Los actores institucionales se están moviendo para sortear los pagos que reclaman muchas de las entidades españolas por guardar su dinero. Un ejemplo de ello es la firma de servicios financieros Alantra. De hecho, la firma que preside Santiago Eguidazu Mayor redujo con fuerza el volumen de efectivo que mantenía en los bancos españoles a lo largo del 2020, mientras que aumentó sus reservas líquidas en entidades francesas y alemanas.
La principal ‘retirada’ de efectivo de la firma se produjo sobre la cuenta corriente que mantiene en Banco Sabadell. La firma que preside Josep Oliu fue una de las primeras en dar el paso a cobrar por los depósitos a los grandes agentes económicos a principios de 2019. De hecho, el que fuera su consejero, Jaime Guardiola, reconocía por aquel entonces que «en los clientes institucionales estamos cobrando a los depósitos en negativo, para los corporativos (empresas) acabará pasando y para los particulares habrá que estudiarlo».
Una política que ha contribuido a que Alantra haya ido retirando su dinero del banco catalán de forma acelerada. De hecho, solo el año pasado redujo su saldo en la cuenta corriente que mantiene en el Sabadell un 78,2%, al pasar de 4,3 millones de euros a poco más de 900.000 euros. Aunque no ha sido la caída más grande, en porcentaje, ya que ese récord lo ostenta Banca March con un 87,5%, aunque con una cuantía mucho menor.
Banco Santander también ha sido otro de los que ‘ha espantado’ el dinero de Alantra, tras sumarse a la ‘moda’ de cobrar a las firmas particulares y a las institucionales por guardar su dinero. Así, la firma financiera recortó su saldo en la entidad cántabra en un 57%, al aminorar la cuenta de los 8,37 millones a algo menos de 3,6 millones.
ESPAÑA CENTRÓ LAS RETIRADAS DE EFECTIVO DE ALANTRA
El recorte también se dejó notar en uno de sus principales socios en materia de financiación: Bankinter. Así, Alantra mermó en un 18,4% sus reservas de efectivo en su cuenta corriente en la entidad naranja, al pasar de los 27,7 a los 22,6 millones. La entidad se unió al resto de grandes actores bancarios del país para empezar a cobrar por los depósitos a empresas a lo largo del 2019. «Sí estamos empezando a cobrar a grandes corporaciones que tienen grandes volúmenes con nosotros, porque ese dinero nos está costando ya mucho», indicó María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter, en verano de 2019.
Uno a uno, la firma internacional registró a 31 de diciembre de 2020 un saldo en sus cuentas corrientes en España de 29,2 millones frente a los 42,7 millones que mantenía un año antes, lo que supone hasta un 31% menos. Por su parte, Alantra decidió aumentar notablemente el efectivo que atesora en otros grandes países de la zona euro. Así, el incremento en las entidades alemanas alcanzó un 309%, en las francesas del 147% y en las italianas del 80%.
Por nombres, sobresale principalmente la figura del Commerzbank donde ha incrementado el saldo de su cuenta corriente de los 2 a los 8,6 millones. La firma alemana se ha caracterizado por su flexibilidad a la hora de cobrar por este tipo de activos, aunque no ha podido resistir la presión. Aun así, desde la firma se explica que «el objetivo no es cobrar, sino asesorar y reasignar fondos». También registraron un notable incremento BNP Paribas, Credit Agricole, UBI Banca o Credit Lyonnais al pasar todos ellos de gestionar 6,4 millones en 2019 a 15,1 millones a finales de 2020.
EL BCE PODRÍA INCREMENTAR AUN MÁS LA TASA QUE COBRA A LOS DEPÓSITOS
Los movimientos de Alantra, y otras tantas firmas, para dar esquinazo a las comisiones para depositar su efectivo ni mucho menos han acabado. De hecho, no han hecho más que empezar. Así, el rechazo continuado de la banca a aceptar más dinero, al fin y al cabo, lo de cobrar es una forma de desincentivar su uso, se debe a que los mercados actualmente están inundados de efectivo. Y, lo que es más importante, el Banco Central Europeo también recauda de los propios bancos una tasa, del 0,5%, por mantener ese dinero (que pueden ser de particulares, empresas o firmas institucionales) aparcado en el organismo.
En otras palabras, que hasta que el BCE no cambie está política, la banca seguirá repercutiendo ese coste sobre sus clientes. Una modificación que no solo no se espera que se pueda dar pronto, sino que incluso podría ser peor en los próximos meses. De hecho, el economista jefe del órgano bancario, Philip Lane, señaló recientemente en una entrevista al Financial Times que «hay margen para rebajar» la tasa negativa que aplica el supervisor a los depósitos bancarios.
La razón que aduce el BCE, y sus directivos, es que al mantener dicha tasa en negativo se incentiva a los bancos a seguir aumentando el volumen de préstamos para que la recuperación de la economía sea más vigorosa. Pero la situación está llegando a un límite, aunque no se quiera reconocer. De hecho, el volumen de dinero en efectivo en la eurozona está en máximos y se espera que se incremente con fuerza próximamente. Esa condición unida al cobro por parte de las entidades provocará una cascada de gasto que terminará desbocando la inflación y los riesgos que genera. El organismo europeo cree que todo está controlado, pero los desequilibrios empiezan a ser demasiado visibles.