Mucho azúcar y sin osito: Bimbo reinventa su lugar

El Grupo Bimbo está viviendo una revolución en los últimos años. El cambio en la industria alimenticia, haciendo que los productos tengan que contener un menor porcentaje de azúcar y grasas saturadas, unido a los problemas económicos que lleva arrastrando la compañía ha hecho que la marca del osito haya tenido que modificar su imagen para hacerla más atractiva al público.

En 2019, el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social junto a casi 400 empresas del sector de la alimentación, entre ellos el de la bollería, firmaron un acuerdo donde se comprometían a reducir en un 10% la cantidad de azúcares, sal y grasas de los alimentos. El objetivo de esta medida es intentar reducir la obesidad y problemas cardiovasculares provocados por una mala alimentación.

Con esta variación, la empresa creó ‘Compromiso Bimbo’. Este proyecto ratifica la apuesta de la compañía por la nutrición, los hábitos saludables, el medio ambiente y la comunicación transparente. Los objetivos que la compañía tenía marcados para el pasado año, antes de que llegase la pandemia, eran mejorar la composición de sus productos de pan y bollería. Concretamente, la empresa mexicana tenía fijado reducir un 10% de azúcares y un 25% de grasas saturadas en sus marcas de bollería.

Es cierto que los primeros pasos los comenzó dando con el cambio en sus panes, su buque insignia. Los panes de molde de la compañía llevaban años produciéndose con unos niveles de azúcar más bajos. El nuevo propósito es reducir un 5% más.  Los esfuerzos también se van a focalizar en la reducción de los aditivos.

PANES CON MENOS CANTIDAD DE AZÚCAR

Según Bimbo, este compromiso se sustenta en cuatro pilares: seguir las reducciones de azúcares y grasas saturadas en sus productos; elaborar alimentos con harina de grano completo, añadir fibra y proteínas a productos actuales; apostar por gamas más saludables; y empaquetar porciones minis de bollería para reducir su ingesta.

En esta línea, Bimbo también ha cambiado mucho sus envases. A pasado del clásico paquete azul coronado por su mítico oso a un embalaje más sobrio, transparente, dejando ver el producto y con tonos tierra dando la apariencia de producto artesanal. Además, han lanzado nuevos panes, alejados del clásico pan Bimbo, más artesanales y con nuevas harinas.

Sin embargo, la compañía fundada en 1945 en Ciudad de México no ha estado exentas de polémica por la bajada de reducción de los azúcares de sus panes. En febrero de 2020, la Asociación Mirobrigense de Diabetes denunció públicamente a Bimbo por lanzar un pan sin azúcares añadidos a un precio más elevado. La ASM recuerda que los panes normales no llevan azúcar y, además, esta publicidad puede llevar a equivocaciones al consumidor. El precio de este pan era un 68% más caro que otro normal de su misma línea. Por no hablar que la cantidad de azúcar de diferencia entre uno y otro era irrisoria.

Bimbo quiere hacerse con una imagen más natural y sostenible, alejada de ese recuerdo clásico de los bollos llenos de azúcares y grasas. La sociedad ha cambiado y la marca quiere adecuarse a ello. No solamente con productos con menos grasas saturadas, sino también con un aspecto mucho más artesano. Para ello no solo están cambiado los ingredientes de sus productos, sino también su packaging.

PROBLEMAS ECONÓMICOS

Aunque, quizás, uno de los mayores quebraderos de cabeza de Bimbo sea su sostenibilidad económica. La situación más delicada la ha vivido en España con su filial Bakery Iberian Investments. Tras más de cinco años con pérdidas, en 2019 consiguió el primer beneficio individual de la compañía. Aun así, las ganancias fueron de 30 millones frente a las pérdidas de 351 del año anterior.

De hecho, la parte española ha sobrevivido gracias a inyecciones de capital por parte de la matriz norteamericana. Tras la compra de Panrico, la empresa azteca no paró de acumular deudas durante años sin conseguir sacarle rentabilidad a la venta de Donuts, Donettes y Bollycao.

Desde que Bimbo se hiciera con las plantas de la empresa de bollería, no dejó de recortar gastos. Tanto fue así que incluso el sindicato UGT les denunció ante Inspección de Trabajo por la externalización encubierta de puestos de trabajo en la planta que tenía Panrico en Andalucía.

Sin embargo, parece que ahora la firma mexicana no se queja tanto de esta compra ni de estar en España. De hecho, obtiene los mismos beneficios que en el resto del mundo. No sabemos los resultados a partir de 2019 porque Bimbo no ha depositado aún el resto de memorias financieras, como es habitual en la empresa. Veremos si las medidas implementadas le dan sus frutos y consigue recuperar ingresos.

Lidia Vega
Lidia Vega
Redactora de economía y empresas especializada en Distribución, Alimentación y Consumo