La utopía del coche eléctrico: el bolsillo español no aguanta más

La Unión Europea ha determinado que en 2035 no se podrán vender vehículos de combustión interna. Adiós a la venta del automóvil de gasolina y diésel y bienvenida al coche eléctrico. Un objetivo tan ambicioso y loable como poco realista. El acelerado ritmo que se trata de imponer a la descarbonización de la movilidad topa de bruces con el contexto actual. Voces del sector energético y de la automoción advierten: el cambio a un nuevo modelo energético basado en la electrificación de la economía es necesario, si bien los plazos y los incentivos no son objetivos desde un punto de vista práctico.

Entre los expertos más críticos, alineados con el fin, pero no con los medios adoptados, Ángel Pérez Valero, CEO de Universal Energía, afirma que “estoy convencido de que es el futuro» pero «con matices». En otras palabras, «ni la red de recarga, ni el sector automovilístico están preparados para este cambio en tan poco tiempo”.

Y no es el único que piensa así, la inquietud es generalizada, pero ni los mandatarios de la Unión Europea, ni los políticos que forman el Gobierno español parecen aterrizar los objetivos en la realidad económica y social del país.

Durante su intervención en la cumbre Future Of The Car, el pasado mes de mayo, el CEO de Stellantis, Carlos Tavares, avisaba de que con estas normativas se puede limitar la libertad de movilidad de la gente, “la brutalidad con la que se impone el cambio en esta industria es un eufemismo”, aseveraba Carlos Tavares, que lanzaba está pregunta a los políticos, «¿cómo protegemos la libertad de movilidad de las clases medias que no pueden permitirse comprar un coche eléctrico de 35.000 euros cuando por el mismo producto convencional (de gasolina) pagan la mitad?»

Ángel Pérez Valero, en declaraciones a MERCA2, coincide con el CEO del cuarto mayor fabricante del coches del mundo y piensa en la inmensa dificultad que tiene para una persona comprar un coche eléctrico por el doble del valor de un automóvil de gasolina o diésel, máxime en estos momentos de crisis, teniendo en cuenta además la escasa autonomía que tienen todavía este tipo de vehículos, “actualmente no tienes garantías de que puedas recargar tu vehículo en una ruta larga, siempre irás con el miedo de que cuando llegues al punto este roto o no exista”.

«ni la red de recarga, ni el sector automovilístico están preparados para este cambio en tan poco tiempo”

Para el CEO de Universal Energía, “el paso más coherente sería imponerlo solo para moverse por ciudad o distancias cortas, donde tengas garantizados los puntos de recarga, por supuesto 100% eléctrico”. Y aconseja que “si se necesita hacer más kilómetros, un híbrido sería lo más aconsejable, ya que evita situaciones incomodas”.

Por otro lado, Pérez Valero destaca algo que parece haber pasado desapercibido: “tenemos que recordar que las baterías están hechas de minerales y su extracción contamina”. Además, los minerales que se utilizan para hacer las baterías están subiendo de precio y lo seguirán haciendo cuando la demanda se multiplique de manera exponencial, con lo que subirá también el precio del coche.

UNA SOLUCIÓN PARA RICOS

Las autoridades españolas y europeas no abordan de forma realista el problema que supondrá para un español medio adquirir un coche eléctrico en los próximos años. En el debate se omiten algunos de los condicionantes que determinarán de forma contundente la electrificación de la movilidad y el calendario establecido para alcanzar este reto.

En estos momentos, un coche eléctrico cuesta más del doble que un coche de gasolina o diésel similar y tiene una autonomía de, tan solo, unos 500 kilómetros. Para incentivar la compra del coche eléctrico, se habla de ayudas públicas y de un recorte de la diferencia de precio en los próximos años. Pero esta rebaja no va a llegar porque el precio del coche eléctrico se vaya a reducir a la mitad, sino por el encarecimiento del precio de los coches de combustión ante la cantidad de impuestos y penalizaciones que se prevén implementar.

Con el paro por las nubes, los salarios por los suelos y los contratos precarios, ¿cómo podrán los españoles transformar sus hábitos de movilidad de forma tan radical en los próximos años? Algunos sectores, como la patronal Faconauto, están convencidos de que se promueve una transición ecológica para ricos, donde sólo los que se lo puedan permitir podrán ir en coche al trabajo o de vacaciones.

La importancia de la movilidad abre un debate en el que también se ha señalado a los fabricantes por supuestos intereses ocultos para retrasar la llegada de la tecnología para fabricar coches eléctricos más baratos. La primera razón que esgrimen es que estarían tratando de ganar dinero vendiendo coches eléctricos caros en la fase previa a su uso generalizado y, la segunda, porque el lobby del petróleo presiona por evitar una electrificación que pille al sector sin estar plenamente preparado.

Teorías hay para todos los gustos, sin embargo, resulta escaso el convencimiento de que el nivel de vida se va a duplicar en los próximos diez años, como para asumir la compra de un coche por el doble de precio de lo que cuesta ahora.

OBJETIVOS EUROPEOS: AMBICIOSOS Y POCO REALISTAS

Los objetivos marcados por Unión Europea de cara a 2030 son muy ambiciosos y chocan con los de otras potencias, especialmente China. Para Pérez Valero, “el papel todo lo aguanta, y es bueno ponerse objetivos ambiciosos, pero la realidad es que en la UE, los tiempos no son los mismos”. A su entender “se ha conseguido que tanto empresas y particulares, estemos concienciados de que hemos de hacer cambios en nuestras vidas, ya que nos va la vida en ello”.

Sin embargo, el principal “escollo que tenemos es que esto tiene unos costes, como por ejemplo, los derechos de emisión de CO2”. En este sentido, “al no ser las energías renovables productivas 24 horas y no cubrir el 100% de la demanda, dependemos del gas y ello no nos hace competitivos con países productores de gas o que no están penalizados por la emisión de CO2”.

Pérez Valero reprocha la falta de transparencia de la UE y del Gobierno, ya que “este tiempo de transición supone un sobre coste que debería haber sido informado, si bien hemos de ser conscientes de que es necesaria, a pesar de ser ambiciosa”.

En cuanto al paquete legislativo ‘Fit For 55′ lanzado por la Comisión Europea hace unos días, el CEO de Universal Energía es claro, “su principal objetivo es obtener la reducción neta de las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55%”. Y avisa al ciudadano para que no se lleve a engaño “hemos de partir de la base de que todos estos cambios conllevan un coste que tendrá que asumir el usuario final”. De hecho, “tendría que ser más realista y haber una planificación fiscal para que sea más asumible por los usuarios” reclama el directivo.

María Castañeda
María Castañeda
Redactora de MERCA2 de empresas y economía; especializada en energía, sostenibilidad y turismo.