Can Barça: una década de guerra sucia por el ‘otro’ poder en Cataluña

Los apasionados a las disputas políticas han podido deleitarse en los últimos años con la situación en Cataluña. Además, la llegada del exministro Salvador Illa y el que será su lugarteniente Mauricio Lucena, presidente de Aena, dieron un plus a esa emoción. El parlamento catalán parecería el epicentro de todo el tejemaneje del poder de la región, pero no. A esos entusiastas les sorprendería saber de la existencia de otro espacio donde las guerras de poder, incluida la política, son más aguerridas y agrías que en otro sitio: el palco del F.C Barcelona.

Desde su fundación, el Barcelona se ha erigido en una especie de baluarte para la población catalana y, con ello, una fuente de poder político Una visión que no ha cambiado con el tiempo. Así, Joan Gamper fundó el equipo con la idea de convertirse de ser un club catalanista. Y sus sucesores en el mando del equipo, como Josep Suñol o Agustí Montal Costa, mantuvieron esa idea de elevar los ideales. Un sentimiento que siempre ha plasmado a la perfección ese lema de ‘Més que un club’.

El problema es que muchos han visto que ese ‘Més que un club’ se puede continuar con la frase: es un trampolín político. José Luis Núñez logró frenar ese sentimiento nacionalista dentro de la entidad en sus más de 22 años, aunque no sin padecer un asedio continuo por parte de Jordi Puyol. Su sucesor, el controvertido Joan Gaspar, mantuvo esa posición de equidistancia con la política. Pero la oleada de títulos y su consiguiente reconocimiento internacional unido a las ambiciones (políticas) e ideas (independentistas) del que era presidente, Joan Laporta, terminaron por convertir al club en un polvorín.

LA GUERRA SUCIA DE LAS FILTRACIONES EN EL BARCELONA

Hoy en día, el empresario todavía sigue empeñado en retomar el poder en un club que no se ha recuperado de la deriva político independentista a la que ha sido sometido. De hecho, fue él mismo el que la inició abriendo la veda a más de una década de guerras internas. Una desagradable batalla en la que parece que todo vale y que amenaza con llevarse al Barcelona por delante, sino lo ha hecho ya. Todo arranca en 2009, cuando Laporta se lanzó abiertamente a la política utilizando el altavoz incomparable que le ofrecía ser el mandamás del equipo más reconocido del mundo.

La decisión de Laporta desató una guerra sucia de filtraciones. El presidente dio el paso adelante para lanzarse a liderar el grupo independentista Reagrupement, una escisión de ERC, del que han salido nombres como Quim Torra y que después de unió con la CDC de Arthur Mas. Pero no pudo ser. Así el abogado barcelonés tuvo que dar un paso atrás después una vez aparecieron distintas informaciones de espionaje contra sus adversarios por la presidencia del club. En aquel momento, la guerra sucia solo había empezado. En 2019, el titular del juzgado de instrucción número 24 de Barcelona terminó archivando dicha causa porque no pudo demostrar que Laporta estaba detrás.

El archivo han traído de vuelta a Laporta, pero las acusaciones permitieron sacarle de escena. Sandro Rosell ocupó la presidencia del club en 2010. Aunque su mandato, pese a ser bastante exitoso, fue uno de los más cortos en la historia del club. De nuevo, una serie de filtraciones acabaron con su carrera. En este caso, se trata del caso Neymar. Todo arranca a mediados de 2013 cuando se filtran algunos documentos en relación con los pagos efectuados en el fichaje del jugador por el Barcelona a Qatar Foundation.

BARTOMEU, LOS AÑOS DEL HUNDIMIENTO ECONÓMICO

Pero es a raíz de una información de El Mundo, nuevamente, cuando Rosell ofrece una rueda de prensa y pide al juez que lleve la investigación. Tras los acontecimientos presenta su dimisión irrevocable. En 2016, la Audiencia Provincial de Barcelona archivó dicha causa. La jugarreta se había repetido. Hasta el punto, de que la persona que asumió la presidencia, Josep Maria Bartomeu, no dudó en señalar al expresidente y al difunto Tito Vilanova para exculparse. Así, Bartomeu explicó ante el juez Pablo Ruz que la petición de adelantar la llegada de Neymar fue de Vilanova y que «fue Sandro Rosell el que lideró las negociaciones con el padre de Neymar».

Los últimos años para Bartomeu en el poder tampoco han sido sencillos. Y su final, también, ha tenido una carga política. De hecho, el directivo señaló ante los medios que «la Generalitat ha actuado de forma irresponsable, no teníamos motivos para dimitir». Pero este tiempo será recordado, además de por sus luchas internas, por ser el epicentro de los problemas del Barcelona en un futuro. Así, la situación en la que ha dejado al club (prácticamente en la quiebra) no solo imposibilitó su continuidad, al romper completamente con la plantilla, sino que limita las actuaciones futuras.

Así, el primer encontronazo fue en febrero, después de que la Cadena Ser desvelase la vinculación del club con la empresa 13 Venturas, que habría creado cuentas para atacar a algunas figuras de la plantilla. Más tarde, los problemas financieros del club exigieron una bajada salarial que tampoco sentó bien a los jugadores. Finalmente, el rendimiento de estos no volvió a ser lo que era. Pero hubo venganza. En agosto, Bartomeu dejo varios señalados al no incluirles en la lista que ofreció de jugadores intransferibles.

LA VENGANZA: LA FILTRACIÓN CONTRA MESSI

El golpe final fue la filtración del multimillonario contrato de Messi. Así, los documentos a los que solo tienen acceso muy pocas personas en el club llegaron a manos de los periodistas de El Mundo que lo publicaron como una exclusiva mundial. Aunque quizás lo más llamativo, al margen de la información, es la idea que recorría todo el texto de culpar al futbolista argentino no solo de los males deportivos del equipo, sino los económicos. Sin ir más lejos, el titular ya era explícito: «El contrato faraónico de Leo Messi que arruina al Barcelona».

Una orientación que parece más un mandamiento, a cambio de la información, que la realidad que subyace al contrato. Una jugarreta más, aunque en esta ocasión al símbolo más venerado del club. Aunque tampoco sorprende, dado que ya se hizo algo similar a Johan Cruyff. Pero la idea de culpar a Messi de los males económicos del equipo tiene muchos errores, pero quizás el más evidente es el temporal. Al fin y al cabo, un jugador de la importancia del argentino, para muchos el mejor de la historia, es una fuente de ingresos no solo presente, sino futura.

Para entenderlo mejor, se le puede comparar con otra figura histórica en el deporte: Michael Jordan. El genial jugador cobró en sus dos últimas temporada, 1997 y 1998, de media entre 10 y 15 veces más que el resto de la plantilla, hasta los 63 millones. Si bien es cierto que consiguió en ambos años el título de campeón, el beneficio obtenido de aquel contrato para los Chicago Bulls todavía no ha terminado. Hasta el punto de que sus camisetas no han parado de venderse y la marca Chicago Bulls es reconocida en todo el mundo pese a su presencia marginal en la historia de la NBA.

Pedro Ruiz
Pedro Ruiz
Colaborador de MERCA2