domingo, 15 diciembre 2024

¿Qué le pasa a la clase media? Las grietas que puede romper la crisis del covid-19

Los mantras de la llamada economía colaborativa, donde la propiedad ha pasado a un segundo plano, han cogido fuerza. Ahora, los jóvenes prefieren vivir sin ataduras, dicen sus defensores, sin hipotecas o sin coche. Un hecho que los datos así parecen corroborarlo. En concreto, el doble de personas con contratos indefinidos vive de alquiler, respecto al 2010. Además, España tiene en la actualidad el parque de automóviles más antiguo de su historia. El único problema, insignificante, es que la letra pequeña más bien dice lo contrario: seguimos demandando lo mismo que 10 años atrás, solo que ahora no nos lo podemos permitir.

Entonces, la floreciente, ingeniosa y sostenible economía colaborativa se transforma en la gris, triste y paupérrima sociedad del quiero y no puedo. Un buen ejemplo del profundo contraste actual se puede comprobar con el mundo de la vivienda. El último estudio presentado sobre el perfil del inquilino en España, por Alquiler Seguro, refleja que el 30% de ellos tienen un contrato indefinido, frente al 16,5% que representaba ese colectivo en 2010. Un dato que en frío podría sugerir que los españoles han adquirido una mayor preferencia por el alquiler.

Aunque, en realidad, la letra pequeña cambia el contexto. El mismo estudio refleja que algo más de uno de cada dos inquilinos, un 53,13%, que decide alquilar tiene una renta menor de 20.000 euros, mientras que en 2010 esa cifra era uno de cada tres, o un 34%. Además, podemos añadir que el rango entre los 20.000 y los 30.000 euros se mantiene prácticamente igual, en torno a un 22%. En definitiva, que los españoles, sean indefinidos o no, viven más de alquiler porque su renta es menor. Incluso, se puede inferir que ahora tener un trabajo fijo no asegura en primera instancia poder comprar una vivienda.

MUERTE DE LA CLASE MEDIA

El hecho de que no ha sido la conciencia de los españoles, sino el bolsillo se comprueba con la Encuesta Financiera de las Familias (EFF) que realiza el Banco de España. En ella, se pone de manifiesto que «a medida que aumenta la renta» también lo hace el porcentaje de vivienda en propiedad. Además, el porcentaje de funcionarios que viven de alquiler, un sector con los salarios más altos sistemáticamente en las capas más bajas, se ha reducido en la última década cerca de un 30%.

En todo esto hay un problema importante. Lo anterior, que no es nuevo, lleva a la asociación de que principalmente se trata de un problema de salarios. Aunque, el punto de mira no debe acortarse tanto, puesto que la misma EFF demuestra que la renta bruta de las familias entre 2010 y 2017, se elabora con una cadencia de tres años, ha crecido ligeramente en la mediana. Pero, no así lo que realmente reciben las familias. Al fin y al cabo, la renta que estudia el informe del BdE solo toma valores en bruto y al descontar impuestos, que se han subido con fuerza desde 2012, la caída del poder adquisitivo el palpable.

Aun así, se puede ir más allá. La renta mediana que se toma en la EFF es tal que la mitad de los hogares tiene una renta menor y la otra mitad tiene una renta mayor, por lo que queda en el aire el efecto más importante de la crisis: la muerte de la clase media.  De hecho, cuando se escarba en el informe del BdE se aprecia que el mayor daño en el periodo de tiempo entre 2010 y 2017 ha recaído para aquellos cuya renta estaba entre el percentil 30 y la mediana, esto es la llamada clase media o trabajadora. Al fin y al cabo, es en la que recae el grueso de los impuestos.  

VEHÍCULOS NUEVOS EN LAS REGIONES MÁS RICAS

Si bien la fuerte caída del porcentaje de vivienda en propiedad, que es el principal activo de la clase media, sobresale. Todavía, lo hace más lo que ocurre con el vehículo ya que involucra también a los déciles más bajos. Y, es que, España tiene en la actualidad el parque de vehículos más antiguo de la serie histórica, según anunció ayer el comparador Acierto.com. La historia se repite, la explicación oficial es que ahora la sociedad está concienciada con la sostenibilidad y la movilidad urbana. En otras palabras, compartir vehículo.

Pero, ¿qué nos dice la letra pequeña? Que la antigüedad del parque de vehículos es ostensiblemente menor en Cataluña, Madrid y País Vasco. En otras palabras, que en las regiones más ricas parece que sí importa tener coches más nuevos. Por su parte, las que tienen vehículos más antiguos son: Ceuta, Melilla, Canarias, Castilla y León y Castilla-La Mancha. Curiosamente, todas ellas están situadas en los últimos puestos en cuanto a renta per cápita.  

En definitiva, es difícil mantener que a los canarios o castellanos les guste menos estrenar vehículo que a los de Madrid o Barcelona. Tampoco, que aquellos con mayor renta o que hayan aprobado unas oposiciones les haya entrado en la cabeza que la propiedad de la vivienda es muy importante. La diferencia, obviamente, está en la capacidad económica o la desigualdad bien entendida que en España se ha acentuado con la polaridad de los empleos.

CRISIS, POLARIDAD EN EL EMPLEO Y DESIGUALDAD

Detrás de todo ello, no hay una guerra de clases. Tampoco que los ‘ricos’ tengan la culpa. Ni mucho menos se debe a la explotación de las empresas. En el fondo hay un peligroso actor llamado polaridad en el empleo que lleva ya una década en marcha y es el responsable de una gran parte de la desigualdad económica en España.

La razón es que muchos de los empleos intermedios, que empleaban a la clase media, de la economía han ido desapareciendo a medida que avanzaba la automatización. Así, en la actualidad cada vez sobresalen más dos tipos de empleos: por un lado, los muy cualificados, con una remuneración alta. Por otro, los empleos de más baja cualificación cuyo salario es más pequeño. Al final, a medida que crece la diferencia entre unos y otros más difícil es para los segundos poder adquirir ciertos bienes, como el caso de la vivienda.

El problema final es que el círculo que empezó en 2009 puede volver a coger fuerza, dada la crisis del covid-19. En primer lugar, porque las depresiones económicas aumentan la desigualdad. En segundo lugar, porque aquellos que tienen vivienda en propiedad han sufrido menos, dado que su riqueza ha aguantado mejor el envite del virus. Por último, porque la pandemia ha acelerado esa tendencia de polarización de la economía.  En definitiva, que las grietas visibles que dejó la anterior crisis sobre la clase media se pueden volver todavía más profundas en el próximo año.


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