Las telecos se enfrentan a una consolidación que traerá sorpresas

Con la opa sobre MásMóvil se ha iniciado la próxima etapa de consolidación en el sector telecos español. Una vez que los fondos implicados en la operación tengan el control de la compañía, será el turno de una fusión/compra con alguno de los grandes operadores. Básicamente porque el mercado nacional no soporta en estos momentos la competencia de seis compañías robándose clientes y forzando una continua guerra de precios. El problema es que laboralmente no saldrá gratis.

Telefónica, Orange, Vodafone, MásMóvil, Euskaltel (Virgin) y Digi. Todos peleando por un trozo de tarta empaquetada a cuyos clientes será complejo aplicarles el «más por más»; es decir, más servicios por una factura mayor, en un contexto económico adverso como el actual. Por eso, todos los operadores relanzan con fuerza sus firmas ‘low cost’, para ganar un puñado de clientes guillotinando el Arpu del sector con cada guerra precios.

Bajo este contexto, una de las alternativas es la consolidación del mercado. Esto es una reducción del número de competidores. Y todas las quinielas ponen sobre la mesa tres nombres: MásMóvil, una vez que reordene su casa tras la opa; Orange y Vodafone. Los dos últimos llevan tiempo pidiendo a los diferentes reguladores, nacional y europeo, que se dé un marco favorable para reducir el número de compañías que operan en España, y parece que ese momento ha llegado.

Laurent Paillassot lo ha dicho públicamente alguna vez. Aunque también asume su dificultad. Pero en esos malabares corporativos se olvidan de contar las experiencias en primera persona que vivieron sus empresas en la anterior oleada de consolidación, que sacó del mercado a Jazztel y Ono, y que acabó con cientos de personas despedidas. De manera lógica ante un proceso de concentración.

Y MÁSMÓVIL CRECIÓ

La compañía dirigida por Meinrad Spenger ya no es un ‘contender’ asimilable sin problema en un proceso de fusión o compra. Cuenta con más de 900 empleados, y sigue creciendo, y esto conduce a un pequeño problema de redundancias en caso de fusionar el operador con Orange o Vodafone.

En concreto, según los últimos datos de empleo que ofrece la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el operador naranja cuenta con una masa laboral que supera los 5.700 empleados; mientras que Vodafone, y tras el último ajuste, ronda los 4.200 trabajadores.

En esa hipotética -y necesaria- consolidación del mercado, el resultado final sería una empresa que supera los 5.000 o 6.000 empleados en cada caso. Y si tenemos en cuenta los rumores de ajuste laboral (de diverso tamaño) que siempre planean sobre el conjunto del sector, llegamos al punto del que nadie quiere hablar: que la tan ansiada concentración traería el despido de cientos de personas.

De esta forma, si atendemos a las operaciones que se dieron en 2014 (Vodafone-Ono) y 2015 (Orange-Jazztel); lo que venga ahora necesitará de un ajuste de plantilla por las redundancias en puestos comerciales, puntos de venta físicos, atención al cliente, etc.

Falta por ver todos los pasos que se darán próximamente en el camino de la consolidación. El principal problema es que el sector no puede asumir un continuo deterioro del negocio. Los ingresos a repartir se han estancado. Y por mucho despliegue de redes que se haga, ya solo hay rotación de usuarios.

Raúl Masa
Raúl Masa
Ex Coordinador de redacción y redactor de empresas y economía; especializado en telecomunicaciones, tecnología y energía.