miércoles, 11 diciembre 2024

La caída de Galiano al frente de Unidad Editorial podría acabar en los tribunales

Unidad Editorial y Antonio Fernández-Galiano Campos informan de que, como consecuencia de la terminación de su cargo como Presidente Ejecutivo y Consejero Delegado, han acordado concluir la relación que les ha unido desde hace más de treinta años. Unidad Editorial agradece a Antonio Fernández-Galiano la actividad desarrollada en los últimos años».

Con este escueto comunicado Unidad Editorial despide al que ha sido su CEO durante la última y turbulante década en la editora de El Mundo. En estos últimos diez años Pedro J. Ramírez fue fulminado del diario generalista tras complot del poder político y económico.

Y al riojano le sucedieron en frenesí una colección de directores: Casimiro García Abadillo, David Jiménez, Pedro García Cuartango y Paco Rosell, que ha derechizado el periódico y ahora podría ser relevado por Martí Saballs o Joaquín Manso.

LAS CUENTAS MANDAN

Galiano adujo pérdidas para echar a Pedro J., cierto es que esas malas cuentas se arrastraban desde hace tiempo y que esos números rojos estaban engordados por fulminantes pérdidas de poderosos anunciantes con ganas de agradar a La Moncloa y Zarzuela.

Y estas mismas pérdidas le han costado el puesto al CEO, que en 2020 ha visto como Unidad Editorial ingresaba 203,7 millones de euros (91 menos que el ejercicio anterior) y su ebitda pasaba de 48,3 M€ a 15,5.

Estos números han sido el justificante idóneo para el grupo italiano RCS Mediagroup, que tumba a Galiano. El hasta ahora máximo responsable de Unidad Editorial previsiblemente acabará en los tribunales para conseguir una indemnización ‘de altura’.

NEGOCIOS QUE NO SALIERON COMO SE ESPERABA

Galiano había intentado encontrar nuevas vías de negocio para Unidad Editorial. Pero la productora UeTV apenas ha trabajado fuera de Telemadrid, la colección de pasatiempos físicos no han tenido la acogida que lograron en Italia y Radio Marca, tras acuerdo con COPE, no se ha disparado tras la colección de fichajes mediáticos (Javier Clemente, Álvaro Ojeda, Maldini o Nacho Peña).

La línea de viajes de El Mundo que posibilitaban que los lectores se fueran de asueto con los plumillas estrella del diario o el lanzamiento de varias ediciones latinoamericanas de Marca tampoco han sido el revulsivo que necesitaba Unidad Editorial, que logró recortar 20 millones de euros de gastos operativos al año y ha acelerado su redimensión tras la salida de multitud de trabajadores.

A finales de 2020 El Mundo despedía a 18 de los 31 trabajadores de sus ediciones regionales. Este hecho provocaba la protesta de la FAPE, que deunció «el desproporcionado ERE» de Unidad Editorial y aseguró que el recorte asestaba «un duro golpe a la pluralidad informativa que tanto necesita nuestra sociedad en estos tiempos de excesiva polarización política y partidista».

«Está demostrado que debilitar las plantillas de los medios locales y de las delegaciones de los diarios nacionales limita drásticamente la función de control critico de los poderes que ejerce el periodismo en esas comunidades y deja abierta la puerta a los abusos y a la corrupción», afirmaban.

La federación de asociaciones de periodistas afirmaba que el recorte de las redacciones «perjudica seriamente al periodismo de calidad que necesitan los editores para poder convencer a los ciudadanos de que paguen por los contenidos. Con redacciones débiles y periodistas mal pagados, descartamos que se pueda hacer periodismo de calidad. Y a menos que se ofrezca contenido de valor, la gente no pagará.

GRIETAS INTERNAS

La caída de Galiano y la previsible de Rosell acrecentarán el culebrón interno que sufre El Mundo, que todavía no se ha repuesto de la publicación del exitoso libro ‘El director’ por parte del periodista David Jiménez.

Otros asuntos también han enturbiado el ambiente interno: véase la guerra entre Federico Jiménez Losantos y Lucía Méndez o el enfado de gran parte de la redacción contra Arcadi Espada, que insultó a Gabriel Rufián en una columna y en otra tildó a las personas con síndrome de Down como «enfermos».


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