El gigante financiero español ha anunciado una ambiciosa agenda para acelerar la transición del banco y sus clientes hacia una economía verde, es líder mundial en financiación de energías renovables y se ha unido al floreciente mercado ‘Nasdaq Sustainable’ de bonos sostenibles.
El compromiso con el medio ambiente y la sociedad ha llegado a los mercados financieros para quedarse. Cada vez son más los inversores que, sin renunciar a la rentabilidad, buscan productos que garanticen la construcción de un mundo más sostenible y resiliente. Un apetito que hace que los bonos sostenibles (deuda utilizada para financiar proyectos que aportan beneficios ambientales y socioeconómicos) ganen en reputación y popularidad. El volumen de emisiones de este tipo de bonos batió el récord de 127.000 millones de euros en el tercer trimestre de 2020 (un 30% más que el trimestre anterior), lo que representa el 6,1% de la deuda global. Y la creciente emergencia del cambio climático inclina la balanza claramente a favor de los bonos verdes, una de las formas más directas de apoyar la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono.
Entidades supranacionales, soberanas, entidades financieras, instituciones locales… Al tiempo que el mercado crece, aumentan también los emisores. Desde finales de 2019 existe la posibilidad de comprar y vender bonos sostenibles a través del Nasdaq Sustainable Bond Network (NSBN), un mercado electrónico que centraliza la información de los emisores y las operaciones de bonos sostenibles de todo el mundo y permite a los inversores disponer de información detallada para la selección y el seguimiento de sus decisiones: datos de impacto, tipología de los proyectos financiados, estándares…
Esta red ha dado recientemente la bienvenida a Banco Santander. “Estamos muy orgullosos de formar parte de esta plataforma, ya que representa un nuevo hito en nuestro compromiso de ser clasificado por los inversores como uno de los principales bancos mundiales en Banca Responsable”, señala José García Cantera, director financiero del grupo. Santander emitió en octubre de 2019 un bono verde de 1.000 millones de euros a siete años para financiar proyectos de energía eólica y solar, en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Con el mismo objetivo lanzó una segunda emisión el pasado mes de junio por el mismo importe; y a finales de 2020 puso en el mercado un nuevo bono verde que abría por primera vez la puerta al inversor minorista para acceder a este tipo de productos, hasta ahora reservado para los inversores institucionales.
El gigante financiero es un claro ejemplo del compromiso de las grandes corporaciones con el medioambiente y con la necesidad urgente de crear un nuevo modelo económico más inclusivo y sostenible, un desafío que cobra fuerza con la pandemia de la COVID-19. La apuesta del grupo por alinear sus objetivos al Acuerdo de París viene de lejos, pero ha dado pasos de gigante en los últimos años.
Según el ranking que elabora Dealogic, Santander fue el año pasado el primer banco del mundo en financiación de proyectos renovables, tanto por número de operaciones como por volumen. En España, donde también está a la cabeza del pódium por quinto año consecutivo, participó en un total de 28 operaciones por un importe conjunto de 1.170 millones de euros, lo que representa un 17,4% del total de la actividad en nuestro país. Entre ellos, la financiación de proyectos fotovoltaicos, eólicos, termosolares e hidráulicos tanto de nueva creación (las denominadas greenfield) como en fase de mejora o mantenimiento (brownfield). Estos proyectos tienen una capacidad de generación equivalente al consumo de 10,3 millones de hogares durante un año y suponen evitar la emisión de 60 millones de toneladas de CO2, destacan desde el banco.
UNA AMBICIOSA AGENDA
La entidad publicó hace dos años una detallada agenda en la que concretaba sus 11 objetivos de banca responsable, cuatro de ellos dirigidos a proteger el medio ambiente: movilizar más de 120.000 millones de euros en financiación verde, cifra que se elevará a 220.000 millones hasta 2030 (desde 2019 ha facilitado 32.640 millones); obtener todo el suministro de electricidad a partir de fuentes renovables (ya representa el 63% de la energía que consume, superando el objetivo del 60% fijado para 2021); y reducir por completo los plásticos innecesarios de un solo uso (ha logrado reducir un 98%, a un paso del 100% de objetivo para 2021). Además, las operaciones internas en sus instalaciones son neutras en carbono desde 2020, treinta años antes de los objetivos globales para el planeta fijados en el Acuerdo de París.
Si ya entonces Ana Botín, presidenta del grupo, anunciaba su intención de “ir aún más lejos”, ahora Santander acelera el paso al anunciar el objetivo de alcanzar cero emisiones netas de carbono en todo el grupo en 2050. Este reto va más allá de la propia actividad del grupo. También incluye todas las emisiones de sus clientes derivadas de cualquiera de los servicios de financiación, asesoramiento o inversión que ofrece el banco.
Para acompañar a sus clientes en el camino hacia la descarbonización cuenta con equipos especializados en asuntos medioambientales, sociales y de gobierno (ESG, por sus siglas en inglés). La entidad empezará por los sectores con una exposición al clima más relevante. Esto significa que en 2030 (año en el que está puesto el primer foco) dejará de financiar a los productores de energía que tengan más de un 10% de ingresos provenientes del carbón térmico y eliminará toda su exposición a las minas de carbón con finalidad energética en todo el mundo. En el transcurso de este año, Santander publicará los objetivos de descarbonización para otros sectores relevantes, como los de petróleo y gas, transporte, o minería y siderometalurgia.
El banco se ha unido recientemente al grupo de consulta del Grupo de Trabajo sobre Mercados de Carbono Voluntarios y también la división de Wealth Management colabora con la Banking Environment Initiative para desarrollar un marco de opeartiva con sus clientes, y es miembro de Climate Action 100+ para promover actuaciones dirigidas a mitigar el cambio climático entre las mayores empresas emisoras de gases de efecto invernadero del mundo. Además, como firmante de los Principios de Banca Responsable de la ONU y los Principios de Inversión Responsable (PRI), y como miembro del Grupo de Inversores Institucionales sobre el Cambio Climático (IIGCC), Santander sigue las mejores prácticas y estándares internacionales.
Ana Botín es el principal baluarte de este compromiso y en los últimos años se ha sumado a las voces de los líderes que alertan de la seria amenaza que representa el cambio climático. “Queremos que las economías crezcan, por supuesto. Pero no podemos hacerlo a cualquier precio. Tenemos que romper el vínculo entre crecimiento y emisiones de carbono que están dañando el planeta. Por eso la energía renovable es tan importante”, ha señalado en más de una ocasión la máxima ejecutiva de la entidad “La conclusión es clara -señala Botín-. Tenemos que actuar con urgencia, y hacerlo ya. Se trata de gestionar los riesgos que genera el cambio climático, y además saber aprovechar las oportunidades de esta revolución verde. Una revolución que necesita innovación y grandes inversiones en tecnología para poder tener éxito. El cambio que necesitamos no lo puede abordar nadie por separado, ni las personas, ni las empresas, ni los gobiernos. Igual que pasa con covid, la lucha contra el cambio climático depende de la cooperación internacional, de que seamos capaces de trabajar todos juntos para tomar las decisiones importantes necesarias.”