Miguel Barroso: el hombre que siempre estuvo ahí

Joseph Oughourlian está acelerando la digitalización y rejuvenecimiento de los perfiles de la cúpula del Grupo Prisa, que fía su futuro a redimensionar sus pesadas estructuras, cazar abonados digitales para El País y orientar a la SER al podcast de pago mediante la promoción de directivos procedentes de los hasta ahora ‘yuppies’ Podium Podcast y HuffPost.

El inversor armenio, mandamás de Amber Capital, tampoco descuida su estrategia iconoclasta con la que hace tres años ‘se llevó por delante’ a Juan Luis Cebrián y con la que ahora ha fulminado a Felipe González del consejo editorial del multimedia.

Oughourlian, ‘antifelipista’ y ‘sanchista’ a pesar de que decirse apolítico, ha apostado fuerte por un antiguo enemigo del Grupo Prisa, Miguel Barroso, que casi de puntillas se ha convertido en nuevo miembro del consejo de administración del editor de El País y la Cadena SER (y en nuevo miembro del ahora reducido consejo editorial).

El tándem Pedro Sánchez-Iván Redondo confían sin reservas en la experiencia mayúscula en comunicación de Miguel Barroso, hombre discreto, culto y educado que a sus 66 años no ha dejado de ser el ‘niño bonito’ en tareas mediáticas del PSOE.

EL HOMBRE QUE SIEMPRE ESTUVO AHÍ

Oughourlian ha troceado Prisa en dos áreas: Educación (Santillana Latam), liderada por Manuel Mirat y con la que pretende amortizar parte de los 300 millones de euros que ha desembolsado en el grupo; y Medios, que encabezada por Carlos Núñez seguirá siendo oscuro objeto de los políticos, empresarios y editores que aspiran a influir en España.

Y de influencia sabe mucho Barroso, que cuando era apenas un veinteañero se convirtió en jefe de prensa del ministro de Educación José María Maravall, para el que trabajó como jefe de Gabinete hasta 1988.

Los cantos de sirena de la empresa privada llamaron a su puerta, «España es el país de Europa donde es más fácil hacerse rico» decía el ministro Carlos Solchaga. Y en uno de los continuos viajes de ida y vuelta entre empresa privada y sector público, Barroso ‘se aseguró el riñón’ vendiendo publicidad y alquilando sus saberes en consultoría de comunicación. Eso sí, el PSOE no se olvidó de él.

FELIPE GONZÁLEZ

Mayo de 1993. España mira a los Estados Unidos e implanta los cara a cara electorales con los que el bronceado Kennedy barrió al ‘borde’ de Nixon en los años sesenta. Felipe González (tres mayorías absolutísimas, el PSOE en sus manos tras la caída de Alfonso Guerra, Latinoamérica lanzándole piropos por la Transición y convertido en estadista internacional a pesar de que la corrupción y el crimen de Estado comenzaban a hacer barruntar su final) se enfrenta a Aznar.

Y el ‘bajito’ expresidente castellano-leonés le barre por sorpresa. En el PSOE cunden los nervios porque las encuestas pronostican sorpasso y en La Moncloa vuelven a reclamar los servicios de Miguel Barroso y José Miguel Contreras, dos ‘enredadores’ muy listos a los que, esta vez sí, Felipe González escucha.

González se prepara el debate y le lanza dos puntapiés de baja estofa: la reforma económica del PP va a comprometer las pensiones y José María Aznar no se sabe su propio programa electoral. El candidato socialista sale a hombros del debate, el PSOE retiene el poder por la mínima, Aznar nunca más se volvería a enfrentar a un debate y los cuates (Barroso y Contreras) se consagran en Ferraz. 

JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO

La guerra de Irak, el escándalo del Yak-42, el Prestige y las mentiras del Gobierno de José María Aznar sobre el 11M facilitan el triunfo en 2004 de José Luis Rodríguez Zapatero, que rescata a Barroso y lo convierte en su nuevo secretario de Estado de Comunicación con la intención de que regenere la RTVE ‘de Urdaci’ y que ensanche el espectro audiovisual progresista mediante la concesión de dos licencias analógicas en tiempos de TDT: la Cuatro a Polanco y La Sexta a Roures.

A La Sexta, amén de Roures, llegan Antonio García Ferreras y una colección de inversores que acabarían perdiendo la camisa por las egoístas estrategias de Mediapro: Globomedia (que perdería los contratos de Telecinco y acabaría digerida por Roures), los mexicanos de Televisiva, Andreu Buenafuente o Karlos Arguiñano.

Y a ese proyecto que prometía jubilaciones doradas, y que simplemente fue el vehículo con el que Roures salvó la vida en la guerra del fútbol, llegaría el propio Barroso, que protagonizó una de las piruetas menos edificantes de la comunicación española: en 2005 dejaría la secretaría de Estado de Comunicación para fichar por la Casa de América, increíble pero cierto, y posteriormente se convertiría en director de nuevos proyectos del gigante publicitario WPP, accionista de La Sexta.

Es decir, Barroso acabó influyendo (lo poco que dejaba Roures y el silente Contreras) en la propia cadena que ayudó a fundar. El País lo contaba así en 2007: «Tanto Barroso como sus parientes directos han mantenido durante los últimos años negocios con los principales accionistas de La Sexta. Negocios que, en algunos casos, se prolongaron hasta su nombramiento como secretario de Estado de Comunicación. La Ley de Incompatibilidades de Altos Cargos vigente le exigía inhibirse de determinados asuntos relacionados con sus antiguos negocios».

PEDRO SÁNCHEZ

El País en tiempos ‘cebrianitas’ calificaba de «insensato sin escrúpulos» a Pedro Sánchez por su ‘no es no’ a Mariano Rajoy. Ciertos ‘tótems de la Transición’, que no consiguen limar su arrogancia, no esperaban que aquel candidato socialista iba a ganar las primarias y convertirse en el tercer presidente del Gobierno socialista del actual periodo democrático.

Y en esta tercera etapa tampoco podía faltar Barroso, que tutela Prisa Media con sus conocimientos y sabe que, además de dar consejos respecto a las estructuras y nuevos negocios del grupo, debe orientar políticamente una compañía que sigue influyendo en el progresismo español mayor de 45 años (que es el más importante por nuestra envejecida pirámide poblacional).

Barroso ha aplaudido la caída de históricos directivos que vivieron el esplendor del ‘polanquismo’ (Augusto Delkáder’, Pedro García Guillén o Daniel Gavela). Prisa dice que los nuevos responsables de su división radiofónica, o más bien Audio, «configuran una potente renovación generacional, han sido en su totalidad promocionados desde el seno del Grupo, están dotados de un marcado perfil digital y poseen una experiencia transversal en los distintos medios de comunicación».

Este rejuvenecimiento y digitalización de Prisa promovida por Barroso estarán acompañadas por otras tres ‘jugadas gubernamentales’: la despolitización de RTVE, que ayudará a rebajar tensiones entre La Moncloa y el PP o Atresmedia; el rescate de Infolibre liderado por José Miguel Contreras, que se mantendrá como productor VIP de TVE a pesar de quedarse sin el programa de Cintora; y un apoyo más o menos velado hacia Roures, que perdió pie en Madrid y ahora se hará fuerte en la TV3 controlada por ERC. Es decir, que los ‘brujos visitadores de La Moncloa’ seguirán mandando.