El presidente de Técnicas Reunidas, Juan LLadó, ha asegurado en la junta general de accionistas que la compañía está preparada para fortalecerse y entrar en una nueva etapa de crecimiento, tras observar «una seria recuperación del mercado» y contar con una cartera de proyectos ofertados o en proceso de oferta de 50.000 millones de euros.
El primer directivo de Técnicas Reunidas ha apoyado esta afirmación en dos factores fundamentales, la recuperación del consumo, y con ello de los precios de la energía, y en las «buenas perspectivas» de la compañía sobre su futuro.
Además de contar con ese ‘pipeline’ de proyectos, Técnicas Reunidas se ha hecho con cinco nuevas adjudicaciones estratégicas en los últimos meses que suman unos 2.100 millones de euros: Sasa en Turquía, Orlen en Polonia, Gazpromneft en Rusia, Global Industrial Dynamics en los Países Bajos y la ampliación del proyecto de Tuban con Pertamina y Rosneft en Indonesia.
De los 50.000 millones en estudio, más de 30.000 millones consisten en plantas para la generación de combustibles limpios y desarrollos petroquímicos; unos 18.000 millones en proyectos de tratamiento de gas natural; y los casi 3.000 millones de euros restantes corresponden a proyectos encuadrados en la transición energética, como el hidrógeno, los biocombustibles o la captura del CO2, entre otros.
Lladó ha puesto en valor la empresa destacando que Técnicas Reunidas «es un centro de excelencia de tecnología, ingeniería y formación en España desde el que se desarrollan proyectos para las principales empresas energéticas del mundo, entre los cuales tienen un creciente peso los dedicados a la descarbonización y la transición energética.
«Es, además, una importante puerta de entrada al mercado laboral, pues el 72% de los más de 700 licenciados que han obtenido becas de la compañía en los últimos cinco años han terminado por incorporarse a ella», ha añadido.
El presidente ha cerrado su intervención haciendo mención al compromiso de Técnicas Reunidas con el tejido empresarial español, con el que consigue un «efecto de arrastre» que supone de media más de 700 millones de euros al año en exportaciones y suministros.