Entre el 1 de abril y el 30 de junio ocurrió algo tan novedoso como perturbador. Zoom y TikTok, aplicaciones con vínculos chinos, se erigieron como las apps más descargadas del mundo. Entre ambas superaron los 600 millones de descargas o lo mismo que la suma conjunta de Facebook, WhatsApp, Instagram, Telegram y Youtube. Un éxito sin precedentes para el Partido Comunista chino por dos motivos principales: el primero, porque refuerza su viraje de la industria a la innovación. En segundo lugar, porque gracias a ello su poder para espiar, censurar e influir en la opinión pública global se ha disparado.
Hasta ahora, los avances del gigante en esta materia se habían limitado a su propia población. El caso más paradigmático es el de WeChat, la aplicación que cuenta con más de 1.200 millones de usuarios se ha convertido en el todo en uno para los ciudadanos chinos, ya que posee desde mensajería a comercio online o sistema de pagos propio. A través de ella, el Gobierno chino no solo puede controlar el mínimo detalle de cualquier ciudadano, sino que también filtra la información que entra y sale del país. Al fin y al cabo, otras formas herramientas globales como WhatsApp, Facebook o Gmail están prohibidas.
Aunque, China también intentó ganar presencia en el extranjero a través de la compra de participaciones en otras empresas en crecimiento o aventuras esporádicas. Aun así, estas incursiones habían sido testimoniales. Alibaba cuenta con cerca de 60 centros de datos en todo el mundo, pero sus ingresos desde otras regiones que no son China apenas representan un 10% del total. En el caso de Tencent, otro gigante tecnológico chino con una cuota importante de mercado en videojuegos, mantenía participaciones en Snap (un 17,5%) y en Spotify (un 7,5%).
ZOOM Y TIKTOK, LOS ÉXITOS QUE HAN PROVOCADO EL CAOS EN OCCIDENTE
Ese efecto de frontera tecnológica entre China y el resto del mundo ha sido la razón por la que durante muchos años ha predominado una tregua entre ambos bandos. Pero el tiempo de paz se acabó con la llegada de Huawei, la primera empresa china realmente transnacional. Ahora se ha vuelto irreconciliable tras el crecimiento descontrolado de Zoom y TikTok, hasta el punto de que la segunda ha desatado una verdadera guerra entre EEUU y el gigante asiático cuya resolución se complica por momentos.
En cuanto a la primera, probablemente a más de uno le resultará sorprendente conocer sus vínculos chinos. Y, es que, su fundador Eric Yuan es ciudadano estadounidense, pero nació en el país asiático. Lo anterior no sería más que una mera anécdota, ya se sabe eso de que sé es de donde pace, sino fuera por la extraña relación que mantiene la empresa con el gigante. De hecho, a pesar de tener muy pocas ventas allí, sí mantiene a cientos de trabajadores e ingenieros chinos. También se le ha achacado, con razón, distintos favores al Partido Comunista en forma de censura.
Los problemas que genera TikTok van mucho más allá. Al fin y al cabo, la aplicación –que se ha creado y se dirige directamente desde China- se ha convertido en la primera de masas de este estilo. La otra gran firma internacional creada en China, Huawei, es totalmente diferente. Se trata de una firma tecnológica cuyo cometido no es tanto llegar al gran público como ser influyente en el punto clave de las infraestructuras y redes. La clave en la red social de vídeos creada por ByteDance es que que con cientos de millones de suscriptores puede retar a Instagram o Youtube.
LAS LEYES CHINAS Y EL ESPIONAJE DEL PARTIDO COMUNISTA
Pero, ¿por qué es un problema que Zoom o TikTok tengan una infraestructura importante en China? La explicación es sencilla: el Gobierno chino puede acceder e interferir en ellas si lo desea por ley. Lo anterior, no es un cuento de espías ni una treta electoral de Donald Trump u otros sucedáneos que siempre se levantan con el píe derecho. No. Se trata de una realidad que, incluso, el Partido Comunista chino no ha tratado de esconder en ningún momento.
Las empresas con ramas en China, o directamente asentadas allí, «no pueden aislar fácilmente sus operaciones chinas del resto del mundo porque sus desarrolladores de productos en el país son parte integral de su negocio global. Las leyes chinas, a las que se atienen, significan que están sujetos a leyes que exigen a las compañías a cooperar con el estado y los servicios de inteligencia», explicaba allá por junio uno de los columnistas más reconocidos en The Economist. En otras palabras, qué si los ingenieros de TikTok o Zoom tienen acceso a servidores en cualquier parte del mundo, el Gobierno chino podría obligarlos a entregar los datos almacenados en ellos.
Por ello, los servicios de inteligencia del resto de países, que van desde Australia a Gran Bretaña, han pedido limitar su uso. La India junto a EEUU han decidido actuar y prohibir estas aplicaciones para frenar una posible influencia del Partido Comunista sobre la sociedad en forma de censura y de manipulación ideológica (que en el caso de los más pequeños puede ser un verdadero problema). De hecho, para aquellos que no se crean que esto puede ser así, hay que recordar que en febrero de 2019 TikTok pagó una multa récord en EEUU por recopilar ilegalmente datos sobre usuarios menores de 13 años.
DEL CAPITALISMO DE VIGILANCIA AL CAPITALISMO DE ESTADO
A pesar de la importancia de todo ello, no deja de ser curioso que no sea hasta la aparición de China que los gobiernos hayan decidido actuar frente al mal uso de los datos. Así, las aplicaciones de redes sociales funcionan gracias a recopilar tantos datos como sea posible para luego mercadear con ellos. Esa adicción por los datos para reorientar mejor los anuncios, que se conoce como ‘capitalismo de vigilancia’, ha resultado ser excepcionalmente válido para incitar a China a perfeccionar su capitalismo de estado.
De hecho, no hay que olvidar que el objetivo número uno de China sigue siendo el de ser la potencia más importante del mundo. Y eso dentro de la lógica del Partido Comunista no se entiende sin controlarlo todo. La meta que se logra a través de la manipulación de masas, la influencia financiera, el control de las infraestructuras y redes y, por último, del comercio. En ese cometido está el líder del país Xi Jinping después de haber hecho sus deberes nacionales: alargar su presidencia en el gigante asiático y, a su vez, fortalecer su control sobre el único partido político en China.
Así, el nuevo plan de dominación de China es más potente que nunca. Sus gigantes, por primera vez, lideran a las grandes masas, sobretodo, a las más jóvenes. Su enorme brazo financiero es la principal fuente de préstamos para infinitud de países en vías de desarrollo. Huawei, pese al cordón sanitario, es un actor cada vez más relevante en redes e infraestructuras. Aun así, las limitaciones políticas y reticencias ya están a la vista. Aunque quizás la más importante es que su éxito dependerá de su capacidad de innovación futura. Un elemento básico que históricamente ha tenido como ingredientes mágicos: fronteras abiertas, libertad de expresión y toma de decisiones difusas. Y, ninguno de ellos, se concibe con una ideología comunista.