Enagás encara el difícil reto del hidrógeno con el gas natural amenazado

La velocidad de crucero que ha cogido el desarrollo de las energías renovables en España amenaza con dejar atrás a un gran número de empresas. Una de las más expuestas es Enagás. La firma semipública basa su negocio en el transporte del gas natural, un elemento que en los próximos años podría ir desapareciendo más rápido de lo inicialmente previsto. Una de las soluciones para la compañía pasaría por subirse al tren de las energías limpias, a través del hidrógeno, pero dicha aplicación todavía parece demasiado difusa.

«Creemos que el aumento de la oferta de energías renovables en España, liderado por la energía eólica y solar, representa una amenaza importante para la demanda de gas natural a largo plazo y sugiere un riesgo potencial para los gasoductos de Enagás«, advierten desde Bloomberg en un informe interno para los inversores. Pese a que el riesgo es a largo plazo, dado que el gas no va a desaparecer en los próximos años, sí supone un toque de atención de cara a una futura estrategia de la firma. Y cuya respuesta más lógica sería la de «mitigar» ese escollo a través de «la reutilización de las tuberías existentes para transportar hidrógeno y/o biometano».

A pesar de que a primera vista se trata de una solución sencilla, al fin y al cabo, es una simple reutilización de los activos que ya posee, en la práctica es un reto tan profundo que todavía no está muy claro que pueda llevarse a cabo. En primer lugar, porque todavía no está claro que su acople geográfico para el tránsito del gas natural sirva para generar y transportar otros materiales. Entre otras cosas, porque su generación o el destino del mismo es totalmente diferente a la distribución de la red actual.

LAS EXIGENCIAS DEL HIDRÓGENO EN MATERIA DE INVERSIÓN

Aun así, ese sería el menor de los problemas. El verdadero reto es el de adaptar las actuales tuberías para poder transportar otros gases con un tamaño mucho menor sin tener fugas importantes. En especial, en el tema del hidrógeno. Para hacerse una idea del reto que supone, sirva decir que en la actualidad se utiliza otro gas, llamado helio, para descubrir fugas en dichas infraestructuras. Pues bien, el hidrógeno es hasta cuatro veces más pequeño que el helio, lo que supondría reformar todas y cada una de los tubos que tiene en propiedad Enagás en la actualidad.

Por suerte, ese problema no tiene que ver tanto con la tecnología, dado que ésta ha avanzado mucho en los últimos años, sino más bien con el desembolso necesario para realizarlo. Un coste excesivo y que, por ejemplo, todavía no está realmente contemplado en la estrategia nacional de hidrógeno que aprobó el Gobierno de España el pasado mes de octubre. El reto es tal que los analistas todavía no son capaces de ponerle ni fechas ni cifras: «Tanto el coste como el alcance de esta transformación no están claros», advierten desde Bloomberg.

Para encontrar lo más cercano a estás predicciones hay que acudir a Europa. Aunque las cifras, dependiendo del plan, difieren con fuerza. Por un lado, el llamado plan Hydrogen BackBone señala que para la reconversión de un 75% de los gasoductos actuales se necesitarían entre 27.000 y 64.000 millones. Los datos de la UE todavía son mayores. Los analistas explican que «la Estrategia de Hidrógeno de la UE describe inversiones de 180.000 y 470.000 mil millones de euros en nueva capacidad de hidrógeno» y que aun así solo serviría para elevar su participación hasta un 14%.

MALOS AÑOS PARA LAS INVERSIONES DE ENAGÁS

El reto parece mayúsculo, pero no imposible. Aun así, la capacidad de inversión de Enagás parece limitada en los próximos años, ya sea por la menor retribución que recibirá en los próximos años o por los efectos de la pandemia en sus inversiones exteriores. Así, los analistas pronostican un escenario más difícil para la firma, ya que «los ingresos regulados de Enagás comiencen a disminuir gradualmente en 2021 debido a cambios en el programa de remuneración en España, incluidos los recortes en sus ingresos variables y en la provisión de gastos operativos».

Lo anterior, llevará a «una mayor necesidad de apoyarse en el exterior». Pero tampoco parece por ahora la solución, dada la difícil situación que vive el sector en todo el mundo por el efecto de la pandemia. De hecho, desde Bloomberg apuntan a que «los ingresos no regulados de Enagás a través de su reciente inversión en Tallgrass pueden verse significativamente moderados en 2020-2021 debido a la pandemia. El crecimiento podría reanudarse en 2022 a medida que mejore el contexto de la demanda de EE. UU».

Los analistas confían en una recuperación de las inversiones extranjeras que «brindarían un respaldo complementario a las ganancias obtenidas en España». Con ello, la firma podría sufragar parte de las inversiones futuras para la modernización de su red hacía otro tipo de tecnologías. Aun así, a todo eso se le debe añadir otro problema crítico como el almacenamiento. Ya sea porque requiere de nuevas infraestructuras, nuevos tanques especiales, o en su formato de baterías o células que directamente limitaría los beneficios de la inversión anterior. En definitiva, demasiados retos de cara un futuro poco claro.

Pedro Ruiz
Pedro Ruiz
Colaborador de MERCA2