Desde que Argentaria se privatizó, el regreso de la banca pública ha sido un sueño de la izquierda apoyado por el PSOE en la oposición y olvidado de un modo u otro al regresar al Gobierno. Con el abandono de la política por parte del que fuera vicepresidente del Ejecutivo y líder de Podemos, Pablo Iglesias, las ensoñaciones de los partidarios de una banca pública a la vieja usanza parece complicado que prosperen.
Es una meta destinada a dormir el sueño de los justos, entre otras cosas porque la actual ministra de Economía, Nadia Calviño, ha dado sobradas muestras de que no está por la labor de una banca pública como las de los 80. Y es que, salvo por la situación derivada por la pandemia, Calviño está mucho más próxima a los postulados de antiguos ministros socialistas en la etapa de Felipe González como presidente del Gobierno como Carlos Solchaga o Pedro Solbes.
Solchaga y Solbes fueron los ministros que estaban al mando de Economía cuando en mayo y noviembre de 1993 se realizaron sendas Ofertas Públicas de Venta (OPV) por el 24,99% y el 23,35% del capital de la Corporación Argentaria, corporación pública que se constituyó en 1991 para agrupar diferentes entidades oficiales de crédito: BEX, BCI, BHE, BCL, BCA y Caja Postal.
EL CORTE DE LOS MINISTROS
Calviño, que procede de las altas esferas comunitarias (Comisión Europea), y la “realpolitik” se han vuelto a imponer a las bases socialistas, que siempre han preferido ministros con un perfil más izquierdista. Todos los ministros de economía cuando el PSOE ha gobernador han sido de corte “socio-liberal” (Miguel Boyer, Carlos Solchaga, Pedro Solbes, Elena Salgado y Nadia Calviño), un perfil muy distinto a los de corte más izquierdista.
En el tema de la banca pública el PSOE defiende una cosa y hace otra. Echando la mirada atrás incluso el presidente del Gobierno Pedro Sánchez dijo que defendía la banca pública mientras bendecía la operación que enterraba las opciones de que la hubiera de nuevo: la fusión CaixaBank-Bankia. Así, tras las quejas de Unidas Podemos por estar al margen de las negociaciones de esta operación que ellos no apoyaban, Sánchez no tuvo problema en señalar en Televisión Española (TVE) que él también defendía la banca pública y que esta defensa “no es sólo una cuestión de una parte de la izquierda”.
Sánchez era consciente de que esta operación le podía traer muchos problemas con su socio en el Gobierno de coalición y, por ello, defendió que se ocultara a la parte de Podemos presente en el Ejecutivo que él encabeza. “Este movimiento de la banca, es una información muy sensible que sólo la sabían los responsables de Economía del Gobierno de España, no lo sabía ningún otro miembro del Gobierno”, dijo en declaraciones a TVE.
Antes de estas declaraciones, ya como presidente, el 21 noviembre De 2018 Sánchez ya hizo un juego de equilibrios al señalar “no estamos cerrador a que haya una banca pública” y la cuestión es “si el Estado debe tener una banca comercial o de inversiones”. Esta posición contrasta con lo que defendió Pedro Sánchez cuando se presentó como candidato a las primarias del PSOE para la secretaría general. En 2017 el entonces ex secretario general del PSOE y aspirante a las primarias, Pedro Sánchez, apostó por la creación de un sector de banca pública y otro de banca cooperativa y social como medidas para combatir la concentración bancaria y garantizar el crédito en la economía.
En este proceso el PSOE poco a poco ha ido diluyendo la idea de que volvería la banca pública al punto de considera al Instituto de Crédito Oficial como banco de inversión pública, tal y como hizo en su día la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, avalando el refuerzo del Instituto de Crédito Oficial (ICO) como banco de inversión pública e integrar en él a otros organismos públicos de financiación, como el CDTI, Enisa o IDAE.
En su comparecencia ante la comisión del ramo en el Congreso, Calviño defendió el 13 de febrero de 2020 esta operación con el fin de «maximizar su impacto para la movilización de inversión pública y privada necesarias» en retos como la transición ecológica, la digitalización, la I+D+i o la ciencia. Añadió que, en este sentido, ha señalado que «a nivel comunitario» se están realizando operaciones de este tipo, a partir del Banco Europeo de Inversiones (BEI), y en el caso del ICO citó la integración del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), la Empresa Nacional de Innovación (Enisa) y el Instituto para la Diversificación y ahorro de la Energía (IDAE).
