empiecen a cumplir los cupones de los LGFV, pero un primer incumplimiento podría traer el caos al mercado de renta fija del país. Una situación que todavía pondría en más tensión a compañías como Huarong u otras grandes en problemas como la inmobiliaria Evergrande.
Así, el gigante inmobiliario lleva ya muchos meses en problemas que ha ido campeando gracias a acuerdos en extremis y ayudas de los bancos. Ahora, con el grifo del crédito cerrado y la presión en aumento en el mercado de bonos podría terminar por saltar por los aires. Un nuevo inconveniente para China, pero también para el sistema financiero internacional. De hecho, Evergrande tiene comprometidos más de 100.000 millones de dólares en deuda en manos de inversores de todo el mundo.
Pero, de nuevo, vuelve a ver mucho más detrás de todo ello. Huarong o Evergrande asustan por su tamaño, aunque hay otros gigantes también en problemas. De hecho, los grupos en incumplimiento tenían en promedio alrededor de 1.000 millones de yuanes en bonos en circulación en 2015, un año después de que China experimentara su primer incumplimiento en los últimos tiempos. Esa cifra ha subido a casi 9.000 millones de yuanes este año, según la agencia de calificación S&P Global.
Además, el nivel de incumplimiento de los bonos chinos está en niveles récord. Las empresas no han pagado alrededor de 97.000 millones de yuanes en el primer semestre de 2021, casi un 50% más que en 2020, según el proveedor de datos Wind. Todo ello ocurre, mientras las firmas tecnológicas del país se desangran por la presión a las que la somete el Gobierno chino. La situación parece fuera de control, pero los inversores y analistas confían en que las autoridades chinas vuelvan a controlar la situación. ¿Será diferente está vez?