El artista David Callau (Desearte): «Vía Internet se ha vendido, pero no como para seguir adelante»

El arista natural de Cambrils, Tarragona, David Callau Gené (47), abre las puertas de su galería Desearte en la céntrica Milla de Oro madrileña a MERCA2, conversando sobre la situación del mercado del arte en la capital y sobre cómo ha capitaneado el pintor su barco durante los peores oleajes de la tormenta de coronavirus.

«Me preguntan ‘¿has pintado algo de pandemia?’: no, no he pintado tristeza porque ya hay suficiente», explica Callau, que durante los peores meses de confinamiento se encerró en su galería para seguir trabajando. Gené, artista multidisciplinar especialmente dedicado a la pintura, abrió su galería en 2017 tras ingresar en Madrid con una exposición doble en ARCO, «Mar y Tierra». «En esos quince días de ARCO y el post de ARCO conocí a mucha gente, desde grandes personas de museos como grandes clientes, y la apuesta de ese momento era irme a París o quedarme en España», cuenta el artista, que explica que tras recibir el consejo de una amiga galicista de Zaragoza, decidió quedarse en el hogar del Oso y el Madroño.

Así, tras varios meses de tanteo del terreno, su galería Desearte abría sus puertas en la calle Villanueva en junio de 2017, cerca del prestigioso hotel Wellington. Callau encontraba aquí un local ideal por su amplio escaparate, y arropado por el alto nivel adquisitivo que caracteriza al barrio Salamanca, aunque al pintor también le fascinaban zonas como la de Chueca o el barrio de las letras.

Con una trayectoria previa en el extranjero y actividad en galerías de otros países en la actualidad, Callau asegura que no se arrepiente de escoger Madrid para asentarse. «Me gusta la diversidad y todo lo que se está moviendo aquí. Han sido momentos muy difíciles y van a pasar, pero hay una variedad absoluta y el trato es exquisito», señala. «Hay mucha gente que ama el arte aquí y que compra arte, sea de España o no», recalca, ya que también son muchos los extranjeros que vienen en busca del producto cultural.

«A veces nadie es profeta en su tierra. Aquí cogen gente de fuera y fuera nos cogen a nosotros», explica el artista, que trabaja en estos momentos con dos galerías alemanas, una en HafenCity, Hamburgo, y otra en Múnich. También viene el catalán de pasar dos semanas en Rusia pintando bailarinas del Gran Teatro Bolshói. La danza «es una disciplina que me gusta, tiene un encanto especial y para la plástica es espectacular», explica.

LOS ARTISTAS, EN «PERMANENTE ESTADO DE ALARMA»

Entrando al tema de la pandemia, Callau es claro: «Yo siempre he dicho que los artistas siempre hemos vivido en un estado de alarma», asegura como autor, mientras que como galerista, detalla: «Vía Internet u online se ha ido vendiendo obra. Eso ha generado un beneficio… No el absoluto como para seguir adelante», apostilla el artista, que acto seguido dice valorar «las ayudas que se han dado, y las ayudas que puedas recibir según donde estás alquilado, si te bajan el alquiler, etc». «La lucha es diaria, y ha afectado […] Ha afectado en la caja, pues sí, y como galerista, te tienes que apretar más tú», dice Callau.

El precio de sus obras se mueve en un abanico en el que lo más asequible puede rondar los 200 euros, hasta los 7.000 euros aproximadamente para las más caras. El perfil de los clientes en Desearte es variado: asegura que oscila entre «la chica estudiante a la que le ha encantado mi trabajo y lo está pagando poco a poco y son unos 250 euros, por ejemplo, a la persona que ha comprado una obra, para mí, majestuosa, y que cuando he ido a su casa a colocarlo hay un Botero de dos metros sesenta», explica el artista, que dice que el contar con perfiles diversos le hace sentir que está «en un buen lugar».

La presencialidad, esencial en el comercio artístico, se vio suspendida durante varios meses. Pero Callau, al igual que muchos otros galeristas, decidieron exprimir al máximo las vías de Internet: con amigos y amigas artistas, «hemos hecho uniones vía directos de Instagram y YouTube. No solo con pintura, sino con músicos y con actores. Nos conectábamos unos desde su casa y yo desde mi estudio», señala Callau, encantado de hacer conexiones entre las disciplinas artísticas.

Precisamente, al preguntarle sobre cómo observa la situación de sus compañeros de profesión, el catalán deja entrever que algunos de sus conocidos actores o músicos se han visto más impactados por la crisis que los pintores, tal vez por la naturaleza física del cuadro que le permite ser un bien trasladable para su compra, no como las experiencias in situ del teatro o el concierto.

CALLAU (DESEARTE): «NO HE PINTADO TRISTEZA PORQUE YA HAY SUFICIENTE»

Acerca de las ventajas de las RRSS y de las diferencias entre la experiencia virtual y la presencial, Callau señala que «sí que se ha captado público» a raíz de los directos y eventos en redes, pero también ha contado como este jueves, al encontrarse en la galería con dos clientes que habían conocido su obra por Internet, le explicaban que «no se apreciaba nada el olor, la textura», etc.

«No sé donde va a ir el futuro; podrás pedir una pintura que te la realizarán los ordenadores, que ya lo hacen, pero creo que aquí hay algo, hay ese alma que no se puede perder«, reivindica el de Cambrils, consciente de que ni la red ni las máquinas tienen la capacidad aún de suplantar lo vital y cercano del arte. El arte en la sociedad desempeña un papel «muy importante, que es dejar algo para los sentidos, para la vista… el arte es importantísimo», concluye Genés.