Indra ha respondido a los intereses e inquietudes de sus profesionales, que demandan nuevas formas de ayudar a la sociedad en un momento tan delicado como el que atravesamos.
Se trata de apoyar a familias que se encuentran en el umbral de la pobreza, personas que tienen dificultades para cubrir sus necesidades alimenticias básicas, y niños y jóvenes sin medios para estudiar telemáticamente. Y además, ayudar a personas sin hogar, pacientes de cáncer sin recursos y desempleados que atraviesan dificultades. Contribuye además a sostener centros pediátricos en países de Asia, África o América con sistemas sanitarios débiles.
Como último ejemplo de acciones solidarias, “hemos tejido para ello una red de acuerdos con diferentes ONGs que están trabajando para mitigar los problemas sociales más urgentes causados por la pandemia”, explican desde la empresa.
Todo esto ha sido posible gracias al empuje de sus profesionales. La compañía lanzó hace unas semanas a sus cerca de 30.000 profesionales en España un reto a través de una campaña de crowdfunding: por cada euro que donaran, Indra igualaría la aportación para multiplicar el impacto positivo.
El resultado ha sido muy positivo, al conseguir 270.000 euros en solo dos semanas, resultado de las donaciones de los trabajadores y de que la propia Indra realizase una aportación de la misma cantidad que la suma de las aportaciones a cada una de las 10 ONGs, para así multiplicar por dos las aportaciones.
El logro se enmarca por otra parte dentro de la excepcional movilización que tanto Indra como sus trabajadores han demostrado a lo largo de toda esta crisis.
Antes de que se declarase el estado de alarma, el 90% de su plantilla ya estaba trabajando desde sus casas, una medida que la compañía tomó para proteger la salud de todos ellos.
El resto de trabajadores fue reconocido personal esencial para mantener servicios e infraestructuras básicas para la sociedad. Durante los días más duros de la pandemia, se ocuparon de tareas clave para ayudar, por ejemplo, a que los medios aéreos estuviesen listos para transportar material sanitario a cada rincón de nuestro país y que los corredores aéreos que utilizaban fuesen seguros.
A medida que surgieron nuevos problemas, la empresa buscó nuevas soluciones. Así, por ejemplo, antes las dificultades de algunos niños y jóvenes de familias sin recursos para seguir las clases telemáticamente, la compañía donó más de 8.500 tablets a través de diferentes organizaciones.
De forma paralela, la compañía se convirtió durante todo este tiempo en un hervidero de ideas, que se cruzaban en los distintos foros y grupos electrónicos corporativos, para luchar contra el Covid-19.
Algunos profesionales se organizaron para diseñar y fabricar máscaras protectoras y material, que se donaron a hospitales de todo el país.
La empresa por otra parte y a través de Indraventures, el vehículo corporativo con el que impulsa su modelo de innovación abierta, acaba de lanzar la cuarta edición de su iniciativa de intraemprendimiento e innovación, Innovators, que este año se orienta hacia la sostenibilidad y las soluciones poscovid y plantea a los profesionales retos con un fuerte componente social y medioambiental.
Desde Indra explican que todas estas acciones se enmarcan dentro de la transformación cultural en la que la compañía está inmersa y comparten un mismo hilo conductor. “El objetivo es convertir a Indra en la empresa más atractiva, motivadora y estimulante en la que trabajar”, aseguran.
Con 30.000 profesionales trabajando en España, el impacto que una compañía como Indra tiene en la sociedad es enorme. “Nuestro objetivo es canalizar toda esta capacidad para mejorar la vida de las personas”, explican en la empresa.
La compañía está completamente volcada en ayudar a sus clientes para que puedan acelerar su digitalización al máximo y recuperar la actividad en la era poscovid.
Su tecnología está transformando sectores estratégicos como el del transporte, la banca, la energía y la sanidad e incluso la relación de la administración con los ciudadanos.