Branson reta a Bezos: la carrera ‘fake’ de los nuevos viajes espaciales

Jezz Bezos, todavía máximo ejecutivo de Amazon, sorprendió cuando el pasado 7 de junio aseguró que viajará al espacio el próximo 20 de julio. Con ello, el magnate intenta dar un espaldarazo a su nuevo negocio de cohetes y travesías espaciales denominado Blue Origin. Pero el plan de Bezos se enfrenta a dos problemas importantes. El primero es la competencia de otras firmas dirigidas igualmente por multimillonarios. La segunda es que en realidad los vuelos planeados ni siquiera saldrán de la atmósfera terrestre.

Así, otro multimillonario quiere robar la gloria a Bezos. Se trata de Richard Branson y la firma que dirige, Virgin Galactic, estaría contemplando realizar un viaje espacial el próximo 4 de julio, según han filtrado distintos medios norteamericanos. Una travesía en la que, obviamente, estaría a bordo el propio Branson y que supondría dar un golpe sobre la mesa en uno de los grandes negocios del futuro.

La idea de Branson sería ejecutar el segundo vuelo de la compañía aprovechando el día de la independencia de Estados Unidos. Para ello, usará el cohete VSS Unity SpaceShipTwo. Aunque las mismas fuentes que han publicado la información también han explicado que la compañía debería recibir una licencia de operador de la Administración Federal de Aviación.

Pero la guerra espacial no solo la disputan Branson y Bezos, sino que hay un tercero también interesado: Jared Isaacman. Un magnate que hizo una gigantesca fortuna como jefe de la empresa de pagos Shift4. La idea de Isaacman es la de realizar su propio viaje orbital de tres días en una de sus cápsulas denominadas Dragón en septiembre. Lo hará acompañado de un trabajador sanitario, otro pasajero seleccionado al azar como parte de una rifa benéfica y uno último seleccionado a través de un concurso corporativo.

¿QUÉ ES UN VIAJE ESPACIAL PARA BEZOS O BRANSON?

El vuelo de Isaacman, aunque más tardío, si presenta algunas características de lo que comúnmente se conoce como vuelo espacial. Mientras, tanto Branson como Bezos prefieren jugar con el lenguaje para denominar viaje espacial a una travesía que no llegará a entrar en órbita. Ni siquiera abandonará la atmosfera terrestre, dado que apenas se elevará a una altitud de 100 kilómetros, lo que supone quedarse a una cuarta parte de la Estación Espacial Internacional.

La trampa está en qué se considera viaje espacial y en qué piensa la gente que lo es. Para el caso de la primera cuestión la referencia es el límite en el que la velocidad de la aeronave para no caer sea mayor que la necesaria para entrar en órbita. Las leyes de la física dicen que a una cierta altura la atmósfera es tan delgada que un avión debe moverse más rápido de la velocidad de escape de la tierra para no caer. Esa frontera se la conoce como la Línea de von Kármán en honor a su descubridor Theodore von Kármán y está situada a 100 kilómetros de distancia.

Se trata de la distancia a la que el cohete de Blue Origin, New Shepard, tiene previsto lanzar la cápsula, First Step, en la que irá sentado Bezos. También es la altura que esperara alcanzar Branson, de hecho, el primer vuelo de Virgin Galactic alcanzó los 89 kilómetros.

El problema de lo anterior es que no todo el mundo está de acuerdo con la teoría de von Kármán. Ni tampoco el resultado parece satisfacer lo que se consideraría un viaje espacial, pese a que si podrán experimentar la llamada ingravidez. Así, las vistas no serán la de la tierra en su esplendor, sino un cielo negro con un horizonte curvado. Un premio pequeño para tanto dinero en juego.

Pedro Ruiz
Pedro Ruiz
Colaborador de MERCA2