La venganza de Musk lleva a Tesla a una guerra total frente a muchos enemigos formidables

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Elon Musk, fundador de Tesla entre otras empresas, posee un pequeño grupo de aguerridos adoradores que ven en su figura la de un mesías. Pero si algo ha demostrado la historia es que esa efigie redentora choca con el establishment. Más si cabe, cuando dicha persona es de todo menos modesta. Así, el sudafricano se ha granjeado también una larga lista de enemigos y detractores tan poderosos como variados. Los nombres van desde inversores reconocidos como Warren Buffett o Michael Burry, a banqueros de inversión, reguladores, la justicia de EE.UU. y quizás muy pronto, el Gobierno de China.

El problema de todo lo anterior, es que todos ellos no cargan únicamente contra el propio Musk, que también, sino que lo hacen a su vez contra su mayor creación: Tesla. Al fin y al cabo, muchas de las sobradas (también de los callos que ha pisado) se han hecho bajo el nombre del fabricante de vehículos eléctricos. Una de las más recientes tiene que ver con la utilización por parte del genial inventor de la firma para rescatar otra marca suya, SolarCity, que le ha llevado hasta los tribunales.

El caso gira en torno a la controvertida decisión de Tesla, en 2016, de comprar SolarCity, un instalador de paneles solares en las azoteas, por 2.600 millones de dólares. Para Musk, que era el presidente de ambas, la idea fue estupenda porque podría construir una empresa integrada de energía sostenible. Pero para otros inversores, la adquisición fue un desastre por la elevada deuda que poseía. De hecho, tras el anuncio de la operación las acciones del gigante perdieron 3.000 millones. Eso llevó a que un grupo de inversores institucionales exijan responsabilidades económicas contra el fundador.

MUSK ARREMETE CONTRA SU PROPIO ABOGADO EN EL CASO SOLARCITY

La vista arrancó este pasado 12 julio de la manera menos esperada, al menos, para el sentido común, no para Elon Musk. Así, el fundador de la compañía se desentendió de otros directores de la compañía y su propio abogado (al que definió como «un mal ser humano») y lanzó un furibundo ataque contra los demandantes. El proceso se prevé largo, pero la respuesta del ejecutivo pone de relieve que está decidido a actuar contra todo aquel que se atreva a desafiarle tenga o no argumentos.

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Pero el proceso judicial va más allá de los efectos económicos o la orgullosa respuesta del fundador, sino que deberá dilucidar un problema clave que ha sido recurrente en los últimos años: ¿Cuál era el control de Musk sobre Tesla antes y ahora? En principio, y bajo las leyes de Delaware donde tiene la sede la firma, el inventor no poseía (menos ahora) una participación significativa para tener el control del fabricante de vehículos, con el 22%, pero algunos expertos si aprecian ese control a través de sus relaciones entrelazadas con la compañía y su junta directiva.

La decisión que tome el juez, que puede tardar meses, también podría dilucidar el futuro de otra sanción que está en estudio, tras sus polémicos tuits sobre una posible privatización de Tesla. Así, la compañía (que es la parte “más débil” en el proceso, según los analistas legales de Bloomberg) y el fundador se enfrentan a cientos de reclamaciones por miles de millones de dólares por los daños ocasionados por esos mensajes. En la actualidad, está abierta una investigación por parte de la SEC, el regulador estadounidense, y por el Departamento de Justicia de EE.UU.

EL USO DE LOS DATOS Y LA GUERRA GEOPOLÍTICA

Pero los problemas de Tesla no terminan ahí. De hecho, Musk podría encontrar próximamente nuevos enemigos en la figura de los Gobiernos, como el de China. Unos adversarios formidables con los que el fundador de Tesla nunca antes había tenido que lidiar. De hecho, hasta ahora, el fabricante de vehículos eléctricos era una de los ejemplos de cómo manejar la geopolítica de manera brillante. Hasta el punto de que, a pesar de ser una firma reconocidamente estadounidense, la gran parte de sus ingresos provienen del exterior. Incluso, su presencia en China (donde otras muchas han fracasado) constituye un caso de éxito.

Todo eso está a punto de cambiar. En primer lugar, porque el mercado de los automóviles es muy grande, con casi dos billones de dólares, y tiene a un gran número de empresas involucradas. Lo anterior, hace que el sector sea muy sensible políticamente, como ha quedado demostrado en Francia con Renault, lo que puede llevar a que las enormes factorías que desplegaba la compañía, que antes eran recibidas con los brazos abiertos, ya no lo sean tanto. En especial, si eso supone romper el tejido empresarial ligado a la actividad industrial en el país de turno.

Es inevitable que a medida que sea capaz de recoger cada vez más información, mucha sensible, despierte el recelo de países como China

En segundo lugar, por la propia motivación que tiene Musk de lo que debe ser Tesla. Para su fundador la compañía debe avanzar de ser un fabricante a una empresa tecnológica. Un cambio propulsado por el avance de la conducción autónoma y la recopilación de datos. Pero es inevitable que a medida que sea capaz de recoger cada vez más información, mucha sensible, despierte el recelo de países como China. De hecho, el gigante asiático ya ha dicho que son sensibles a ellos, lo que supone un presagio de cara a un próximo movimiento.

TESLA HA SIDO EL OBJETIVO DE GRANDES INVERSORES… Y NO PARA BIEN

Así, los problemas de Tesla no han hecho más que multiplicarse con el paso de los meses. Y, probablemente, ayudados por las excentricidades, poca modestia e incontinencia verbal de su fundador. Todo ello, junto a los elevados múltiplos a los que cotiza, respecto las reales de su negocio han llevado a muchos inversores, algunos legendarios, a atacar a la compañía. Un acto que, obviamente, ha tenido respuesta por parte de Musk. Es el caso de Buffett con el que intercambió una serie de declaraciones ciertamente desagradables y que supuso en choque entre dos corrientes mesiánicas: los seguidores de Omaha contra el tecnoking que está cambiando el mundo.

Por su parte, otro inversor de reconocido prestigio como Michael Burry, famoso por destapar y enriquecerse con el colapso de las hipotecas subprime (que aparece en el libro y la película, ‘La gran apuesta’), ha decidido hacer una nueva ‘gran apuesta’, pero está vez por el colapso de Tesla. Y, por el momento, no le va nada mal. Así, a 31 de marzo, Burry poseía 8.001 contratos de venta o en corto, lo que supone que gana dinero cuando cae el valor, por un valor cercano a los 534 millones.  

El resultado es que, desde principios de año, el fabricante de vehículos se ha precipitado casi un 26%. Aunque ha tenido momentos en los últimos meses en los que el hundimiento ha llegado a superar el 31% tanto en febrero como en mayo. Un hecho que supone una cierta victoria moral para Burry, mientras el resto de enemigos y casos abiertos se agolpan contra la compañía. Ciertamente, el bagaje de Musk y los resultados de Tesla han sido una venganza contra todos sus detractores durante años, pero tampoco es sano (ni recomendable) vivir en una continua guerra total contra todo el mundo.