El Banco de España constata un aumento «suave» de los precios del petróleo ya en el mes de mayo por la recomposición del acuerdo de la oferta y el inicio de la recuperación económica tras la salida gradual de la cuarentena por le Covid-19, por lo que señala que los precios a plazo para 2021 se sitúan en niveles similares a los de un período de precios «moderados» como el de 2000-2006, aunque todavía «muy inferiores» a los de enero de este año.
Así figura en un recuadro sobre los factores de demanda y oferta en la determinación del precio del petróleo en el contexto de la crisis del Covid-19, que formará parte del informe trimestral de la economía española del segundo trimestre del organismo supervisor, que avisa de que la recuperación a medio plazo de la demanda de petróleo se encuentra condicionada por la incertidumbre sobre el perfil e intensidad del repunte de la actividad (según el Banco Mundial, el PIB mundial estaría en 2021 todavía 5,9 puntos porcentuales por debajo de su previsión de enero) y por los cambios potenciales en los patrones de comportamiento de los consumidores en el escenario posepidemia.
Por el lado de la oferta, señala que las discrepancias en el seno de la OPEP «no permiten descartar nuevos desencuentros» a la hora de cumplir el acuerdo alcanzado antes de su expiración en agosto de 2022. En esta dirección apuntarían tanto el «modesto» grado de cumplimiento del acuerdo por parte de Rusia como la «fragilidad» intrínseca que han mostrado en los últimos años este tipo de pactos, apunta el Banco de España.
El organismo explica que desde principios de año el precio del petróleo ha registrado una tendencia al a baja, acompañada de elevadas fluctuaciones, con un retroceso del precio del barril de Brent de alrededor del 75% desde mediados de enero hasta el mínimo de mediados de abril, cuando llegó a cotizar en niveles negativos.
En concreto, explica que las caídas más intensas se produjeron a partir de marzo, cuando se hizo evidente la naturaleza pandémica de la crisis sanitaria, lo que llevó a una interrupción de la actividad económica mundial y, por consiguiente, a una disminución drástica de la demanda de crudo, y cuando, además, se rompió de forma transitoria el acuerdo de control de la producción que venían manteniendo los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus asociados (OPEP+), acuerdo liderado por Arabia Saudí y Rusia.
RÁPIDA CAÍDA DE LA DEMANDA
Frente a desplomes comparables en otros episodios, como la crisis asiática de 1997 o la crisis financiera de 2008, con abaratamientos del 40% y el 75%, respectivamente, el Banco de España explica que el colapso del precio de esta materia prima ahora ha sido un «episodio singular» por la coincidencia en el tiempo de una intensa y rápida caída de la demanda y un aumento transitorio de la producción, lo que ha dado lugar a una «veloz acumulación de inventarios en todo el mundo».
En detalle, el desplome de la demanda sería responsable de algo más del 80% de la caída observada, afectando de manera especial el sector del transporte, que representa cerca del 65% de la demanda de petróleo de la OCDE.
En cuanto a la oferta, apunta que las discrepancias previas a la reunión de marzo de la OPEP+ que hubo entre Arabia Saudí y Rusia acerca de la estrategia de dicha organización se saldaron, tras la reunión, con el levantamiento de cualquier compromiso de cuotas a partir de abril.
Esto condujo a un aumento intermensual significativo y no esperado de la producción de la OPEP+ (2,4 millones de barriles al día) y a la aplicación de fuertes descuentos en los precios de venta por parte de Arabia Saudí.
Esta perturbación de oferta explicaría alrededor del 16% de la caída del precio del petróleo entre enero y abril, pero fue «transitoria», porque el acuerdo se recompuso rápidamente bajo los auspicios de Estados Unidos y el conjunto del G-20, aunque continuaron los inventarios.
EFECTOS MACROECONÓMICOS
En relación a los efectos macroeconómicos globales de estas perturbaciones, señala que el tradicional impacto favorable de la caída del precio del petróleo en los países importadores habría sido inferior al habitual, dado que, debido a la situación de confinamiento, los consumidores no se habrían beneficiado completamente del abaratamiento.
Mientras tanto, el impacto para los países exportadores sería claramente negativo, lo que, en algunos casos, se está traduciendo en rebajas de las calificaciones crediticias de los emisores soberanos de estos países.
Por último, en la industria la situación de crisis parece estar afectando particularmente a las empresas con mayores costes de extracción y fuerte endeudamiento, en concreto a los productores no convencionales de Estados Unidos (shale oil), pero también a productores convencionales, con caídas significativas de la inversión en exploración y producción tanto en Estados Unidos como a nivel global.