Anabel Pantoja se larga de Sálvame: las veces que le hicieron llorar en directo

Los últimos meses han sido un infierno mediático para Anabel Pantoja en ‘Sálvame’. Hasta ha tenido que acudir a la ‘coach’ del programa para valorar si realmente le merece la pena pasar por lo que pasa por ganar 600 euros por programa grabado. El conflicto familiar y sus propias tramas la han convertido en la nueva llorona del programa. Al parecer, ha llegado a su límite. Plantada delante de un atril, todo muy peliculero como le gusta a Jorge Javier Vázquez, comenzó a leer la carta que había escrito para despedirse del programa, sus compañeros y de la audiencia. No la dejaron. El director del programa le arrebató el papel para pedirle que se tomara un descanso antes de tomar la decisión de renunciar a su contrato de colaboración con el programa. ¿Cuántas veces han hecho llorar en directo a Anabel Pantoja? ¿Por qué aguanta ser vapuleada una y otra vez en el programa?

¿TENDRÍA QUE PAGAR UNA MULTA?

¿Quiere dejar Sálvame? ¿No quiere dejar Sálvame? Todos tenemos un contrato como los que entran en un reality y, si nos vamos, tenemos que pagar una multa“, soltaba Kiko Hernández hace un mes ante el primer aviso de Anabel Pantoja para marcharse del programa. El comentario sorprendió a todos. ¿Realmente existe una cláusula que obliga a los colaboradores a pagar una multa por romper el acuerdo? En realidad esa cláusula, aseguran fuentes del sector, no existe más allá de afectar a los derechos de imagen que van sucintos al contrato de colaboración.

En el caso de que finalmente Anabel Pantoja decida terminar su colaboración en Sálvame, es muy probable que La Fábrica de la Tele, la productora del programa, la vete en cualquier otro formato durante un tiempo, incluido ‘Sálvame’. Ella también lo dio a entender cuando habló de que sabía que no hay terceras oportunidades. Sin embargo, como ella relató en la sesión de coaching en directo, le cuesta venir a Madrid para ser el objeto de todas las acusaciones. Para estar en este tipo de programas desde luego hay que tener unas espaldas muy anchas (y un buen psicólogo).

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