El Observatorio del Trabajo a Distancia propone que el coste del teletrabajo no supere al que generaban los empleados en la oficina, según se desprende de su ‘Libro blanco del teletrabajo a distancia’ publicado con motivo de la entrada en vigor este martes del Real Decreto Ley que regula el trabajo a distancia.
En este texto, el Observatorio recoge una batería de medidas que intentan asegurar la flexibilidad de esta modalidad y el respeto de los derechos laborales, «a la vez que se fomenta la sostenibilidad económica de las empresas».
Asimismo, tiene como objetivo servir de guía práctica para las negociaciones colectivas que tendrán que establecer en acuerdos las condiciones de los teletrabajadores, pero también para las propias instituciones a la hora de desarrollar la norma en reglamentos y guías.
En concreto, el ‘Libro blanco del trabajo a distancia’ recoge propuestas que concretan aspectos que el decreto ley ha dejado «abiertos» y que «pueden suponer un desincentivo, una pérdida de calidad en las condiciones laborales de los trabajadores o una amenaza para la viabilidad de las empresas».
Para el Observatorio del Trabajo a Distancia, el decreto «no aclara cuáles son los gastos que sería obligatorio sufragar» por «lo difusa que es la formulación de medios, equipos y herramientas» que utiliza la norma.
De hecho, cree que esta inconcreción «deja la puerta abierta» a que la negociación entre las partes realice una lectura demasiado estrecha que no cubra el equipamiento indispensable.
Para solucionarlo, propone una definición de «medios, equipos y herramientas» que dé cobertura a la parte proporcional de los suministros, a un mobiliario de calidad certificada y a las herramientas necesarias para desarrollar el trabajo de manera segura.
PELIGRO PARA LA VIABILIDAD DE LAS EMPRESAS
También ha hecho hincapié en que otra variable de la cuestión económica es el peligro para la viabilidad de las empresas que podría suponer hacer frente a gastos «que no estén equilibrados con sus finanzas y con su recorrido histórico reciente».
Así, para que la transición al trabajo a distancia «no suponga ningún estrés adicional en las cuentas de las empresas», propone que la inversión necesaria para adaptar los puestos de cada trabajador a la «nueva normalidad» no exceda el límite del 100% de los gastos medios atribuibles a la misma persona durante los tres ejercicios previos.
En concreto, recomienda explorar la posibilidad de diseñar bonos o tickets similares a los usados para costear las dietas de los trabajadores pero destinados a facilitar el acceso a lugares de trabajo compartido.
Según explica, de esta manera los trabajadores que así lo deseen pueden acudir a un lugar «que cumple los requisitos de ergonomía y seguridad y que puede encontrarse cerca de su hogar o del lugar al que se haya desplazado por uno u otro motivo». «A la vez, esta herramienta de flexibilidad alivia y extiende a lo largo del tiempo la inversión que el empresario tiene que hacer para asegurar la prevención de riesgos laborales», añade.
Respecto al espacio de trabajo, la norma obliga a que el acuerdo previo entre trabajador y empresa fije el lugar desde el que desarrollará el teletrabajo, pero el Observatorio, aunque cree que identificar el lugar de referencia es «vital» para asegurar que el puesto de trabajo es ergonómico y seguro, asegura que esto hace que se pierda «una de las grandes ventajas del modelo como es la flexibilidad espacial».
De su lado, propone evitar esta limitación fijando en el acuerdo un «lugar habitual» al que se pueda añadir otros secundarios «siempre que tengan las mismas condiciones de seguridad laboral».
El libro también asegura que la transición hacia el trabajo a distancia supone «un esfuerzo para todas las empresas, pero sobre todo para las pymes y micropymes, que pueden encontrar muchas más dificultades que las grandes empresas por su menor capacidad financiera y grado de digitalización».
PLAN ESPECÍFICO PARA LAS PYMES
El Observatorio dice que el decreto no hace ninguna mención a esta situación ni propone soluciones. Ante esto, ve necesario que el Ministerio de Trabajo y los actores sociales se comprometan a desarrollar un plan específico para la transición del teletrabajo en la pyme en el plazo de un año.
«Facilitar este proceso es fundamental para que el teletrabajo se desarrolle de forma efectiva, ya que si falla en su implantación en las pequeñas empresas se estará dejando fuera del nuevo modelo a más del 99% de los 2,63 millones de empresas que forman tejido empresarial», según asegura el Observatorio, que tiene en cuenta datos de la OCDE.
El informe, por último, remarca que el perfil del trabajador a distancia es el de un hombre, de mediana edad (entre 34 y 54 años) y que tiene dos o más hijos.
Otras características destacables son que también es más frecuente entre las personas con un nivel educativo superior, entre los contratados indefinidamente, entre las empresas de tamaño medio, en sectores más digitalizados como las actividades financieras y de seguros, las actividades científicas y técnicas, el sector inmobiliario o las comunicaciones.
El contenido del ‘Libro blanco del trabajo a distancia’ se ha basado en las recomendaciones de las empresas que forman el Observatorio del Trabajo a Distancia, en los análisis de los expertos que lo asesoran y también en el estudio del estado del teletrabajo en Europa y en su regulación legislativa.