Los operadores de telefonía se juegan mucho en el proceso de cambio de redes e infraestructura, tanto móvil como fija. El mantenimiento de dos (o más) tecnologías supone un aumento de los costes operativos y un menor rendimiento en la rentabilidad por cliente. Urge el cambio, aunque hay que hacerlo con mucha cautela.
Y es que en estos momentos la banda ancha ultrarrápida que traerá consigo el 5G convivirá con el 4G, y hasta el 3G. Todo ello para la conectividad móvil. De igual manera, cuando en estos momentos parece que España está cableada con fibra por completo, o una gran parte, los operadores tienen todavía un volumen interesante de clientes que prenden sus ordenadores con ADSL. Es hora del cambio, aunque no es sencillo.
El informe elaborado por la consultora Nae, ‘3G & ADSL sunset opportunity’, sigue relevando aspectos esenciales que deben afrontar las compañías de teléfono para hacer un cambio eficiente y ordenado en la transición de tecnologías. Para ello establece unos flujos de trabajo que van desde la segmentación integral de la infraestructura a una cuidada campaña comercial para el trasvase de usuarios; pasando por la configuración eficiente de las redes y las alternativas que se deben proponer a cada cliente.
Entre esos puntos, resulta esencial para los operadores el frente comercial. Destaca el informe que las compañías deben tener un especial cuidado a la hora de mitigar posibles impactos negativos sobre los usuarios. A fin de cuenta se trata de no perder abonados por el camino, sobre todo en mitad de una guerra comercial donde los operadores rascan hasta el último usuario que pueden captar.
Por este motivo, a los clientes que todavía se desarrollan en redes anteriores, hay que ofrecerles productos y servicios que se adecúan a sus necesidades y que, no siempre, tienen que corresponder con las expectativas de la última generación, puesto que si todavía estaban a gusto en una red 3G, sus motivos tendrían.
UNA CUESTIÓN ECONÓMICA
Pero hay más aspectos que deben atender los operadores de telefonía y por los que Nae cree que es importante abordar este asunto con premura. Entienden que las compañías podrían estar asumiendo un alto coste de oportunidad si retrasan demasiado esta toma de decisiones. Otro ejemplo que añade el informe tiene que ver con el Arpu (rentabilidad por cliente). En este caso, explican, el Arpu generado por las tarifas de 4G es 2,3 veces superior al de clientes que todavía navegan con 3G. Misma situación con los usuarios de fibra y ADSL, donde es 1,5 veces superior lo que se ingresa por cliente.
Además, el informe estima que el coste de operación y mantenimiento de las red 3G podría estar cerca de los 40 M€ por año en el conjunto de los operadores. Asimismo, el coste por mantener activas las redes de cobre estaría por encima de los 80 M€, un gasto que se dispara con respecto al mantenimiento de la fibra.
Por otra parte, dejar de lado redes obsoletas reduce el mantenimiento de éstas. Eso incluye los repuestos en los equipos de radio, así como las pertinentes actualizaciones de software; los alquileres de las torres cuando proceda; y el gasto energético en el mantenimiento de alguna infraestructura.