El fracaso del control de precios al alquiler en clave política: bienvenidos a Alemania, en 2013

Para entender porqué el control de precios al alquiler no funciona, las posturas políticas que enfrentan al Gobierno y el teatrillo que mantienen unos y otros hay que retroceder cerca de ocho años atrás:

Bienvenido, estamos en Alemania. De hecho, la España actual es una versión calcada a la Alemania en 2013.

– Más nos gustaría dirán, acertadamente, muchos.

Bueno, la referencia se articula respecto a la estructura actual del Gobierno. La verdad es que Pedro Sánchez y Angela Merkel podrían ser como la noche y el día, incluido que el primero dice ser de izquierdas y la segunda de derechas. Pero esa diferencia se moldea una vez se coloca un marco de referencia para ambas figuras: un socio. En el caso español, se trata de Podemos y más especialmente, Pablo Iglesias, que un marcado carácter ideológico de extrema izquierda. En el caso alemán, el partido socialdemócrata liderado por Sigmar Gabriel.

Al final, tanto Sánchez como Merkel se convierten en el eje de derechas del gobierno de turno. Pero sigamos. El pacto alemán de 2013 traía aparejado un documento de coalición, con su correspondiente foto mientras se firmó, con temas tan conocidos ahora como el incremento del salario mínimo, nuevas propuestas para las jubilaciones, la exigencia a las empresas de una mayor cuota en los consejos y puestos directivos de las compañías y, el famoso, control de precios al alquiler. Unas propuestas que el equipo de Gobierno trabajó para su implantación progresiva en el país.

EL PRIMER INTENTO DE REGULAR EL ALQUILER EN ALEMANIA

En 2015, Heiko Maas, el ministro de justicia alemán por aquel entonces introdujo un plan para regular el alquiler en algunas ciudades del país. Con el noble propósito de limitar el imparable ascenso de los arrendamientos en aquellas zonas donde el precio era un 10% más elevado de lo que las autoridades legales consideraban razonable. Unos años más tarde, los intentos de aplicarlo en España han seguido el patrón del modelo de Maas.

Así, el aprobado en Cataluña se diseñó para aplicarse en «áreas declaradas como mercado de vivienda tenso». Mientras que en el acuerdo firmado entre Iglesias y Sánchez la cláusula al respecto era: «Se impulsarán las medidas normativas necesarias para poner techo a las subidas abusivas de precios de alquiler en determinadas zonas de mercado tensionado». En definitiva, que a la izquierda española les pareció estupenda la propuesta germana o la incansable lucha social (y de clases y feminista y antinazis) les deja poco margen para idear otros métodos.

El hecho de utilizar un marco similar al ejecutado por Alemania hace años es que se puede comprobar si funcionó o no. La respuesta es que fue un fracaso. Entre 2015 y 2017, el precio de los alquileres se dispararon hasta un 10%, frente al 2% que habían subido en años anteriores. Un fallo importante que abrió una crisis política importante en el país. En Alemania, el número de personas que viven en alquiler esta cerca de ser el 50% de la población, por lo que este tipo de temas se toman muy en serio.

LOS FALLOS DE ALEMANIA: FALTÓ MANO DURA

La explicación más aceptada de porqué falló tan estrepitosamente ese primer intento es que los propietarios podían eludir las restricciones con facilidad. De hecho, desde el punto de vista de un español parece que los políticos alemanes pecaron de ignorantes. Así, no se estipularon sanciones para aquellos que decidían ignorar las restricciones. Además, los arrendadores no estaban obligados a desvelar el valor del alquiler anterior cuando volvían a colocarlo en el mercado. La legislación alemana solo contemplaba que los nuevos inquilinos lo solicitarán, pero estos preferían omitir esa parte ante el miedo de ser rechazados.

En otras palabras, faltaba más mano dura. Los sucesivos gobiernos alemanes contemplaron endurecer las medidas, pero nunca terminaron de aplicarse. Quizás al ver lo ocurrido en París. La llamada ciudad del amor es una de las capitales mundiales más caras para vivir de alquiler, por lo que las autoridades galas se lanzaron a controlar los precios. Pero los franceses, que viven más cerca del sur, si pusieron medidas más severas con un éxito similar al de los alemanes. De hecho, pese a que los aumentos del alquiler en el centro fueron limitados, que no significa que bajaran, los precios en las áreas cercanas no restringidas se dispararon.

¿Qué falló esta vez en París? Por las reacciones de la izquierda en otras partes de Europa se podría decir que la mano dura: ¡hay que limitar los precios en toda la ciudad! Así, la coalición de (muy de) izquierdas que gobierna en Berlín lanzó su propio plan en 2019 que incluía limitaciones para todas las viviendas construidas antes de 2014. El experimento lleva poco tiempo en marcha y, además, el covid-19 hace muy difícil aislar el ruido de los efectos reales. Aun así, los primeros datos vuelven a llevarnos hasta París.

EN ESPAÑA, SE QUIERE PROBAR CON MÁS MANO DURA

En principio, la aplicación de este nuevo plan de control del precio del alquiler supone que el anterior, el ejecutado por el Gobierno alemán, fue un fracaso. En cuanto al de ahora, los primeros datos publicados por Mathias Dolls, Clemens Fuest, Florian Neumeier y Daniel Stoehlker del Ifo Insitute de Múnich evidencian que los principales problemas que ya se habían descubierto todavía siguen muy presentes. Así, los economistas han detectado que se han creado dos mercados donde los precios evolucionan de manera diferente. En el regulado, el precio se moderó, incluso cayó, mientras que en el resto se disparó muy por encima del nivel de otras grandes ciudades alemanas.

Aunque lo mas importante es que los datos apuntan a una importante caída de la oferta. En el caso de los regulados, la disponibilidad de pisos se hundió. La explicación es que muchos inquilinos beneficiados por la política aplicada decidieron no mudarse, mientras que los que los pocos que se quedaban vacíos no volvían al mercado. De hecho, el estudio detecta que muchos de ellos acabaron a la venta en las semanas posteriores. Además, los economistas también observaron una depreciación en el valor de los inmuebles, dado que las restricciones limitan el volumen de ingresos futuros.

Las experiencias fallidas en París o Alemania son una clara referencia para el actual Gobierno. De hecho, Nadia Calviño señalaba hace unas semanas que «distintas ciudades están experimentando en esa línea, estableciendo límites no con mucho éxito». Sánchez también lo sabe, por eso parece que se resiste una y otra vez. Mientras, desde Podemos se insiste, pero con una peculiaridad frente a otros intentos: el de forzar a los propietarios a alquilar, obviamente bajo los precios que ellos creen convenientes, e incluso expropiar en muchos casos. Pero también es difícil que aun así pueda realizarse con éxito.

Pero hay muchas dudas de que se pueda lograr. Primero porque la evidencia, que ya empieza a ser consistente es tozuda, por otro lado porque en España hay más propietarios que alquilados. Los políticos suelen pensar en el número de votos para acometer las medidas. Todo ello, lleva a que Sánchez se resista, dado que al igual que ha pasado a lo largo de los años con Merkel, él será el responsable del resultado final. Para bien y para mal. Por ello, también, Iglesias siempre opta por el teatrillo y la confrontación, dado que es una manera de hacer valer que muchas ideas que parecen salidas del presidente son suyas en realidad. Pero, claro, como buen estratega al socialista solo le sirven las ideas de éxito y esta en cuestión parece que no lo es. 

Pedro Ruiz
Pedro Ruiz
Colaborador de MERCA2