ENGANCHES CON PODEMOS
Los enganches del Gobierno de coalición, en este caso de los socialistas con Podemos, en algunos puntos relacionados con política económica, incluida la fusión de Bankia, han sido frecuentes, pero la salida de Iglesias del Ejecutivo y, luego, de la vida política activa ha dejado vía libre a los ortodoxos del Ejecutivo procedentes del PSOE, algo que aleja, sobre el papel, la opción de que regrese la banca pública.
La salida de Iglesias ha provocado que la parte socialista del Gobierno de coalición se refuerce, al menos sobre el papel, y pese a que los sindicatos insisten en la necesidad de que haya una banca pública con red de oficinas, la empresa se antoja imposible después de que el Gobierno renunciara a ello al poner una alfombra roja a la fusión de CaixaBank con Bankia.
Tras la nacionalización de Bankia, el Estado se convirtió en el accionista mayoritario de la entidad y, llegado el momento, el Gobierno, en su parte socialista, no puso muchos reparos a que CaixaBank se quedara con Bankia. De hecho, fuentes sindicales presentes en el sector financiero han criticado que el Gobierno salga ahora en tromba a criticar los sueldos de los banqueros en entidades que van a prescindir de mucho personal mediante ERE “cuando no pusieron ningún condicionante en materia de empleo a la hora de autorizar la fusión”. Y es que una operación de esta envergadura necesitaba múltiples autorizaciones de las autoridades y los organismos regulatorios, entre ellas las del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, entre otros, el ministerio que encabeza Nadia Calviño.
DIVIDENDO Y VENTA
Hacer una banca pública rentable es una tarea muy complicada, requiere muchos recursos y muchos esfuerzos y quizás aumentar aún más el déficit público, lo cual está lejos de gustar a Bruselas, que, entre otras cosas, es quien va a poner los fondos para ayudar a que España salga de la complicada situación económica derivada de la pandemia y afronte de una vez el cambio de modelo productivo, un cambio del que se lleva hablando, al menos, desde que José Luis Rodríguez Zapatero llegó al poder tras las elecciones de marzo de 2004.
En esta tesitura, Calviño se ha impuesto. No habrá banca pública mediante Bankia y lo que hará el Gobierno es esperar que el dividendo que le toque como accionista de CaixaBank (16,1%) le suponga un buen pellizco con destino a las arcas del Estado.
Antes de la absorción por CaixaBank, el Estado contaba 61,8% en Bankia, un porcentaje que tenía que vender a finales de este año, pero tras aprobar en Consejo de Ministros la ampliación del plazo de venta en dos años no tendrá que hacerlo hasta marzo de 2023. Tras la absorción de Bankia por CaixaBank, el Estado, a través del FROB, tiene el 16,1% del banco. Lo que el Estado obtenga en concepto de dividendo por su porcentaje en CaixaBank y la venta del mismo aliviarán un poco las arcas del Estado, que puso más de 22.000 millones para rescatar a Bankia y solo lleva recuperados 3.300 millones.
RESURRECCIÓN DE LA VIEJA CAJA POSTAL
Podemos y sindicatos como CC OO y UGT han venido remarcando que Bankia tenía una red de oficinas excelente para prestar servicio como banca pública y cumplir una función social, pero no es esta la única fórmula que se ha propuesto en este ámbito. Así, en 2017, el sindicato CGT consideró que la principal herramienta para potenciar Correos se basaba en la creación de una caja postal pública. “No estamos reclamando algo imposible, dado que durante más de 70 años existió la denominada Caja Postal, cuyos ingresos se contaban por miles de millones de pesetas hasta que fue privatizada”, apuntaron desde esta central.
Este mensaje y otros cayeron en sacó roto porque en España el modelo de banca pública que hay en otros países europeos, véase Francia, no prospera y no parece que eso vaya a cambiar.
“El futuro no es lo que era”, título del libro que escribieron el ex presidente del Gobierno, Felipe González, y el que fuera primer director de El diario El País y factótum del Grupo Prisa, Juan Luis Cebrián”, sirve para escenificar de nuevo como las ideas preestablecidas no siempre se pueden plasmar del modo en que uno aspiraba. Por eso, Iglesias y Pedro Sánchez, seguramente habrán pensado en dos frases atribuidas a Pío Cabanillas padre (que fue ministro en época de UCD en el Gobierno y es el padre de Pío Cabanillas Alonso, ex portavoz del Gobierno en tiempos de Aznar como presidente): “Cuerpo a tierra que vienen los míos” y “yo ya no sé si soy de los nuestros”.