El BCE dará luz verde al euro digital pero limitará su uso para salvar a los bancos

El Banco Central Europeo (BCE) dará luz verde a la creación del llamado euro digital en las próximas semanas. Así, el comité ejecutivo del organismo bancario, que deberá decidir su aprobación a mediados de 2021, parece convencido de que la imposición de la moneda virtual será beneficioso. Además, algunos de sus miembros consideran que es la mejor manera para frenar el imparable avance de los gigantes tecnológicos, algo que no está tan claro. Aunque, la idea primigenia es restringir su uso para salvar el futuro de la banca.

La idea de la aprobación de la moneda virtual europea se ha repetido a lo largo de los últimos meses durante las entrevistas ofrecidas por los miembros del comité que posteriormente votaran. «Un euro digital protegería la privacidad, aumentaría las opciones de los consumidores, reduciría los costos de transacción y respaldaría la digitalización de la economía, al tiempo que se aseguraría de que el dinero soberano permanezca en el centro del sistema financiero», explicó recientemente Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo del BCE, en una entrevista para el medio Nikkei.

Anteriormente, uno de los referentes dentro del órgano de gobierno del regulador bancario, Philip R. Lane, aseguraba que la soberanía compartida, que es la definición básica de la UE, se vería reforzada al tener «una moneda digital del Banco Central». Además, en otra entrevista el mismo Lane explicaba que tener esa divisa electrónica permitiría «generar beneficios potenciales para la sociedad» y que podría desbloquear «la eficiencia al reducir los costes». A su vez, el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, argumentó semanas atrás que dadas las ganancias de este tipo de productos «el objetivo actual es cómo debería funcionar».

EL EURO DIGITAL AMENAZA EL FUTURO BANCARIO

Ese es el punto más conflictivo en la aprobación del proyecto del euro digital: su configuración. La llegada de las monedas virtuales estatales, las llamadas govcoin, son el verdadero giro radical que vivirá en los próximos años el sistema financiero. Un paso revolucionario que si bien, según Panetta, sirve para frenar la llegada de las Big Techs, también puede acabar con los bancos para siempre. De hecho, ese es uno de los riesgos más importantes que tiene asociados. Al fin y al cabo, el objetivo principal de su creación es que las personas puedan depositar sus fondos directamente en el banco central, sin pasar por las entidades.

La situación no es sencilla. Con el euro digital los ciudadanos tendrán una cuenta en el banco central en lugar de la que mantiene en su banco minorista, dado que es mucho más seguro. Un hecho que supone eliminar uno de los únicos grandes campos en los que las entidades todavía mantienen una amplia ventaja. Con ello, las firmas bancarias podrían llegar a desaparecer. Así, es posible que en el futuro los depósitos los proporcione el BCE, las transacciones se ejecuten a través de firmas tecnológicas y el crédito se obtenga a través de los mercados de capitales.

El papel final de la banca podría ser residual. Y, lo peor, es que no es una fantasía teórica, sino un miedo real entre las entidades. De hecho, la propia Caixabank reconoce en sus cuentas anuales, entre sus riesgos, que la introducción de un euro digital supone un «ejemplo ilustrativo» de la «entrada en el sistema bancario europeo de agentes distintos a los bancos». Además, apunta a la capacidad que mantienen dichas firmas para ejecutar esos otros servicios, gracias a que son «más ágiles y flexibles».

LA BATALLA POR LA (DES)CENTRALIZACIÓN

Aunque el BCE ya está tejiendo la fórmula para frenar ese efecto secundario. Así, Panetta señaló durante su entrevista que «en ausencia de límites o restricciones a su uso como instrumento para almacenar riqueza, podría atraer grandes inversiones, incluidas grandes transferencias de depósitos minoristas de los bancos al euro digital«. Por ello, planteó a priori dos medidas para frenar ese trasvase.

Por un lado, la de «restringir las tenencias de euros digitales por parte de usuarios individuales, por ejemplo, a no más de 3.000 €. Esto limitaría la salida de depósitos de los bancos al euro digital». Por otro lado, el miembro del comité ejecutivo también pone sobre la mesa la posibilidad de imponer un tipo negativo, una «remuneración penalizante» en sus propias palabras, sobre los importes mantenidos por encima de un determinado umbral.

Con ello, el banquero presupone que se «evitarían» los riesgos para la estabilidad financiera. Pero es más un tema de supervivencia bancaria y de mantener bajo su control a la economía. De hecho, en la actualidad cerca del 90% de la oferta monetaria se articula a través de los depósitos bancarios y la garantía otorgada por el banco central. Con ello, los organismos logran infundir confianza y poder seguir influyendo en el ciclo económico. Si el mecanismo se rompe todo se complica.

Así, los bancos centrales no quieren que se rompa, al fin y al cabo, que ese dinero salga y entre en su balance directamente les acerca demasiado a ‘la acción’, lo que genera riesgos. Las entidades tampoco, porque su futuro se ve comprometido. Pero el resto de los actores no está tan claro que lo deseen, porque todo ello supondría centralizar todavía más el sistema. Y, ahora, las intenciones de muchos parecen ir por la vía de la descentralización. Bitcoin y todos sus seguidores es un ejemplo, también las grandes tecnológicas.

Al final, el movimiento del BCE arrastrará todo el sector, pero nunca ha estado tan entredicho. Y los bancos, a su vez, tan en la cuerda floja.

Pedro Ruiz
Pedro Ruiz
Colaborador de MERCA2