AstraZeneca da la puntilla a PharmaMar: Sousa se queda sin coartadas para aplidin

El fenómeno PharmaMar parece ahora mucho menos meteórico que semanas atrás. La compañía se erigió en algunos momentos del año como la gran atracción de la Bolsa española. «Su gran virtud ha sido la de canalizar el mensaje adecuado en cada momento», explicaba meses atrás un importante gestor español. Pero como decía Abraham Lincoln es imposible engañar a todo el mundo todo el tiempo, como ha dejado patente la CNMV. Así, a medida que han pasado los meses sus aspiraciones a ser un jugador importante en la pandemia se han vuelto una quimera.

En realidad, la bala de plata de la farmacéutica española llamada ApliCov hace mucho tiempo que dejo de ser una alternativa real (si alguna vez lo ha sido). Aunque la propia PharmaMar ha intentado ocultarlo a medida que cambiaba una y otra vez el relato para adaptarlo a lo que mejor le convenía en ese momento. Así, al principio de la pandemia el presidente de la compañía José María Fernández Sousa señalaba que el fármaco «estaría indicado para pacientes con enfermedad severa y que estén hospitalizados». Y, por aquel entonces, abrió la puerta a utilizarlo «para uso compasivo».

¿Por qué ese discurso? Básicamente porque abordar su utilización como compasivo, o última instancia, te permite ir más rápido y que los controles no sean tan exhaustivos. De hecho, muchos fármacos se han aprobado para dicho uso muchos meses antes que para el generalizado. A dicho mensaje le siguió un road show televisivo casi sin precedentes y, por último, la traca final al advertir que era 2.800 veces más eficaz que el único fármaco que había sido aprobado hasta la fecha, el remdesivir de Gilead. Solo en aquel día, el del anuncio, la acción se disparó un 15%.

PRIMEROS RESULTADOS Y PRIMER BANDAZO DE PHARMAMAR

Era principios de julio. Curiosamente, unos meses después el mensaje que la firma quiso hacer llegar a los accionistas cambió radicalmente. De hecho, durante la presentación de los primeros resultados en pacientes, a mediados de octubre, los expertos presentes en ella destacaron sus efectos beneficiosos en el comienzo de la enfermedad. Así, Pedro Landete, neumólogo del hospital La Princesa, señaló en la presentación que el medicamento se usa «en los primeros diez días de desarrollo» de la enfermedad.

Aun así, la firma apuntaría a un nuevo objetivo: los asintomáticos. «Estamos pensando hacer otro nuevo estudio para tratar asintomáticos porque pensamos que podemos eliminar muy rápidamente el virus», señaló Sousa a principios de septiembre tras otra vuelta de tuerca más. La pregunta, de nuevo, obligada era ¿por qué ahora los asintomáticos? La respuesta es que era el grupo idóneo para seguir vendiendo humo. Al fin y al cabo, dicho grupo es el más numeroso, varias veces más grande que los hospitalizados, de todos los que contraen el covid-19. Obviamente, desde un punto de vista de rentabilidad es el colectivo clave.

Pero ese grupo tenía, y todavía tiene, otra característica muy importante para sacar un rédito bursátil y, es que, las vacunas existentes apenas le prestan atención. Al fin y al cabo, lo que buscan mayormente es inmunizar a gente sana no a los ya contagiados. Además, como no se habían publicado los resultados en revistas científicas no se conocía realmente el efecto. Al menos, hasta ahora, dado que la publicación en The Lancet de los resultados de AstraZeneca y Oxford sí ofrecen cifras al respecto.

ASTRAZENECA TERMINARÍA POR HUNDIR AL APLIDIN

Además, los resultados han sido bastante esperanzadores. De hecho, la publicación señala que se produce una reducción importante en la trasmisión del virus. Asimismo, los autores también apuntan a que es capaz de hacer remitir la enfermedad grave. En definitiva, que de seguir adelante la vacuna (que hay algunas dudas que todavía debe resolver) dejaría muy tocada la comunicación de la compañía.

Más si cabe, cuando la vacuna que ofrece es una de las claves que tiene la sociedad para incrementar notablemente el número de inmunizados. El producto de AstraZeneca-Oxford es barata y se puede guardar al menos durante seis meses en un frigorífico normal, lo que supone que pueda almacenarse fácilmente. Además, la compañía estima que puede multiplicar varias veces la producción que tiene sus competidores, hasta los 3.000 millones de dosis. Todo ello la convierte en el arma principal con el que cuenta la sociedad para contener el virus en los próximos meses.

Todo ello, pone contra la pared al ApliCov y, a su vez, a Pharma Mar al eliminar el último punto ciego del que aprovecharse. Ahora, la firma debe mover ficha y decidir si pide o no los permisos para iniciar la llamada Fase III con su fármaco. «La decisión es mucho más complicada de lo que parece. Los ensayos de este tipo son demasiado costosos y los resultados obtenidos hasta ahora muy pobres. Por no decir que los resultados llegarían, quizás, demasiado tarde», advierten fuentes del sector. De hecho, al no incluir un grupo de control en su experimento anterior, nadie conoce realmente su eficacia.

LOS MINORISTAS ATRAPADOS POR LAS NUEVAS DUDAS DE PHARMAMAR

Lo anterior tiene una arista más. Y, es que, si la dirección elige no seguir con el procedimiento la acción sufriría un fuerte castigo. Desde marzo, un gran número de inversores minoristas han comprado miles de acciones al calor de la agresiva política de comunicación de Pharma Mar sobre su lucha contra el covid-19. Ese castillo de naipes se vendría rápidamente abajo si decide retirarse de la carrera. La decisión de la compañía todavía no se conoce, aunque fuentes conocedoras de la situación reconocen a MERCA2 que se espera una respuesta afirmativa de cara a principios de 2020.

Dichas fuentes prosiguen explicando que pese a que la decisión de seguir con la Fase III es sólida, el último traspiés de su fármaco estrella ha obligado a frenar las aspiraciones. Así, la farmacéutica reconoció que el estudio multicéntrico y aleatorio de fase III Atlantis con lurbinectedina «no cumplió el objetivo primario preestablecido de supervivencia global». Un contratiempo importante porque no solo se ha llevado una parte importante de la valoración en Bolsa de PharmaMar, sino que podría tener repercusiones financieras futuras en forma de menores ingresos.

En otras palabras, el traspiés de Atlantis pone en jaque una parte de la caja futura de la compañía. A esa incertidumbre se le añadiría un gasto importante en el desarrollo de la Fase III de ApliCov que, además, no se haría realmente en base a obtener una rentabilidad económica. En definitiva, tras meses de meteórico ascenso bursátil, de un road show del presidente como una estrella del Rock y de llenar de vanas esperanzas a miles y miles de minoritarios, la marea ha empezado a bajar y los inversores se han dando cuenta que PharmaMar lleva desnuda demasiado tiempo.

Pedro Ruiz
Pedro Ruiz
Colaborador de MERCA2